1 Pedro 2:4 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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La idea del crecimiento espiritual al que el creyente recién nacido debe aspirar, lleva al autor sagrado a considerar la metáfora de la Iglesia como un santuario que se levanta, que «crece» (comp. con Efe 4:12, Efe 4:13, Efe 4:15, Efe 4:16), donde los creyentes son, a un mismo tiempo, piedras vivas del edificio y sacerdotes santos. Las ideas son similares a las que Pablo expone en Efe 2:20-22. Dicen así los versículos 1Pe 2:4-8 en la NVI: «Al allegaros a Él (Cristo, el Señor del versículo anterior), la Piedra viva rechazada por los hombres, pero escogida por Dios y de mucho valor a sus ojos , vosotros también, como piedras vivas, vais siendo edificados como un edificio espiritual destinado a un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales, gratos a Dios por medio de Jesucristo; pues se encuentra en la Escritura lo siguiente: Mirad que coloco en Sion una piedra angular escogida y de mucho precio, y quien ponga su fe en ella, nunca quedará defraudado . Ahora bien, para vosotros los creyentes, esta piedra es de mucho valor; pero para los que no creen, La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en clave de arco y En piedra que hace tropezar a los hombres, y en roca que les hace caer . Tropiezan porque desobedecen al mensaje que es también a lo que estaban destinados».

1. Lo primero que nos llama la atención aquí es la expresión «al allegaros a Él» con referencia a Cristo, pues dicho verbo, en este sentido sólo se halla en la Escritura con respecto a Dios (v. por ej. Heb 4:16; Heb 7:25; Heb 10:1, Heb 10:22; Heb 11:6). Sin embargo, el verbo prosérkhomai, que Pedro usa aquí, lo pone Juan en labios de Cristo, aunque en forma diferente (érkhomai pros) en Jua 6:35, Jua 6:37, Jua 6:44, Jua 6:45, Jua 6:65, en sentido de creer en Él (V. dicho paralelismo en Jua 6:35). Esto significa que nuestro acercamiento a Cristo es siempre por fe, pero el verbo en cuestión connota dos conceptos adicionales, igualmente dignos de consideración: (A) «Expresa la idea de acercarse con intención de quedar allí y de disfrutar de comunión personal» (Stibbs). (B) Como en los demás lugares del Nuevo Testamento (en este sentido) o del Antiguo Testamento (en la versión de los LXX), connota la idea de acercarse a Dios en adoración, para ofrecer oración y sacrificio. Comporta, pues, una actitud cultual, como puede observarse en los textos de Hebreos citados arriba.

2. Pedro llama a Cristo piedra viva, puesto que es el Resucitado (Rom 6:9) y el que comunica la vida (Jua 4:10; Jua 6:51; Jua 14:19, etc.); ahora, como espíritu vivificante (1Co 15:45). Es interesante notar (muy útil para un mensaje expositivo) los epítetos que, en esta porción, se dan a esta piedra: «Cristo es la piedra viva (v. 1Pe 2:4), la piedra angular (v. 1Pe 2:6), la piedra rechazada (v. 1Pe 2:7), y la piedra de tropiezo (v. 1Pe 2:8)» (Ryrie. Los subrayados son míos). Pueden añadirse escogida y valiosa (v. 1Pe 2:4).

3. De esta piedra viva que es Cristo, dice Pedro que fue desechada por los hombres. El verbo apodokimázo significa desechar algo (como inservible) después de haberlo examinado. Los hombres que desecharon a Cristo fueron los judíos, especialmente los fariseos, porque no les servía para la idea que se habían forjado del Mesías como un libertador politicomilitar. A este rechazo se refirió el propio Jesús en Mar 8:31; Luc 9:22. Pero, como hace notar Stibbs, «Dios contradijo el veredicto de los hombres y declaró su aceptación de Jesús como el Cristo, al exaltarle. Éste fue el énfasis central del Evangelio que predicó Pedro (v. Hch 2:23, Hch 2:24, Hch 2:32, Hch 2:33; Hch 4:11, Hch 4:12; Hch 5:30, Hch 5:31; Hch 10:39, Hch 10:40)». Es de notar que el verbo está en participio de pretérito perfecto, con lo que se da a entender que la masa de la nación judía continuaba rechazando a Cristo.

4. La descripción de Cristo como «el escogido de Dios» («piedra … escogida», dice Pedro v. 1Pe 2:4 ) se halla en Luc 23:35, aunque en labios de quienes lo expresan suena a sarcasmo. A «escogida» añade Pedro aquí preciosa (RV) o «de mucho valor» (NVI). El griego dice éntimon, que propiamente significa «digno de honor, estima y distinción» (comp. con Luc 7:2; Luc 14:8 y Flp 2:29, únicos lugares en que, además de esta porción, sale en el Nuevo Testamento dicho vocablo); viene a ser aquí sinónimo del tímios que vimos en 1Pe 1:19, aplicado a la sangre de Cristo.

5. Prosigue el autor sagrado (v. 1Pe 2:5) y dice que, al allegarnos a esta piedra viva que es Cristo, nosotros también nos convertimos en piedras vivas, aptas para ser edificadas sobre Él (v. Efe 2:20-22) como casa espiritual, según describe aquí a la Iglesia (comp. con Gál 6:10; 1Ti 4:15), y sacerdocio santo (es decir, donde actuamos como sacerdotes completamente dedicados al Señor v. Rom 12:1, Rom 12:2 ), para ofrecer sacrificios espirituales, gratos a Dios por medio de Jesucristo. Este versículo requiere un análisis más detallado:

(A) Lo mismo que en la edificación del templo (v. 1Re 6:7), las piedras vivas que forman el edificio de la Iglesia han de ser talladas antes de incorporarlas al edificio. Ningún ruido de controversia sobre doctrina o práctica debe oírse en el templo. Todo eso debe preceder a la admisión del candidato. Con esto se comprende también que las personas no son salvas por pertenecer a la iglesia, sino que pertenecen a la iglesia por ser salvas. Así cae por su base la pretensión de la Iglesia de Roma de ser el «sacramento» (instrumento universal) de salvación de la humanidad (v. Hch 2:47 b con su comentario).

(B) Otro detalle de gran importancia es que Pedro no se considera a sí mismo la Roca sobre la que está fundada la Iglesia, sino que, en toda la porción (vv. 1Pe 2:4-8), lo mismo que Pablo en Efe 2:20-22, asegura que la única piedra angular de la Iglesia es Jesucristo, contándose él a sí mismo (implícitamente) entre las piedras vivas que se allegan a Cristo. Puede decirse que Pedro (gr. Petros, piedras) fue la primera que lo hizo con su confesión de Mat 16:16 (v. el comentario a Mat 16:18).

(C) La casa espiritual, que es la Iglesia, es una expresión que alude a su condición de santuario (comp. con 1Co 6:19; 2Co 6:16), pues también el templo antiguo era llamado casa (v. Sal 69:9; Isa 66:7; Mar 11:17; Jua 2:17). En él ejercen los creyentes su sacerdocio (v. 1Pe 2:9), no sólo por medio de la oración de intercesión, sino también mediante los sacrificios espirituales (v. Rom 12:1; Flp 4:18; Heb 13:15, Heb 13:16).

(D) Lo de «gratos a Dios por medio de Jesucristo» (NVI) es probable que requiera (también en la RV) una puntuación diferente: «… para ofrecer sacrificios espirituales, gratos a Dios, por medio de Jesucristo». De esta forma se entiende que los sacrificios gratos a Dios (v. Heb 13:16, al final) son ofrecidos por medio de Jesucristo (v. Heb 13:15).

6. Pedro pone (vv. 1Pe 2:6-8), en apoyo de lo que ha dicho en el versículo 1Pe 2:4, tres citas del Antiguo Testamento, respectivamente de Isa 28:16 (citada también por Pablo en Rom 9:33), Sal 118:22 e Isa 8:14. Intercala su propia aplicación tanto a los que creen como a los incrédulos. En toda la porción campea la metáfora de «piedra».

(A) La cita de Isa 28:16 (v. el comentario en su lugar) presenta la situación de los incrédulos en tiempo de Isaías semejante a la de los contemporáneos del propio Pedro: que rechazaban el plan de salvación de Dios mediante el Mesías-Emmanuel. Sin embargo, habrá un remanente: los humildes y los pobres se gozarán en Jehová, en el Santo de Israel (Isa 29:19, comp. con Sof 3:12; Mat 5:3.). Éstos serán los que, en el tiempo en que escribe Pedro, reconocerán el gran valor que tiene la piedra que Dios ha colocado en Sion y se allegarán a ella (vv. 1Pe 2:4, 1Pe 2:7).

(B) Siguiendo a los LXX, Pedro aplica a Cristo-Piedra los mismos epítetos griegos que figuran en Isa 28:16: akrogoniaion eklektón éntimon. Estos dos últimos los hemos visto ya en el versículo 1Pe 2:4. El primero sale en el Nuevo Testamento únicamente aquí y en Efe 2:20, donde puede verse su significado. Pedro añade que quien ponga su fe en esta piedra, no quedará defraudado: estará firmemente sostenido (comp. con Efe 4:15, Efe 4:16) y será altamente honrado con Cristo mismo (v. Efe 2:4-7; Col 3:4, entre otros lugares).

(C) Así se explica que (vv. 1Pe 2:7, 1Pe 2:8) para los creyentes, dicha piedra sea de gran valor (v. 1Pe 2:7); o, mejor aún, siguiendo literalmente el texto griego: «Para vosotros, pues, los que creéis (participio de presente), (es) el honor», es decir, el que comparten con el Cristo exaltado por Dios (éste es el sentido más probable), lo cual contrasta con la vergüenza que les espera a los incrédulos, quienes se niegan a poner su confianza en Cristo. Un día se darán cuenta de que la piedra que desecharon (v. 1Pe 2:7) ha venido a ser clave de arco (lit. cabeza de ángulo), en el sentido de que remata admirablemente y une estrechamente las piedras que forman el arco de entrada al edificio de la iglesia, aunque también podría entenderse como la piedra que está en un ángulo que sirve de unión a dos paredes del edificio y está situada en la base misma, con lo que su sentido vendría a ser (en todo caso) sinónimo al de «principal piedra del ángulo» (v. 1Pe 2:6). Dice R. Franco: «El sentido es discutible, y la bibliografía extensa; pero J. Jeremías (un exegeta contemporáneo. El paréntesis es mío) parece haber dejado suficientemente establecido el sentido que damos en el texto», es decir, el que hemos expuesto en primer lugar.

(D) La cita de Sal 118:22, en el versículo 1Pe 2:7, fue citada por el Señor Jesús en Mat 21:42; Mar 12:10, y por el propio Pedro en Hch 4:11. La tercera cita es de Isa 8:14, y se halla también en Rom 9:33. Se ve que Pedro está citando de memoria, pues se aparta del texto de los LXX, que sigue fielmente al texto hebreo, y dice: «… piedra de tropiezo y roca de caída», mientras que Pedro dice: «… piedra de tropiezo y roca de escándalo» (lit.). Al rehusar creer en Jesucristo, los incrédulos han desechado la única Roca firme donde poder establecer la verdadera esperanza, pues han pensado que era inservible para su mentalidad y para sus planes equivocados. Pero serán confundidos, pues «Dios, en castigo por su incredulidad, permite que vayan a tropezar y a destrozarse contra la piedra, que había sido puesta para su salvación» (Salguero, quien cita Mat 11:6; Luc 2:34). Por tanto, la frase final del versículo 1Pe 2:8, que dicte textualmente: «… para lo cual también fueron puestos», no significa que los incrédulos fueron destinados a ser «desobedientes a la Palabra» (lit. Aun cuando el gr. apeithoúntes, como hemos visto con frecuencia, significa propiamente «que no se dejan persuadir»), sino castigados a estrellarse contra la piedra por haber rehusado creer el mensaje de salvación.

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