1 Pedro 3:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de 1 Pedro 3:1 | Comentario Bíblico Online

En estos versículos, Pedro trata de los deberes conyugales, dirigiéndose primero (vv. 1Pe 3:1-6) a las mujeres, y después (v. 1Pe 3:7) a los maridos. No puede menos de notarse la gran diferencia entre esta porción y la de Pablo en Efe 5:22. Mientras Pablo dedica mucho más espacio a los maridos que a las mujeres, Pedro dedica muchisímo más a las mujeres que a los maridos. Es cierto que el enfoque es distinto, como distinto es el contexto en uno y otro de los pasajes: en Efe 5:1-33, todo el pasaje está dominado por la llenura del Espíritu (Efe 5:18.), mientras que aquí lo que impera es la razón de «buen testimonio», cómo ganar al otro y dar gloria a Dios (v. el resto del cap. 1Pe 3:1-22 y todo el cap. 1Pe 4:1-19). El autor sagrado hace ver a las mujeres cristianas: 1) Que la sujeción amorosa a los maridos es el mejor método para ganarlos (vv. 1Pe 3:1, 1Pe 3:2). 2) Que la modestia en el vestir, junto con la mansedumbre interior, es el atavío en que Dios se complace (vv. 1Pe 3:3-6).

1. Dicen así los versículos 1Pe 3:1 y 1Pe 3:2 en la NVI: «Vosotras, mujeres, de la misma manera sed sumisas a vuestros maridos, a fin de que, si algunos se muestran reacios a creer en la Palabra, sean ganados sin palabras por la conducta de sus esposas, al observar de cerca la pureza y el respeto con que os comportáis».

(A) De la misma manera no significa que las esposas hayan de someterse a sus maridos del mismo modo que los esclavos a sus amos, sino que, como en otros lugares, equivale a «también» (comp. con el «igualmente» de Luc 13:3, Luc 13:5).

(B) El verbo para expresar la sumisión de las esposas es el mismo de Efe 5:22, donde puede verse el comentario.

(C) Por lo que vemos, Pedro da a entender que algunas de las mujeres creyentes tenían maridos inconversos y quiere que los ganen para el Señor por medio de la sumisión amorosa y del respeto obsequioso, más bien que con «sermones» que no van refrendados por un afecto sincero. El verbo con que Pedro expresa la forma en que los maridos se percatan del comportamiento de sus esposas es el mismo (y son las dos únicas veces que tal verbo sale en el Nuevo Testamento) de 1Pe 2:12, y denota una observación atenta que produce un efecto rápido (pues el verbo está en participio de aoristo). Dicho comportamiento (el conocido vocablo anastrophe ) es descrito como «puro» (hagnén, el mismo término de 1Jn 3:3) y «en temor» (lit.), esto es, respetuoso.

2. De ahí pasa el autor sagrado a exponer más detalladamente en qué consiste, en su manifestación al exterior, la pureza y la sumisión de las esposas a sus maridos: en el atavío modesto y el respeto cotidiano. Dicen así los versículos 1Pe 3:3-6 en la NVI: «Vuestra belleza no debe surgir de adornos exteriores, tales como un trenzado de cabello y un enjoyarse de oro o ponerse suntuosos vestidos, sino que debería brotar del interior de vuestra propia personalidad: la inmarcesible belleza de un carácter suave y apacible, que es lo que tiene verdadero valor a los ojos de Dios. Porque de esta manera es como hacían resaltar su belleza las santas mujeres del pasado, que tenían puesta su esperanza en Dios. Vivían sumisas a sus maridos, como Sara, que obedecía a Abraham y le llamaba su señor. Vosotras sois sus hijas en la medida en que obréis el bien y no cedáis a ninguna intimidación».

(A) Como Isaías en su tiempo (v. Isa 3:18-24; comp. con 1Ti 2:9, 1Ti 2:10), también Pedro hace ver (vv. 1Pe 3:3, 1Pe 3:4) a las mujeres que la modestia en el vestir y adornarse es del agrado de Dios, mientras que los excesos en esta materia denotan superficialidad de carácter y hasta muestran una lasciva coquetería. La verdadera belleza de la mujer, dice Pedro, brota del interior, del «ser humano oculto del corazón» (lit.), del manantial mismo de toda la conducta (comp. con Efe 3:16). Allí es donde anida «lo incorruptible de un espíritu manso y tranquilo» (lit.). Al citar a M. Sales, dice Salguero: «La dulzura y la modestia son el más bello adorno de la mujer cristiana y contribuyen a la paz y al buen orden de la familia».

(B) Pedro prosigue diciendo que así es como se adornaban las santas mujeres del pasado (v. 1Pe 3:5), «santas» especialmente porque pertenecían al pueblo escogido y así habían hecho del Dios de Israel el objeto de su confianza. El autor sagrado singulariza a Sara (v. 1Pe 3:6) como ejemplo de sumisión al marido, fijándose especialmente en el respeto que mostraba a su marido, llamándole «mi señor» (v. Gén 18:12). Por cierto, lugares como Gén 16:1-16 nos muestran que el carácter de Sara dejaba mucho que desear, pero, lo mismo que en Hebreos Heb 11:1-40, Pedro hace resaltar el «lado bueno» de las personas, dándonos un buen ejemplo a todos los que estamos más o menos inclinados a poner de relieve el «lado malo» de otros, quizás por una secreta envidia mal enmascarada.

(C) De la misma manera que los verdaderos descendientes de Abraham no son los que de él proceden según la carne, sino los que imitan su fe (comp. con Rom 4:16; Rom 9:8), así tampoco son hijas de Sara las mujeres que de ella descienden según la carne, sino las que la imitan en su obediencia y respeto al marido. La última frase del versículo 1Pe 3:6: «no temiendo (participio de presente) ninguna intimidación» (lit.) muestra que el carácter de la esposa cristiana incluye la fortaleza juntamente con la mansedumbre y la dulzura. La frase parece calcada de Pro 3:25 en la versión de los LXX, que dice: «No temerás la intimidación (los mismos vocablos que aquí) que sobrevenga». Dice Salguero: «El autor sagrado debe de pensar, sin duda, en las amenazas con las que un marido pagano podía intimidar a su mujer. En la prueba, la mujer cristiana no ha de inquietarse por nada, antes bien ha de conservar la serenidad, preocupándose únicamente por hacer el bien y agradar a Dios».

3. Tras de la exhortación a las esposas cristianas, viene la que Pedro hace a los esposos cristianos (v. 1Pe 3:7). Es un solo versículo, pero lleno de detalles interesantes y muy prácticos: «Maridos, sed igualmente comprensivos al convivir con vuestras esposas y tratadlas con respeto como a seres humanos más frágiles y como a coherederas vuestras del gratuito don de la vida, a fin de que así no haya nada que obstaculice la eficacia de vuestras oraciones» (NVI).

(A) El igualmente del versículo 1Pe 3:7, como el que encabeza el versículo 1Pe 3:1, da a entender que también los maridos tienen obligaciones hacia las esposas, no que las obligaciones sean iguales (v. el comentario al v. 1). Pedro exhorta a los maridos cristianos a cohabitar (participio de presente), vocablo que incluye todos los aspectos físicos, psíquicos y espirituales de la vida cotidiana, comprensivamente (gr. katá gnósin. Lit. según conocimiento), es decir, con la prudencia y comprensión basadas en un buen conocimiento del carácter peculiar de la mujer. Por supuesto, este conocimiento supone tambien, según el uso constante del Nuevo Testamento, el conocimiento experimental de Dios.

(B) Este conocimiento de la propia mujer está basado, según Pedro, en dos consideraciones fundamentales: (a) En lo natural, la fragilidad característica del llamado «sexo débil»; el vocablo griego, en efecto, significa «más débil», lo cual tiene una marcada connotación física, aunque no debe marginarse la idea de debilidad psíquica por la que la mujer es, por su receptividad, más sugestionable: expuesta a la seducción (v. 2Co 11:3; 1Ti 2:14, muy interesante para clarificar el contexto anterior), por lo que necesita la protección de su marido (v. Efe 5:28, Efe 5:29). (b) En lo sobrenatural, en cambio, la igualdad es completa (aquí es donde tiene aplicación lo de «no hay varón ni mujer» de Gál 3:28): Las mujeres son coherederas, sin distinción alguna, de la gracia de la vida (lit.), esto es, del don gratuito de la vida eterna que Dios imparte por igual a hombres y mujeres que, por fe, se allegan a Cristo (1Pe 2:4).

(C) La frase final es de una importancia práctica enorme: «a fin de que vuestras oraciones (gr. proseukhás, súplicas, oraciones de petición especialmente) no sean obstaculizadas» (lit.). La metáfora es sumamente expresiva: Pedro contempla a los esposos cristianos orando juntos, como debe ser (los unidos en oración, difícilmente se separan en acción). Si las mujeres prestan a los maridos el debido respeto, y los maridos a las mujeres la debida consideración (comp. con Efe 5:22.), esas oraciones suben al trono de la gracia sin estorbos en el tráfico que va en dirección al cielo (¡hacia arriba!). Pero si hay disensión, resentimiento, rencillas sin solucionar ni perdonar (como heridas no vendadas), esas oraciones hallan un estorbo, una como barrera, en su ascenso; las señales de «tráfico» pregonan un «desvío». Donde no hay «sinfonía» de voces (v. el comentario a Mat 18:19), no puede esperarse el aplauso del cielo. En realidad, tal oración es un acto de la peor hipocresía (comp. con Mat 5:22-24). ¡Juzguen los hermanos lectores por su propia experiencia!

1 Pedro 3:1 explicación
1 Pedro 3:1 reflexión para meditar
1 Pedro 3:1 resumen corto para entender
1 Pedro 3:1 explicación teológica para estudiar
1 Pedro 3:1 resumen para niños
1 Pedro 3:1 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí