1 Corintios 4:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Aunque no aparece ninguna conjunción consecutiva al comienzo del versículo 1Co 4:1, las frases de Pablo aquí son una consecuencia de lo dicho en el capítulo 1Co 3:1-23, con otros detalles que enfatizan la responsabilidad del ministerio, el papel subalterno del ministro de Dios y ante quién ha de rendirse cuenta de la actuación ministerial. «Por tanto, que los demás vean en nosotros servidores de Cristo y administradores de los secretos de Dios» (v. 1Co 4:1. NVI, que añade «Por tanto», para que se vea mejor el sentido). El verbo es el mismo de Rom 6:11 y significa «tener en cuenta» (aquí, «tener a alguien por lo que realmente es»). Para «servidores», Pablo usa el vocablo huperétes que designaba al remero de una nave de tres filas de remeros (trirreme), subordinado al comandante de la nave. El término ocurre veinte veces en el Nuevo Testamento y siempre significa un servidor subalterno que acompaña a su superior, por lo que también puede traducirse por «asistente» (v. Hch 13:5, con respecto a Juan Marcos).

El vocablo griego oikónomos que Pablo usa para «administradores», puede traducirse también por «mayordomo» o «dispensador», y se deriva de oíkos, casa, y némo, distribuir, asignar, etc., de donde procede nómos, ley. Así, pues, Pablo se cuenta entre los mayordomos encargados de dispensar o administrar los misterios de Dios, es decir, las verdades que Dios había mantenido en secreto desde antes de la fundación del mundo, pero las había revelado ahora a los predicadores del Evangelio (1Co 2:7, 1Co 2:10).

2. Comoquiera que el administrador o mayordomo es un criado en quien el amo ha puesto su confianza, su cualidad fundamental es la fidelidad (v. 1Co 4:2): «Ahora bien, lo que en último término se exige a los que han recibido algo en administración, es fidelidad» (NVI). Algunos MSS dicen «exigís» (o, «exigid»), en lugar de «se exige», con lo que el sentido sería, dice Leal, «Vosotros debéis exigir o buscar en los apóstoles su fidelidad. Es el criterio que debéis seguir para juzgarlos». Sin embargo, la primera lectura cuadra mejor con el contexto posterior, pues el apóstol dice a continuación (vv. 1Co 4:3, 1Co 4:4) que no está sometido al juicio de ningún miembro de la iglesia ni a un día humano (lit.), esto es, a un plazo fijado para comparecer ante un tribunal, ni de la iglesia ni de fuera de la iglesia. El verbo es el mismo usado en 1Co 2:14., y significa el interrogatorio al que se somete a un reo ante un tribunal.

Tampoco él se juzga a sí mismo, a pesar de que su conciencia no le acusa (v. 1Co 4:4) de ninguna falta de fidelidad. Al decir «no por eso quedo justificado» (lit.), Pablo no se refiere a la justificación teológica, salvífica, que se obtiene de gracia mediante la fe. ¡Pablo se sabía salvo! Se refiere a fidelidad en el desempeño de su ministerio; de esa fidelidad, él se declaraba incompetente para juzgarse a sí mismo conocía bien lo engañoso del corazón humano , y reconocía en el Señor al único Juez competente para juzgarle en esta materia.

3. Por tanto, nadie debe juzgar nada antes de tiempo, pues al ser el Señor el único competente para juzgar, Él lo hará (v. 1Co 4:5) en su Segunda Venida, al sacar a la luz lo oculto, las intenciones de los corazones. Juzgar antes de tiempo es, pues, usurpar la silla del Juez Supremo. Esto nos enseña dos cosas: (A) El tremendo pecado de juzgar (v. Mat 7:1-5) a otros, fuera de los legítimos tribunales de justicia y, sobre todo, en este caso, a los administradores de los misterios de Dios. (B) La tremenda responsabilidad de los ministros de Dios, pues son los mayordomos de Dios para dispensar a los demás las verdades que Dios ha revelado para la salvación y santificación de los hombres.

No siempre son fieles los motivos por los que un predicador anuncia a Cristo (v. Flp 1:16) y algunos que dicen «¡Señor, Señor!» se perderán para siempre (v. Mat 7:21-23). Pero hay aquí dos cosas ciertas: Que los creyentes han de ver en los predicadores siervos de Dios que les administran la Palabra de Dios y que, por eso, son merecedores del honor, de la oración y del sustento por parte de las ovejas a las que así alimentan; segundo, que los ministros de la Palabra han de esforzarse por ser fieles a tan alto oficio y tan bendito ministerio, al saber que han de rendir cuentas al Amo. ¡Nótese bien! Sólo a Él. El pastor no es responsable ante la congregación, sino ante Dios, porque la iglesia no es una democracia, sino una teocracia. Por eso mismo, no es de la congregación de donde ha de esperar el predicador alabanza o partidarios, sino que cada uno (v. 1Co 4:5) recibirá su alabanza de parte de Dios.

4. Pablo termina esta sección diciendo (v. 1Co 4:6): «Ahora bien, hermanos, todo esto lo he aplicado, a modo de ejemplo, a mí y a Apolos en beneficio vuestro, a fin de que aprendáis de nuestro caso el sentido de aquel dicho: No sobrepasar de lo que está escrito . Entonces ni uno de vosotros estará engreído de tomar partido a favor de un apóstol contra otro». (NVI). Esta paráfrasis (con algunos puntos discutibles) ilumina el sentido de este difícil versículo. El verbo griego con que Pablo expresa la presentación de su caso y el de Apolos es el mismo de 2Co 11:15, donde se traduce por «disfrazarse»; aquí indica presentar, tras un caso concreto, un principio general: Atenerse a lo que dice la Palabra de Dios. No sabemos si Pablo tiene aquí en mente alguna porción determinada (como Jer 9:23, mencionada en 1Co 1:31), o se refiere a la Escritura en general, la cual exalta la gloria de Dios y enseña a no gloriarse en el hombre. Lo que realmente importa para beneficio de los creyentes de Corinto (y para todos en general), es que nadie se hinche (lit. El mismo verbo de 1Co 8:1) orgullosamente al pensar que el «líder» a quien sigue merece más honor, respeto y atención que otro hermano cualquiera. El verbo griego tiene cierto matiz de apasionamiento en el orgullo con que cada uno defiende a su predicador favorito.

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