1 Juan 5:18 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Estos versículos vienen a ser como el resumen de toda la epístola. Como ya dijimos anteriormente, la nota dominante es ese «sabemos» que se repite tres veces al comienzo de sendos versículos (vv. 1Jn 5:18, 1Jn 5:19 y 1Jn 5:20). Termina la epístola con una extraña advertencia (v. 1Jn 5:21). Consideremos cada versículo por separado.

1. Dice el versículo 1Jn 5:18: «Sabemos que el que es nacido (lit. el que ha sido engendrado) de Dios no continúa entregado al pecado (lit. no peca, en presente de indicativo, lo mismo que en 1Jn 3:6); el que fue engendrado de Dios le preserva, y el Maligno no le puede echar mano» (NVI). Juan vuelve aquí a uno de sus temas favoritos (v. 1Jn 3:4-10): El que ha nacido de nuevo posee una nueva naturaleza, la naturaleza divina, pues ha nacido de Dios y, por tanto, no puede continuar habitualmente entregado al pecado. En cuanto a la segunda frase, hay muchos MSS que favorecen la lectura eautón («a sí mismo»), con lo que tendríamos la versión: «el que fue engendrado de Dios se guarda a sí mismo», es decir, cuida de no pecar (con la gracia de Dios, por supuesto). Pero es más probable la lectura autón («a él, le »), como traducen tanto la NVI como la RV. La última frase debe leerse como en la NVI (o, literalmente, «y el Maligno no echa mano de él»). En efecto, el significado preciso del verbo griego apto no es «tocar» (thingano es el verbo adecuado para «tocar». V. Col 2:21, donde la versión exacta es: «no tomes, no gustes, no toques» NVI , donde el griego usa el verbo apto en primer lugar y thingano en tercer lugar), sino «echar mano de», «asir», «retener» (v. Jua 20:17, donde la NVI traduce «No me retengas», y la RV 1977 «Suéltame»; lit. Cesa de sujetarme). En efecto, el diablo puede tocar (y de hecho toca. V. el caso de Job, sin ir más lejos) al creyente, pero no lo puede sujetar, retener ni llevárselo.

2. Abundando en el mismo pensamiento, Juan particulariza (v. 1Jn 5:19) lo que, en el versículo 1Jn 5:18, ha dicho de una forma impersonal, y da la razón de que el Maligno no pueda dañar al creyente: «Sabemos que somos de (gr. ek, en sentido de origen) Dios; es decir, nacidos de Dios (v. 1Jn 5:18), y el mundo entero yace en el Maligno» (versión literal). El contraste es vivo; el hijo de Dios está de pie, vivo, en la gracia de Dios (1Pe 5:12), en el Señor, en Jesucristo (v. 1Jn 5:20, comp. con Flp 4:1), pues está arraigado en Él y en Él puede caminar (Col 2:6, Col 2:7). En cambio, el inconverso, el mundo entero de los sin Dios, sin Cristo, sin esperanza, yace (gr. keítai) en el Maligno, esto es, en poder de Satanás. Yace, pues ésa es la postura natural de los cadáveres; yace en las fauces del diablo, no debajo, porque el diablo todavía no se lo ha tragado; Dios puede devolverle a la vida, como lo hizo con nosotros cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados (v. Efe 2:1.), y eso mismo nos ha de espolear a sacar almas de las fauces del diablo, como tizones arrebatados del incendio (Zac 3:2), aunque sólo Dios es el que puede devolverle la vida; los siervos de Dios han de limitarse a soltar y dejar caminar en paz al resucitado (comp. con Jua 11:44). La RV 1977 y la Biblia de Jerusalén son las únicas versiones castellanas, que yo sepa, que dan el sentido preciso del original en esta segunda parte del versículo 1Jn 5:19. La Biblia de las Américas lo da bien, pero lo daría mejor si tradujese «en el poder …» en lugar de «bajo el poderÉ».

3. El versículo 1Jn 5:20 es el más denso en doctrina, dentro de esta sección: «Mas sabemos que el Hijo de Dios ha venido (gr. hékei, ha venido y está aquí) y nos ha dado inteligencia (gr. diánoian; la mente que razona) para que conozcamos (gr. guinóskomen, en presente de subjuntivo) al verdadero (gr. ton alethinón, al genuino); y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero (siempre, alethinós) Dios, y la vida eterna» (lit.). Este versículo necesita un análisis especial.

(A) El verbo que Juan usa aquí para lo de «ha venido» (gr. hékei) es poco frecuente. Pablo no lo usa sino en una cita de los LXX (Rom 11:26). En cambio, Juan lo usa 11 veces: cuatro en su evangelio; una, en este lugar; seis, en Apocalipsis. Rodríguez-Molero hace notar que «los sinópticos lo reservaban para la parusía» (v. Mat 8:11; Mat 23:36; Mat 24:14, Mat 24:50; Luc 12:46; Luc 13:29, Luc 13:35; Luc 19:43). Según el mismo autor: «Ese acontecimiento (la Venida de Cristo) se produjo ya en el tiempo, pero sus efectos se dejan sentir en los que creen; hékei encierra la idea de está aquí ».

(B) Como principal revelador del Padre, el objetivo principal de la Venida de Cristo fue hacernos conocer al verdadero Dios (v. Jua 1:18; Jua 14:9, Jua 14:10; Jua 17:3). El verbo conozcamos, que expresa un conocimiento íntimo, cordial, experimental, está en presente, y subraya la actitud continua del creyente en su comunión con Dios. El verdadero (genuino) Dios es puesto aquí en contraste con los dioses falsos, conforme al uso constante de las Escrituras.

(C) Y no sólo conocemos al verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo (v. Jua 17:3), sino que estamos (v. el comentario al v. 19b), en comunión vital (Jua 15:1.), en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. No sólo la revelación de Dios (Jua 1:18), sino la vida divina (Jua 1:4; Jua 5:24; Jua 6:33-58; Jua 10:10; 1Jn 5:11, 1Jn 5:12), y la gracia y la verdad de Dios (Jua 1:14, Jua 1:16) nos han venido por medio de Jesucristo, el único Mediador entre Dios y los hombres (1Ti 2:5) y el único camino de los hombres a Dios (Jua 14:6).

(D) El autor sagrado termina este versículo 1Jn 5:20 con la frase: «Éste (gr. oútos) es el Dios verdadero y la vida eterna». ¿A quién se refiere el pronombre demostrativo oútos (éste)? Gramaticalmente, sólo puede referirse al antecedente más próximo, que es Jesucristo. Para Salguero y para F. Rodríguez-Molero, esto no ofrece ninguna dificultad, pues está claro. Dice Rodríguez-Molero: «A Cristo se aplica ahora el mismo predicado verdadero que antes se aplicó a Dios. Esto ha dado lugar a disputas. Pero no hay que atormentarse mucho para hallar el recto sentido: en la teología joánica se aplica a veces un predicado divino a Jesucristo (Jua 1:1; cf. Jua 1:18; Jua 20:28). En este pasaje, el sensus plenior llega a un grado extraordinario, pues el artículo delante de verdadero indica que hay plena identidad sin limitaciones». En nota al pie de página, agrega: «El pronombre oútos se refiere indudablemente a Jesucristo. Pero lo ponen en duda Hamack, Holtzmann-Bauer, Windisch, Dodd. Bultmann atribuye la frase a un imitador ».

Stott es más cauto: «Desde el punto de vista gramatical, se habría de referir normalmente al sujeto precedente más próximo, a saber, su Hijo Jesucristo. En tal caso, ésta sería la más inequívoca afirmación de la deidad de Jesucristo en el Nuevo Testamento … Lutero y Calvino adoptaron este punto de vista. Ciertamente, de ningún modo es una interpretación imposible. Sin embargo, «la referencia más natural» (Westcott) es al que es verdadero. De este modo, las tres referencias al «verdadero» se refieren a la misma Persona, el Padre, y los puntos adicionales hechos en la evidente repetición final son que es este Uno, a saber, el Dios dado a conocer por Jesucristo, el que es el verdadero Dios y el que es, además, vida eterna. Así como es luz y amor (1Jn 1:5; 1Jn 4:8) es también vida, siendo Él la única fuente de la vida (Jua 5:26) y el dador de la vida en Jesucristo (v. 1Jn 5:11)».

Hay quienes tienen a Westcott por «liberal», etiqueta que, sin más, ponen muchos fanáticos a quienes no sostienen en todo sus retrógrados dogmatismos. Pero I. S. Rennie, en el Evangelical Dictionary of Theology, Edit por Walter A. Elwell, dice de Westcott, entre otras muchas cosas buenas: «Su obra refleja lo mejor de la tradición exegética inglesa, que él y sus colegas (Lightfoot y Hort) hicieron tanto por desarrollar. Basado en un masivo conocimiento de la Historia y de la Teología, sus puntos de vista eran conservadores y espirituales, como se expresan en la introducción a las Epístolas de Juan». A él y a su colega Hort se debe el texto crítico del Nuevo Testamento Griego que estamos usando en este comentario. Siempre he dicho, y lo repito, que debemos ser muy cautos en exégesis, para no dar a los adversarios del cristianismo ningún motivo de gloriarse en habernos derrotado en relación con lugares del texto sagrado que no estén absolutamente claros a favor de la interpretación que defendemos, por muy grandes que sean, o parezcan, las probabilidades a nuestro favor.

4. La epístola termina (v. 1Jn 5:21) con una extraña advertencia: «Hijitos, guardaos (gr. phuláxate, en aoristo de imperativo), es decir, manteneos a distancia, de una vez por todas y para siempre (aoristo ingresivo) de los ídolos» (lit.). El «Amén» que figura en nuestras versiones falta en los más importantes MSS (entre ellos, el Sinaítico, el Vaticano y el Alejandrino, que están entre los más antiguos y fidedignos). El verbo griego phulasso indica la función de custodiar un objeto o una persona (v. en Luc 2:8; Hch 12:4; 1Ti 6:20; 2Ti 1:12, 2Ti 1:14). Los «ídolos» son siempre los falsos sustitutos del Dios verdadero, pero los autores sólo se atreven a conjeturar qué clase de ídolos son los que Juan tiene aquí en mente. El artículo «los» da a entender que se refiere a cosas bien determinadas que sus lectores, sin duda, comprendían. Tanto Salguero como Rodríguez-Molero piensan que se refiere a los dioses paganos. J. Stott da también como posible, siguiendo a Barclay, que «estuviese pensando (Juan) en las idolatrías paganas de las que Éfeso estaba llena por aquel tiempo». Pero tiene como más probable la opinión de Brooke de que Juan alude «a las falsas imágenes mentales, fabricadas por los falsos maestros». Estas falsas imágenes tendrían que ver con las enseñanzas de los gnósticos sobre la persona de Cristo. Sea lo que sea de dichos «ídolos», lo cierto es que constituían una grave amenaza a las comunidades cristianas de aquel tiempo. Dice Rodríguez-Molero: «Con este grito de alarma, el apóstol cierra la epístola, tan vibrante de afecto y tan rica de doctrina».

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