1 Juan 5:14 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de 1 Juan 5:14 | Comentario Bíblico Online

Como ya hemos apuntado, toda esta porción hasta el final de la carta es tenida por algunos, no sólo como una añadidura muy posterior, sino como añadidura de otro autor. Baste con decir, según observan Salguero y Rodríguez-Molero, que «Tertuliano cita los versículos 1Jn 5:16, 1Jn 5:17, 1Jn 5:18, 1Jn 5:21, y Clemente de Alejandría los versículos 1Jn 5:16, 1Jn 5:17, y los dos escritores mencionan a Juan por su nombre. Luego al final del siglo II esos versículos formaban parte de la epístola» (Rodríguez-Molero). Este mismo autor hace notar que la conexión del final con el comienzo de la epístola es estrecha, y que el estilo y las ideas son evidentemente joaneas; y añade: «Hay una palabra que domina sobre las demás: oídamen (sabemos. El paréntesis es mío), que se repite hasta cinco veces. Parece la voz del bajo de un concierto, sobre la cual se elevan figuras melódicas aisladas, que se atraen mutuamente». Toda esta sección (vv. 1Jn 5:14-17) se divide en dos partes: 1) La confianza en que nuestras oraciones serán respondidas (vv. 1Jn 5:14, 1Jn 5:15); 2) Una mención especial del «pecado para muerte» dentro de las oraciones por los hermanos (v. 1Jn 5:16, 1Jn 5:17).

1. Veamos primero los versículos 1Jn 5:14, 1Jn 5:15: «Tenemos esta confianza al acercarnos a Dios, que si pedimos algo de acuerdo con su voluntad, Él nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en cualquier cosa que pidamos , sabemos que conseguimos (lit. tenemos, en presente) lo que le hayamos pedido» (NVI).

(A) De la seguridad que el creyente puede tener de que posee la vida eterna, pasa Juan a declarar la confianza que puede tener en que sus oraciones serán escuchadas y respondidas. El original dice que tenemos esa confianza pros autón, para con Él, junto a Él, hacia Él (Dios); es la misma preposición que hallamos en 1Jn 1:2; 1Jn 2:1 y en Jua 1:1, Jua 1:2. La expresión «ante Él» de la RV 1977 da aquí un sentido perfecto.

(B) La única condición (comp. con 1Jn 3:21, 1Jn 3:22) para estar seguros de que Dios nos concederá lo que le pidamos es que sea «algo conforme a su voluntad». La razón es muy sencilla: Sólo Dios sabe lo que realmente nos conviene; por eso, la sumisión a su voluntad es la única garantía de acertar en nuestras peticiones (v. también Rom 8:26, Rom 8:27). Dice Stott: «La oración no es un ardid conveniente para imponerle a Dios nuestra voluntad o para inclinar Su voluntad a la nuestra, sino el medio prescrito para subordinar nuestra voluntad a la de Él. Por medio de la oración es como buscamos la voluntad de Dios, nos abrazamos a ella y nos alineamos con ella. Cada verdadera oración es una variación en el tema Hágase tu voluntad . Nuestro Maestro nos enseñó a decirlo en el modelo de oración que nos dio y propuso el ejemplo supremo en Getsemaní».

(C) A la certeza de ser oídos, añade Juan (v. 1Jn 5:15) la certeza de poseer ya lo que le hemos pedido a nuestro Padre. En realidad, el versículo 1Jn 5:15 parece un eco de Mar 11:24, donde dice el propio Señor Jesús: «Por eso os digo: Todo cuanto rogáis y pedís, creed que (lo) recibisteis (o, según otros MSS, estáis recibiendo) y será para vosotros» (lit.). Las técnicas modernas que utilizan el poder de la mente, para alcanzar algo, mediante la visualización de lo deseado, quedan por debajo de la lección de psicología sobrenatural que el Maestro nos enseñó y que Juan, discípulo de primera mano en aquella clase, nos repite aquí.

2. Si los versículos 1Jn 5:14, 1Jn 5:15 nos dan una norma eficaz para conseguir lo que le pedimos a Dios en general, los versículos 1Jn 5:16 y 1Jn 5:17 tratan, en especial, de la oración de intercesión por nuestros hermanos en la fe. Dicen así dichos versículos: «Si alguno ve a su hermano cometer un pecado (lit. pecando un pecado hebraísmo) que no conduce a (gr. pros la conocida preposición de relación, dirección, etc. ) la muerte, debe orar y Dios le dará vida. Me refiero a quienes cometen pecado que no conduce a la muerte. Hay pecado que conduce a la muerte. Yo no estoy diciendo que deba orar acerca de esta clase de pecado. Toda mala acción (lit. injusticia) es pecado, y hay pecado que no conduce a la muerte» (NVI).

(A) Lo primero que observamos en este pasaje es algo que está muy claro: La oración de intercesión por nuestros hermanos es especialmente acogida y respondida por Dios (v. Efe 6:18; Col 4:2-4). Quien ve al hermano en necesidad espiritual, como aquí (y aun en necesidad material, como en 1Jn 3:17, 1Jn 3:18), «no puede decir: ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? y no hacer nada. El futuro pedirá no expresa un mandato del escritor, sino una reacción inevitable y espontánea del cristiano» (Stott).

(B) En el texto original no aparece el vocablo «Dios» en la frase que tanto la NVI como la RV traducen: «y Dios le dará vida». Como Dios, no el hombre, es el Dador de la vida, algunos autores opinan que hay que suponer un implícito y abrupto cambio de sujeto en el versículo 1Jn 5:16, como si el texto lo exigiera por necesidad teológica. Pero, como hace notar Stott, «los verbos están tan sencilla y estrechamente ligados en el griego (aitései kai dósei), que un sujeto diferente resultaría muy forzado. Es mejor admitir la atribución de la eficacia real a la oración (como en el v. 1Jn 5:15), de forma que, bajo Dios, el que pide vida para un hombre puede decirse de él, no sólo que la gana para él, sino también que se la da». Y Rodríguez-Molero hace notar «que no dice que le dará ten zoén = la vida eterna, sino simplemente zoén = vida. Esa falta del artículo indica que no le dará la vida divina, sino sólo que en su línea restaurará o aumentará sus fuerzas». Compárese con Stg 5:15, Stg 5:20, y téngase en cuenta la observación de Rodríguez-Molero para la grave dificultad que vamos a ver a continuación.

(C) La dificultad está en la expresión «pecado para (gr. pros) muerte», expresión que se repite cuatro veces en estos dos versículos. Juan no prohíbe orar acerca de tal pecado, pero tampoco lo ordena. En cuanto a la construcción gramatical, Rodríguez-Molero hace ver que «pros con acusativo indica ordenación a la muerte, pero no sucumbir de hecho bajo sus garras». Pero tanto él como Salguero, Stott, y la mayoría de los autores a partir de Agustín de Hipona, opinan que Juan se refiere aquí a un pecado especial que conduce a la muerte eterna. En el mismo sentido se expresaba ya en el año 495 el papa Gelasio I: «Hay un pecado para muerte para los que perseveran en el mismo pecado; hay un pecado no para muerte para los que se apartan del mismo pecado. Puesto que no hay ningún pecado por cuyo perdón no ore la Iglesia o del que, con la potestad que le ha sido dada por Dios, no pueda absolver a los que desisten de Él o remitir a los que (de él) hacen penitencia». De esta manera tan simplista, ajena completamente al sentido del texto sagrado, dio el Papa una solución infaliblemente falsa. Vamos a exponer en este apartado las opiniones de los que entienden por «muerte» la muerte eterna, espiritual, antes de dar, en el siguiente apartado (D), la única solución que cuadra con el texto, el contexto próximo (v. 1Jn 5:15) y el contexto general del Nuevo Testamento.

(a) Conforme a la distinción que el Antiguo Testamento (v. por ej. Núm 15:24-31, comp. con Heb 10:26) hace entre pecados por ignorancia y pecados de completa deliberación, hay autores (los hubo especialmente en los primeros siglos de la Iglesia) que piensan en ciertos pecados que, de modo especial, endurecen el corazón y le hacen persistir hasta el fin en ese estado. Estos pecados «imperdonables» eran, ya desde Tertuliano, el homicidio, el adulterio y la idolatría. A partir de aquí se fue desarrollando una línea de diferenciación casuística que culminó en la división de los pecados en «mortales» y «veniales». Tal interpretación ha sido abandonada aun por la mayoría de los modernos autores catolicorromanos, y es ajena al pensamiento del autor sagrado.

(b) Gran número de autores, tanto evangélicos como catolicorromanos, opinan que se trata del pecado de apostasía total de la fe cristiana. Apelan a otros textos como Heb 6:4-6; Heb 10:26 y ss.; 12:16, 17 (v. el comentario a estos lugares). Pero, como hace notar Stott: «¿Puede apostatar un cristiano, que ha nacido de Dios?… Alguien que ha recibido la vida que es eterna, ¿puede perderla y pecar para muerte ? Parece claro, a no ser que la teología de Juan se contradiga a sí misma, que quien peca para muerte no es cristiano».

(c) Otros autores, en fin, creen que se trata de la blasfemia contra el Espíritu Santo. Ésta es, según el mismo Stott, la única alternativa remanente. Pero halla una dificultad: «¿Cómo puede ser apellidado hermano alguien que no es cristiano?» Termina aplicándolo en especial a los falsos maestros que salieron de la congregación (1Jn 2:19): «Es cierto, dice, que anteriormente habían sido miembros de la congregación visible y, sin duda, habían pasado entonces por hermanos . Pero salieron y, con su retirada, resultó evidente que nunca habían sido verdaderamente de los nuestros … Puesto que rechazaron al Hijo, renunciaron a la vida (1Jn 5:12)».

(D) Todos ellos, los de las tres opiniones que acabamos de exponer, sufren una tremenda equivocación, por no atender debidamente al texto, ni al contexto ni a la enseñanza general de las Escrituras. En primer lugar, es incuestionable que Juan se refiere a un hermano no fingido, sino verdadero. Dice L. S. Chafer: «Este texto es explícito. Se refiere a un hermano , término que nunca se usa con respecto a un no regenerado, y declara terminantemente que un cristiano puede pecar de una forma tal que el castigo de muerte caiga sobre él. Si el pecado no fuese para muerte, la oración podría servirle de provecho. Más aún, no hay evidencia de que el hermano cese de ser lo que es con relación a Dios o que esta muerte sea la muerte espiritual que conduce a la muerte segunda. La posibilidad del castigo se ve tambien en Jua 5:14». En la misma línea, dice concisamente Ryrie: «Los creyentes pueden pecar hasta el punto en que sobreviene la muerte física como resultado del juicio de Dios (cf. 1Co 11:30). El griego dice pecado, no un pecado, en los versículos 1Jn 5:16 y 1Jn 5:17». En segundo lugar, el contexto mismo del versículo 1Jn 5:16 habla de dar vida, ¡vida física!, por medio de la oración; por lo que resulta más fácil entender muerte como muerte física. En tercer lugar, la enseñanza de la Escritura, en otros lugares, habla de la muerte física como una disciplina drástica del Señor en casos donde la conducta de un hermano sirve de grave tropiezo para la comunidad. Ryrie cita 1Co 11:30. Véase también el comentario a Jua 15:1-6, 1Co 5:5 y 1Pe 4:6. El fondo veterotestamentario de esta drástica disciplina se halla en lugares como Núm 15:30, Núm 15:31 (comp. con Heb 10:26), donde no se puede probar que el «ser cortado del pueblo» comporte la condenación eterna; más bien es una medida de purificación de la comunidad, como en 1Co 5:5.

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