¿Sólo una Manchita?

Cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.Santiago 2:10.

No hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.Romanos 3:22-23.

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Para esa ceremonia se había puesto la camisa más hermosa que tenía, cuyo blanco resplandeciente hacía resaltar los colores de la corbata. Desgraciadamente, al guardar su bolígrafo en el bolsillo interior de la chaqueta, la tinta hizo una minúscula mancha. El hombre pensó que un poquito de agua tibia disolvería esa mancha, pero la tinta se esparció y la manchita se convirtió en una gran aureola. ¡La camisa ya no le servía para ir a la boda!

Así es mi vida a los ojos de Dios. Está manchada, impropia para estar en su presencia, debido a la más pequeña mentira. La mínima falta hace de mí un pecador.

Quizás alguien diga: «¡No compare un criminal con una persona que sólo ha dicho una mentira!». En efecto, hay una gran diferencia entre los dos respecto a la vida en sociedad. Por esta razón la ley penal clasifica las faltas en diferentes categorías y aplica una mayor sanción según la gravedad de la falta. Pero Dios no juzga según las leyes humanas. Él mira nuestro corazón, nuestros pensamientos y acciones. A sus ojos todos, sin excepción, estamos manchados por el pecado y separados de él, estemos o no en la cárcel por el mal que hayamos cometido.

Pero gracias a Jesús, todos podemos ser perdonados. No tenemos necesidad de pagar por nuestros pecados ni purgar la condena que merecemos, pues Jesús tomó nuestro lugar muriendo en la cruz.


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