Personajes Bíblicos: Letra – R

Personales Bíblicos: Letra – R

RABMAG

Título que tenía Nergal-sarezer, uno de los jefes militares del ejército de Nabucodonosor (Jer. 39:3).

El sentido exacto de este título no se conoce a ciencia cierta. Es probable que se derive del ac. «rab-mugi», «gran príncipe».


RABSACES

(del ac. «rab», «jefe» y «sakú», «ser grande»: jefe de los oficiales, general).

Título de un jefe militar, asociado con el Tartán y con el Rabsaris del ejército de Senaquerib; estos tres oficiales tenían el mando de la expedición contra Jerusalén (2 R. 18:17). El Rabsaces fue entonces el portavoz de Senaquerib ante los representantes de Ezequías (2 R. 18:19, 26, 27, 37). Es posible que fuera el comandante en jefe del ejército.


Rahab

«Por fe, Rahab la ramera, no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.» (Hebreos 11:31)

LEASE: JOSUE 2:1; 6:17-25; HEBREOS 11:31; SANTIAGO 2:25

Los rabinos, desde tiempo inmemorial y luego muchos intérpretes del Cristianismo han intentado demostrar que Rahab era una mujer distinta de lo que nos describen las Escrituras. Niegan que fuera una ramera. Rahab se casó con Salmón, fue la madre de Booz y, por tanto, está incluida en la línea materna de los antecesores de Cristo. El apóstol Pablo la nombra entre la gran «nube de testigos» Es la única mujer, junto con Sara, que es designada como un ejemplo de fe. Además, el apóstol Santiago la menciona como una persona digna por sus buenas obras (2:25). ¿Cómo, se preguntan algunos, puede una mujer así haber sido una ramera? Es demasiado escandaloso. Especialmente difícil de creer para las personas pagadas de sí mismas, y que miran con desdén a los pecadores flagrantes. Repugna también a los que quieren hacer modelos de piedad y virtud a todos los carácteres de las Escrituras.

En consecuencia ha habido mucha discusión sobre el significado de la palabra hebrea «zoonah» traducida en nuestra versión como ramera. Algunos dicen que era la dueña de una posada, simplemente. Otras que Rahab había sido una concubina, como Agar y Zilpa. Otros conjeturan que podía haber caído en su juventud, pero que cuando vivía en Jericó era una mujer de buena reputación. Todas estas suposiciones se han hecho por no entender el consejo de Dios para la redención de los pecadores. Deforman la historia de Rahab porque quieren establecer un esquema de salvación a base de la bondad humana.

Pero las conjeturas no alteran los hechos. Rahab era una ramera. No hay manera de cambiar el significado de «zoonah», ni el del griego «porne». Aunque nos repugne admitirlo, hemos de recordar que no sólo Rahab, sino Tamar y Betsabé eran mujeres pecadoras, aunque constan en la genealogía de nuestro Salvador.

«Todos pecaron y han sido destituídos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia.» Esta es la gran verdad que hemos de recordar al considerar la materia, y esto se aplica a Rahab o a toda mujer virtuosa hoy. Las Escrituras no hacen excepciones. Pero Rahab tuvo fe y se arrepintió de su pecado. Después que cayeron los muros de Jericó y ella fue salvada, se casó con un príncipe de Israel. Por su fe, que nació cuando todavía vivía una vida de pecado, su nombre ha sido inmortalizado por el apóstol.

Rahab, probablemente, oiría del extraño pueblo que se estaba acercando a Jericó, por algunos mercaderes, gente que. frecuentaban una casa como la suya. Por otra parte hemos visto que en el pueblo escogido el pecado era frecuente, había una murmuración constante. (Recordemos a María la hermana de Moisés, nada menos.) Recordemos también a Sípora, la esposa de Moisés. Incluso el mismo Aarón pecó en numerosas ocasiones. Entretanto, Dios tuvo compasión de esta mujer y le concedió su gracia. Es indudable que había centenares de mujeres incomparablemente más virtuosas en Jericó que Rahab. Todas ellas fueron pasadas por alto y el toque de gracia recayó sobre Rahab.

Es posible que la fe ya hubiera estado creciendo en su alma. Que hubiera oído de los milagros extraños que se realizaban entre aquel pueblo que peregrinaba por el desierto, cercano ya a Jericó. En este momento de su fe la visitaron dos representantes de Dios. Su entrada en la casa fue parte de la preparación para el camino de Dios en favor de su pueblo. Ahora la fe de Rahab se vuelve decisiva. Considera a sus visitantes como embajadores de Dios. Arriesga su vida por ellos. El peligro en que incurrió era grave en extremo. Sin embargo salva a aquellos dos hombres, no por simpatía humana, no porque le convino para su propia seguridad, sino porque habían sido enviados por el altísimo Dios. –

Rahab hizo lo que hizo por amor a Dios. Los primeros frutos de su fe se hacen evidentes al instante. Su corazón antes de hielo se derrite y piensa en su padre y su madre, y pide si pueden ser salvados.

Los ejércitos de Israel se estacionaron alrededor de Jericó. Pero en toda la ciudad sólo hay una persona que reconoce en aquel ejército a los enviados de Dios. Abre la ventana y hace descender un cordón de grana. Rahab cree, y su redención es segura. Dios la incorpora en la línea santa de su Hijo unigénito. Con ello Dios no aprueba los actos pecaminosos. Lo que hace es decirnos que El es omnipotente y que puede redimir incluso al más profundamente pecaminoso. Y nos dice, además, que por el hecho de que haya puesto fin al conflicto agudo del pecado en nosotros, no hemos de tenernos por santurrones, y mirar con desdén a los otros porque pecan.


RAM

Significa = «alto».

(a) De la tribu de Judá, hijo de Hezrón, antepasado de David (Rt. 4:19; 1 Cr. 2:9). Llamado Aram en el NT (Mt. 1:1, 3; Lc. 3:33).

(b) Descendiente de Buz, fundador de un clan, y antepasado de Eliú (Jb. 32:2).


RAQUEL.  Raquel, cuyo nombre significa «oveja», fue la hija menor de Labán (Génesis 29:6). Jacob su esposo trabajó siete años para obtener su mano en matrimonio, pero fue engañado por Labán, quien lo hizo casar con Lea, la hermana mayor; de modo que Jacob tuvo que trabajar siete años más para obtener a Raquel. Ella fue estéril durante varios años y después dio a luz a José. Cuando Jacob abandonó el servicio de Labán, Raquel hurtó los terafines (ídolos) de su padre, mediante los cuales esperaba atraer prosperidad para ella y su marido. La primera impresión que Raquel produce es favorable; es atractiva por su personalidad, modales y vestido, y rápidamente conquista el afecto de Jacob; pero esta opinión cambia cuando hurta y miente respecto a los terafines de su padre. Raquel murió al dar a luz a Benjamín, y su sepulcro está cerca de Belén. Referencias: Génesis 29?35.


REBECA.

Rebeca fue hija de Betuel, hermana de Labán, esposa de Isaac y madre de Jacob y Esaú. Fue descubierta por un siervo de Abraham, y consintió en casarse con Isaac (Génesis 24). No tuvo hijos durante veinte años, pero finalmente dio a luz gemelos: Jacob y Esaú. En Génesis 27 leemos Rebeca indujo a su hijo favorito, Jacob, a obtener mediante engaño la bendición de Isaac. Luego tuvo que enviar a Jacob a Mesopotamia para librarlo de la ira de Esaú. Rebeca murió antes que Isaac y fue sepultada en la tumba de Abraham, la cueva de Macpela, cerca de Hebrón.


REHOB

= «espacio abierto», «calle grande».

(a) Padre de Hadad-ezer, rey de Soba (2 S. 8:3, 12).

(b) Levita que se unió al pacto de Nehemías (Neh. 10:11).


REHUM

Significa = «que tiene compasión».

(a) Gobernador persa de Samaria; él y otros persas escribieron al rey Artajerjes para quejarse de la reconstrucción del Templo por parte de los judíos (Esd. 4:8, 9).

(b) Uno de los principales judíos que volvieron de Babilonia con Zorobabel (Esd. 2:2); recibe el nombre de Nahum en Neh. 7:7, probablemente debido a un error de copia.

(c) Uno de los principales sacerdotes; acompañó a Zorobabel cuando éste abandonó Babilonia (Neh. 12:1-7).

(d) Uno de los que firmaron el pacto de Nehemías (Neh. 10:25).

(e) Levita, hijo de Bani; reparó una parte de las murallas de Jerusalén (Neh. 3:17).


REZÍN

(a) Rey de Damasco. Hacia el año 738 a.C. pagó tributo a Tiglat-pileser, rey de Asiria. Cuatro años más tarde, se alió con Peka, rey de Israel, para atacar a Acaz, rey de Judá, y subió contra Jerusalén. Rezín y Peka querían poner a uno de los suyos sobre el trono de David. Isaías pronunció una célebre predicción relativa a este designio destinado a torcerse (Is. 7:1-9:12). Durante esta expedición, antes de unir sus tropas con las de Peka, Rezín arrebató a Judá la ciudad de Elat en el golfo de Ákaba (2 R. 16:6). El rey Acaz compró la ayuda de Tiglat-pileser, rey de Asiria, que, después de haber castigado a los filisteos, que eran hostiles a Judá, puso sitio a Damasco en el año 733 y 732 a.C., apoderándose de ella y dando muerte a Rezín (2 R. 16:7-9; cfr. las inscripciones asirias).

(b) Fundador de una familia de netineos, de la que algunos miembros volvieron de la cautividad (Esd. 2:48; Neh. 7:50).


REZÓN

Hijo de Eliada, era súbdito de Hadad-ezer, rey de Soba. Encabezando un ejército, tomó la corona de Damasco, y hostigó continuamente a Israel en los tiempos de Salomón (1 R. 11:23-25).


RICO Y LÁZARO

El rico y Lázaro (Lc. 16:19-31).

Más que una parábola, es una historia. Nada se dice expresamente del carácter moral de estos dos hombres, aunque se deduce una gran insensibilidad y egoísmo por parte del rico (cfr. Lc. 16:20, 21). En el AT se había enseñado que la marca del recto debería ser la prosperidad externa (Sal. 112:2, 3). En el reino en su nueva fase, y en consecuencia al rechazamiento de Cristo, la posesión de las riquezas deja de ser señal del favor divino. Ésta era una necesaria lección para el judío. Es muy difícil que se salve un rico, pero a los pobres se les anunciaba el Evangelio (Mt. 11:5; Lc. 11:22). El pobre Lázaro fue llevado al seno de Abraham, y el rico fue a la perdición. En el otro mundo se invierten las condiciones del mundo presente. Aquí prosigue la enseñanza de la parábola del mayordomo injusto: el rico no estaba sacrificando el presente por el futuro. Se da también una vívida imagen de la inalterable condición de los perdidos.


Rizpa

«Entonces Rizpa, hija de Aja, tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco, desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del campo de noche.»

Lease: 2.8 samuel 3:7; 21:8-14

La historia es bastante macabra, y refleja las costumbres brutales y las venganzas personales comunes en las historias de este período. Por desgracia, el barniz de civilización que hemos conseguido poner en nuestras costumbres es muy delgado. La Biblia nos cuenta simplemente lo que pasó, sin tratar de disimular u ocultar los hechos por reprobables que sean. En toda esta historia descuella la entereza de una mujer, que con su noble conducta hizo dar cuenta al rey David de una falta de respeto a los cadáveres de varios miembros de la familia de su enemigo Saúl. Vamos a contar la historia.

En primer lugar Rizpa había sido una concubina de Saúl y, por tanto, una mujer prominente en el reino de Israel. Dejando aparte el hecho de que más adelante cediera ilegítimamente a los desos de uno de los hijos de Saúl, Abner, vamos a considerar el episodio de los cadáveres de sus propios hijos, Armoni y Mefiboset, y los de los cinco hijos de Merab, la hermana de Mical (estas dos eran hijas de Saúl).

El episodio consiste en el hecho que los gabaonitas reclamaron, para vengarse de una matanza que había realizado Saúl entre su pueblo, a siete descendientes de Saúl. Los gabaonitas habían hecho un pacto con Josué, mediante un engaño, de que los israelitas no tomarían su vida, y servirían en Israel como leñadores y aguadores. El pacto debía ser mantenído, a pesar del engaño. Sin embargo, al llegar Saúl al trono suplantó las ideas de Dios por las suyas (pretendiendo que las dos eran idénticas) y decidió destruir a los gabaonitas. No los exterminó a todos, pero el juramento que Josué había hecho quedaba profanado.

David averiguó después de consultar a Jehová que la causa de un hambre que sufría Israel era la matanza de gabaonitas. Llamados, éstos requirieron siete varones descendientes de Saúl para ahorcarlos. David les entregó a los dos hijos de Rizpa y los cinco de Merab (por Adreiel uno de sus maridos).

Los siete fueron ahorcados, pero Rizpa, según vimos en el versículo del texto, cubrió los cadáveres que habían sido abandonados sobre la peña, para evitar que fueran devorados por los animales silvestres con una manta, y veló sobre la manta día y noche para impedir, que los cadáveres fueran descuartizados por las fieras, «desde el principio de la siega hasta que llovió». David recibió nuevas de la conducta de Rizpa y entonces, avergonzado, sin duda, ordenó que fueran juntados los huesos de estos siete ahorcados a los de Saúl, de Jonatán y otros y los mandó enterrar. Con ello terminó el hambre en la tierra.

Dejemos todos los aspectos sangrientos de esta historia y hagamos sólo mención a la entereza de esta mujer que desafió las inclemencias de los elementos naturales, la hostilidad de las fieras, el antagonismo de personas poderosas y acabó dando una lección de humanidad al mismo rey David. Su historia nos conmueve incluso hoy. No podemos dudar que las oraciones de Rizpa, para que se diera el respeto debido a los muertos, fueron escuchadas por el Señor.


ROBOAM.

Significa = «el pueblo se ha engrandecido» o «el que ha hecho engrandecer al pueblo».

Hijo del rey Salomón y de Naama, mujer amonita, una de sus esposas (1 R. 14:31). Roboam, hijo de un padre sabio, era poco sagaz. A la muerte de Salomón, en el año 931 a.C., los representantes de las doce tribus se reunieron en Siquem, en el centro del país, para proclamar rey a Roboam, el legítimo heredero del trono. La rivalidad, debida a causas más o menos antiguas, tendía a alejar a Judá de las tribus del norte y del este. (Véanse HISTORIA BÍBLICA c, C y JOSUÉ.) El pueblo, que sufría los excesivos impuestos exigidos por Salomón, solicitó un alivio con ocasión de la accesión del nuevo monarca. Jeroboam, el portavoz del pueblo, había tenido un importante cargo en el reinado anterior, y el profeta Ahías le había anunciado que él reinaría sobre diez tribus (1 R. 11:28-40). Roboam hizo que el pueblo esperara durante tres días para conocer su respuesta, y pidió consejo de los ancianos consejeros de Salomón. Ellos le recomendaron que accediera a la demanda del pueblo, que no dejaría de mostrarle su gratitud. Pero Roboam siguió los consejos de los de su propia generación, sus amigos de la infancia, y dio una dura respuesta al pueblo: «Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigará con escorpiones» (látigos armados con puntas metálicas). Estas palabras revelan la presunción e insensatez de Roboam. Al separarse entonces del joven rey, diez de las doce tribus renunciaron desde aquel momento a sostener la casa de David. El pueblo lapidó a Adoram, que había sido encargado de recaudar los tributos. Roboam, temiendo sufrir la misma suerte, se volvió apresuradamente a Jerusalén (1 R. 12:1-20; 2 Cr. 10:1-19).

Judá, una gran parte de Benjamín, y los de Simeón, permanecieron fieles al soberano. Reunió entonces Roboam a sus tropas escogidas para combatir contra las tribus rebeldes, pero el profeta Semaías consiguió disuadirlo de ello (1 R. 12:21-24; 2 Cr. 11:1-4). Roboam se dedicó entonces a fortificar las ciudades de Judá y de Benjamín, y a proveerlas de víveres (2 Cr. 11:5-12). Al erigir su rival becerros de oro en Bet-el y en Dan, los sacerdotes y levitas se refugiaron, casi en su totalidad, en Judá, y contribuyeron a afirmar el trono de Roboam; sin embargo, tres años después el mismo Roboam se entregó a la idolatría (1 R. 14:21-24; 2 Cr. 11:13-17; 12:1).

En el quinto año del reinado de Roboam, Sisac (véase FARAÓN, c) invadió Judá, tomó ciudades fortificadas, se apoderó de Jerusalén y saqueó el Templo y el palacio real (1 R. 14:25-28; 2 Cr. 12:2-12). Roboam tuvo dieciocho esposas, sesenta concubinas, veintiocho hijos y sesenta hijas (2 Cr. 11:21). Abías, su hijo, pretendía que el fallo inicial de Roboam había residido en su juventud y falta de experiencia (2 Cr. 13:1-12). Sin embargo, Roboam tenía 41 años cuando empezó a reinar. Ocupó el trono durante 17 años, y murió alrededor del año 915 a.C., sucediéndole su hijo Abiam o Abías (1 R. 14:21, 31; 2 Cr. 12:13, 16).


Rode

«rosa».

«Cuando Pedro llamó a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode»

Lease Hechos 12:13-25

No se nos dice mucho de Rode, pero algunos rasgos de su carácter se hacen evidentes en su breve aparición en el libro de los Hechos. Era una de las criadas de María, la madre de Marcos, y vivía en la casa de ellos, en Jerusalén. El incidente en que aparece es el acto de abrir la puerta a Pedro cuando este había salido milagrosamente de la cárcel. Hay tres cosas destacables: Primero es que Rode se había adherido a la misma fe de su señor. La pequeña contregación se reunía en la casa de María. Era ya más tarde de la medianoche. Estaban juntos orando en favor de Pedro que estaba en la cárcel. Rode participaba plenamente en la vida de aquella casa, no se limitaba a recibir manutención y salario. Creía en el mismo Dios de María y compartía sus goces y sus penas. Era una criada ideal; servía a su señora y a la iglesia de Dios.

Servía también con diligencia. Estaba destacada a la puerta, separada de la casa por un patio o vestíbulo. De buena gana Rode habría estado dentro con los otros en Ia oración y la conversación. Sin embargo, vigilaba en la puerta. Se daba cuenta que era mejor cumplir con su deber que dedicarse a ejercicios más piadodos dentro.

Finalmente, el tercer rasgo que vemos en Rode es su naturaleza exuberante. Lo demuestra la forma como se comportó cuando Pedro anunció su llegada con unos recios aldabonazos. Al reconocer la voz de Pedro, «de gozo no abrió la puerta, sino que corrió adentro a anunciar que Pedro estaba a la puerta» Es posible que interrumpiera la oración de alguno o un mensaje, pero no tuvo inconveniente en hacerlo. Los de dentro al ver su alborozo y sus gritos, probablemente medio incoherentes, pues estaba embargada por la emoción, le dijeron que estaba loca. Sólo después fue a abrir y tardaría bastante, pues se nos dice que, «Pedro continuaba llamando». Rode era una muchacha espontanea, con la emoción a flor de piel, llena de entusiasmo, y leal a la causa.


RUBÉN

= «he aquí un hijo».

Hijo primogénito de Jacob y de Lea (Gn. 29:31, 32; 35:23; 46:8; 1 Cr, 2:1; 5:1).

Rubén cometió un grave pecado de incesto (Gn. 35:22). Pero cuando sus hermanos hablaron de dar muerte a José, Rubén, con la secreta intención de liberarlo, y para ganar tiempo, les propuso echarlo en una cisterna. No estaba presente cuando sus hermanos lo vendieron a los ismaelitas de la caravana madianita. La desaparición de su joven hermano lo afectó profundamente (Gn. 37:21-29). Veinte años más tarde, en Egipto, Rubén recordó a sus hermanos que él no había tenido parte en el intento de ellos de eliminar a José (Gn. 42:22-24). Cuando Jacob dudaba acerca de permitir que Benjamín fuera con ellos a Egipto, Rubén ofreció a dos de sus hijos como rehenes en prenda del retorno de Benjamín (Gn. 42:37). Rubén tuvo cuatro hijos: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi (Gn. 46:8, 9; Éx. 6:14; 1 Cr. 5:3). Jacob, al morir, privó a Rubén de su derecho de primogenitura, a causa del pecado cometido con Bilha (Gn. 49:3, 4).


RUFO

= «rojo».

Hijo de Simón, el cireneo que fue obligado a llevar la cruz de Cristo (Mr. 15:21). Es posible que éste sea el cristiano a quien Pablo manda saludos (Romanos. 16:13).


RUT.

Rut, cuyo nombre significa «compañera» o «apego», fue una moabita que llegó a ser antepasada de David, María y Jesucristo. Después que Noemí y Elimelec, junto con sus hijos Quelión y ahlón por causa del hambre tuvieron que abandonar su hogar de Belén, Rut se casó con Mahlón. Murieron los varones; y quedaron viudas Noemí, Rut y Orfa. Noemí decidió regresar a Belén, y Rut, por el apego que le tenía, se fue con ella. Llegaron a Belén cuando comenzaba la cosecha de la cebada. Rut espigó los campos para ganarse el sustento y mantener a su suegra. En ese trabajo conoció a Booz, pariente de Noemí, quien la trató bondadosamente y luego se enamoró de ella. Booz compró la herencia de Mahlón en la heredad familiar y así, de acuerdo con la ley hebraica (Deuteronomio 25:5?10) adquirió el derecho de casarse con Rut. Su hijo primogénito fue Obed, quien fue padre de Isaí y abuelo de David. Referencia: el libro de Rut.

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