1 Pedro 2:13 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En estos versículos, el apóstol Pedro particulariza uno de los aspectos de una conducta auténticamente cristiana: La sumisión a las autoridades legítimas, aunque no entra en tantos detalles como Pablo en Rom 13:1-14. Viene primero (vv. 1Pe 2:13, 1Pe 2:14) la exhortación. Después (vv. 1Pe 2:15, 1Pe 2:16) la apoya con fuertes razones. Termina (v. 1Pe 2:17) con una exhortación general a comportarse con respeto y amor hacia todos.

1. La exhortación, según la traduce la NVI, dice así (vv. 1Pe 2:13, 1Pe 2:14): «Someteos por amor al Señor a toda autoridad instituida entre los hombres: ya sea al rey como suprema autoridad, ya sea a los gobernadores, que están como delegados suyos para castigar a los malhechores y elogiar a los hombres de bien».

(A) El original dice a la letra: «Someteos (un verbo frecuente en Efe 5:22.) a causa del Señor a toda criatura humana», pero la comparación con Rom 13:1 y Tit 3:1 nos da a entender claramente que el término griego ktísei ha de traducirse por institución, esto es, por «autoridad instituida». El propio contexto posterior singulariza sólo al rey, como autoridad soberana en el plano terrenal humano, y a los gobernadores, delegados del rey en las diversas provincias del Imperio en relación con la administración de la justicia y el mantenimiento del orden público. «A causa del Señor» indica siempre un motivo sobrenatural de conducta, pero, en el contexto presente, son posibles también otras tonalidades. Dice Salguero: «Porque toda autoridad procede de Dios (v. Rom 13:1-7) y porque el Señor así lo quiere, como dirá después (v. 1Pe 2:15); o también porque Jesús ha dado ejemplo, sometiéndose a la autoridad del gobernador Poncio Pilatos (Mat 27:2; Luc 23:1.), y lo ha ordenado así a sus discípulos (Mat 22:21.)».

(B) La mención de las funciones que ejercen el rey y los gobernadores del Estado no significa que los cristianos hayan de someterse a las autoridades únicamente cuando éstas cumplan perfectamente con sus funciones respectivas, pues entonces se abriría la puerta a toda interpretación subjetiva acerca del uso o abuso de la autoridad (la historia nos ofrece muchos y tristes ejemplos de las consecuencias que acarrea tal mentalidad: sublevaciones, guerras civiles, asesinato de personas constituidas en autoridad, etc.). El creyente cristiano está obligado a someterse a las autoridades y acatar el régimen constituido mientras no se le quiera forzar a hacer algo que es claramente contrario a la voluntad de Dios (v. Hch 4:19, Hch 4:20; Hch 5:29). Siempre conviene recordar que el emperador romano, cuando Pedro escribía esto, era Nerón, el perverso tirano.

2. Las razones con que Pedro apoya su exhortación son dos, y ambas expresan la voluntad de Dios al respecto: La eficacia del buen testimonio y el correcto ejercicio de la verdadera libertad. Dicen así los versículos 1Pe 2:15 y 1Pe 2:16 en la NVI: «Porque la voluntad de Dios es que, obrando el bien, reduzcáis al silencio las palabras, llenas de ignorancia, de los insensatos. Vivid como personas libres, pero no uséis de vuestra libertad para encubrir la maldad, sino portaos como siervos de Dios».

(A) Aunque la práctica del bien no siempre hace callar a los maliciosos, al menos les pone en evidencia de tal forma que resulta como una mordaza, puesta a su ignorancia e insensatez. El verbo griego phimoún, que Pedro usa aquí, es el mismo que Mateo usa para describir la forma en que Jesús hizo callar a los fariseos (Mat 22:34). También sale en Mar 1:25; Luc 4:35 para describir lo mismo con respecto a los espíritus inmundos, y en Mar 4:39 con respecto a la mar encrespada. Literalmente significa «poner un bozal o mordaza».

(B) En cuanto a la ignorancia a que se refiere aquí Pedro, hace notar A. Stibbs que el vocablo griego no es el corriente ágnoia (v. en 1Pe 1:14, entre otros lugares), sino agnosía, que sólo ocurre aquí y en 1Co 15:34 y que «insinúa, dice Stibbs, una posible obstinada falta de voluntad para aprender o aceptar la verdad». A estos ignorantes llama Pedro insensatos (gr. áphrones, lo contrario de sóphrones). Es el mismo vocablo de Efe 5:17, entre otros lugares, y denota la falta de reflexión y de discernimiento que puede esperarse de quienes carecen de prudencia y de modestia. Son los que, como suele decirse, «no ven más allá de sus narices». Dice Stibbs: «Toda la frase se refiere a la clase de habladores que denigran la religión sin razón y sin conocimiento».

(C) La segunda razón por la que los cristianos deben comportarse bien, ya que la voluntad de Dios es nuestra santificación (1Ts 4:3), es porque ésta es la manera correcta de usar la libertad con que Cristo nos hizo libres (v. 1Pe 2:16, comp. con Gál 5:1, Gál 5:13). Pedro hace la salvedad, como Pablo en Gál 5:13, de que nuestra libertad no puede ser licencia, no es como una cobertura (gr. epikálumma) con que se tapan ocultas maldades, sino la libertad propia de los siervos (doúloi, esclavos) de Dios (comp. con Rom 6:12-23). La suprema libertad es la total dependencia de la infinitamente santa, sabia y poderosa voluntad de Dios.

3. El autor sagrado cierra esta porción con una exhortación que cubre un ancho campo de responsabilidades del creyente con relación a Dios y al prójimo: «Mostrad a todos el debido respeto, amad la hermandad de los creyentes, tened temor de Dios y honrad al rey» (NVI). La paráfrasis que la NVI hace aquí deja tan claro el sentido del versículo 1Pe 2:17 que apenas se necesita ningún comentario. Sin embargo, me permito extraer algunas ideas iluminadoras y provechosas que aporta el magnífico comentario de R. Franco. Este autor hace ver que el primer imperativo está en aoristo, con lo que los otros tres, en presente, podrían considerarse como una «explicación de la norma general del primero», pero el orden (hermanos, Dios rey) parece ir contra esta explicación. Quizás, dice él, se deba a «meras razones eufónicas». La «hermandad de los creyentes» (NVI) o «fraternidad» (gr. adelphótes, vocablo que sale únicamente aquí y en 1Pe 5:9, es el nombre que Pedro da aquí a la comunidad cristiana. Dice Franco: «La insistencia en la necesidad del amor fraterno (1Pe 1:22; 1Pe 3:8) le ha llevado a escoger este término para designar la Iglesia». La última parte del versículo 1Pe 2:17: «Tened temor de Dios y honrad al rey» se halla en Pro 24:21, pero con una notable diferencia que R. Franco explica así: «Mientras aquí (en Pro 24:21) se dice: teme, hijo, a Dios y al rey , San Pedro, partiendo del sentido religioso del temor como actitud fundamental cristiana (1Pe 1:17; cf. Mat 10:28), reserva el temor exclusivamente para Dios».

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