1 Corintios 3:11 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En estos versículos, el apóstol describe los materiales del edificio de Dios, así como la recompensa respectiva de los constructores.

1. El fundamento (gr. themélios, lo mismo que en Efe 2:20), que aquí equivale a la piedra principal del ángulo de Efe 2:20 y 1Pe 2:6-8, no es otro que Jesucristo. Al decir que él (Pablo) había puesto este fundamento, da claramente a entender que no trata de la persona de Cristo, sino del mensaje evangélico sobre la persona y la obra de Cristo. Esto es lo que Pablo llama «mi Evangelio» (Rom 2:16) y está tan seguro de que ése es el único Evangelio, que se atreve a lanzar el anatema contra quien predique (aunque sea un ángel del cielo). otro «evangelio» que se desvíe del que él ha predicado (Gál 1:8, Gál 1:9). Por eso dice ahora que ese fundamento «está ya puesto». Lo ha puesto Él, y nadie lo puede modificar ni cambiar de lugar. Todo el que predique a Cristo, tiene que predicar el Cristo que Pablo predicó, no otro. ¿Es ése el Cristo que se predica hoy en muchas iglesias?

2. Sobre ese fundamento pueden sobreedificarse materiales valiosos: enseñanzas bíblicas puras, sólidas, acendradas, rectamente trazadas (v. 2Ti 2:15), que el apóstol compara al oro, la plata y las piedras preciosas (v. 1Co 3:12). Comoquiera que Pablo habla en sentido figurado, es difícil saber si lo de «piedras preciosas» se refiere a diamantes, rubíes, amatistas, etc., o a «piedras de mucho precio» como el granito, el mármol, el pórfido, etc. El sentido no varía, y es inútil querer ver diferencias espirituales en la enumeración de distintos materiales valiosos.

3. Al final del versículo 1Co 3:12 se mencionan otras tres clases de materiales inútiles: madera, heno, paja. Tratándose del edificio de Dios, templo sagrado, dichos materiales son inútiles, sin valor, aun cuando se empleasen, como dice Hodge, «para casas corrientes, pero no para templos. Madera para las puertas y postes; heno, hierba seca mezclada con barro para las paredes; y paja para el techado». Lo mismo que con respecto a los materiales valiosos, no es muy útil ver diferencias tampoco en los inútiles. Sólo a título de información, copiamos del comentario de Trenchard: «Con todo, la madera puede representar esfuerzos humanos que son utilizados por la providencia de Dios, de la manera en que apoyos de madera pueden sostener un edificio por cierto tiempo; pero se entiende (hallándose en esta categoría) que el móvil es carnal, y el hecho de que la obra sea útil, bajo la providencia de Dios, no garantiza ni su permanencia ni que el «obrero» reciba recompensa».

4. Mientras la obra va siendo llevada a cabo, podrán discutir los hombres acerca de la calidad de los materiales, pero llegará el día (v. 1Co 3:13) en que la obra de cada uno se hará manifiesta; no valdrán tapujos de retórica ni profundos estudios de «Alta Crítica»; como los materiales ante el fuego, así se verá la calidad del material doctrinal y espiritual sobreedificado sobre el Evangelio de Cristo, ante el fuego de los ojos del Señor (Apo 1:14). Al tratarse de un juicio de recompensas, «el día» no puede ser otro que el de Jesucristo (1Co 1:8; 1Co 5:5; 2Co 1:14; Flp 1:6, Flp 1:10; Flp 2:16). J. Leal (como todos los demás amilenialistas) lo confunde con el día del Juicio Final (Apo 20:11.), pero, a tono con la moderna teología católica, no lo aplica al llamado «purgatorio» temporal, sino al Día de Jehová: «La segunda venida de Cristo (dice J. Leal) está concebida en este marco ígneo, propio de las teofanías del Antiguo Testamento, y aquí viene muy bien en la línea de la alegoría general del edificio». A continuación (vv. 1Co 3:14, 1Co 3:15), expone Pablo el resultado de «la prueba del fuego»:

(A) «Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa» (v. 1Co 3:14). El día, del que dice en el versículo 1Co 3:13 que declarará, es decir, pondrá en claro (gr. delósei, mostrará el verdadero carácter), la obra de cada uno, manifestará el carácter de lo que valía el material mediante la prueba de su permanencia: el fuego lo ha refinado, lo ha purificado quizá, pero no lo ha consumido. Jesucristo, el Juez del Tribunal divino, ha dado su Visto Bueno a la obra de su siervo; éste, pues, recibirá recompensa (gr. misthón; no es el «salario» de Rom 6:23). Ni nuestra mente tiene capacidad para concebir, ni nuestra lengua para expresar, la calidad de la recompensa eterna, de lo que Dios tiene preparado para los que le aman, de lo que Cristo otorgará, como una gloriosa condecoración, a los ministros del Evangelio (y aun a todo fiel testigo suyo en la tierra) que han sido fieles a su llamamiento en el desempeño del ministerio de la Palabra, pero sí sabemos que será una recompensa digna del Dador.

(B) En cambio, «si la obra de alguno será consumida por el fuego (lit.), él sufrirá pérdida (lit. saldrá perjudicado), no en su salvación personal, sino por falta de recompensa, ya que su obra ha sido consumida por el fuego como inútil para el edificio general de Dios. El apóstol lo aclara a continuación (v. 1Co 3:15): «si bien él mismo será salvo, aunque así como a través del fuego». La idea es clara: Lo mismo que una persona que, en un incendio, no logra salvar ninguna de sus posesiones, ni aun la ropa que lleva, sino que escapa, sano y salvo, por entre las llamas, así el obrero cristiano que edificó con material inútil, verá perdido todo ese material, verá también perdida cualquier recompensa, pero no perderá ni en un ápice su salvación (Rom 8:1). Su escape no será por fuego (por purificación), sino del fuego (por evacuación); el Señor lo sacará como se saca del incendio algo que está a punto de quemarse (comp. con Zac 3:2).

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