¿Todavía hay Alguien?

Mano¡Cuánta es su bondad…!Zacarías 9:17.

Él levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.1° Samuel 2:8.

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Leer 2° Samuel 9. Mefi-boset, nieto del rey Saúl, temía encontrarse con el rey David por dos razones: primero, el temor legítimo a las represalias del rey y, segundo, a causa de su persona, porque era cojo y vivía en una época en la que los minusválidos estaban al margen de la sociedad. Pero lo que Mefi-boset ignoraba era que David estaba lleno de bondad y que iba a buscarlo y a recibirlo a su mesa como a un hijo. “Le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre… y tú comerás siempre a mi mesa” (v. 7).

Si una persona es consciente de su culpabilidad, ¿puede esconderse de Dios evocando razones semejantes? Dios se revela como aquel que nos ama y quiere salvarnos. La salvación que nos ofrece está totalmente fuera de nosotros mismos y de nuestro estado, por miserable que sea: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tito 3:4-5).

Así es el amor de Dios, incondicional e ilimitado. Esta bondad y este amor fueron manifestados en Jesús, único “mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos” (1ª Timoteo 2:5-6). Por medio de él y de su sacrificio, Dios perdona al pecador, justifica al culpable y lo recibe como su hijo en la familia de los creyentes.


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