1 Pedro 3:13 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En estos versículos, el autor sagrado expone la forma en que deben conducirse los cristianos bajo el sufrimiento. Su pensamiento puede reducirse a lo siguiente: I) Los que obran el bien cuentan con la protección de Dios (vv. 1Pe 3:13, 1Pe 3:14). 2) Por lo cual no tienen por qué temer nada ni a nadie, sino aprovechar las ocasiones para dar un buen testimonio (vv. 1Pe 3:14-16). 3) Padecer al hacer el bien es mejor que gozar al hacer el mal (v. 1Pe 3:17).

I. Dicen los versículos 1Pe 3:13, 1Pe 3:14 en la NVI: «Así que ¿quién os va a hacer daño, si vosotros sois entusiastas partidarios de promover el bien? Con todo, si padecéis a causa de vuestra rectitud, felices de vosotros».

(A) Pedro sigue aquí la misma línea de pensamiento de 1Pe 2:19.; 1Pe 4:15. El cristiano no tiene por qué entristecerse si sufre por hacer el bien, sino más bien tiene motivo para alegrarse. Quizás el versículo 1Pe 3:13 sea un eco lejano de Pro 16:7, por lo que algunos autores piensan que el autor sagrado (como en 1Pe 2:14) da a entender que no es probable que alguien haga daño a quien hace el bien. Así debería ser, por lo que Pedro, según esta opinión, revelaría su hondo optimismo «que se resiste a creer que alguien pueda hacer el mal al que busca el bien» (R. Franco).

(B) Pero, ¿es eso lo que la experiencia nos enseña? La reserva con que comienza el versículo 1Pe 3:14 da a entender que el autor sagrado no se hacía ilusiones: Los cristianos, a pesar de hacer el bien, pueden ser realmente maltratados. Pero, aun en ese caso (nótese el modo optativo en el verbo páskhoite), «dichosos» (gr. makárioi) dice lacónicamente el original.

(C) Esto significa, ni más ni menos, que el daño que un creyente pueda sufrir por hacer el bien no es daño real, sino una bendición, ya que está siguiendo muy de cerca las pisadas del Maestro (1Pe 2:21); más aún, es Cristo, el que vive en él, quien está sufriendo en él (v. Gál 2:20; Col 1:24). Si «todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios» (Rom 8:28), ¡cuál no será la bendición de los hijos de Dios que así glorifican a su Padre Celestial por medio del sufrimiento injustamente infligido! «Dichoso», como hace ver Stibbs, «no significa sentirse deleitado , sino gozar de un alto privilegio ».

2. De ahí pasa Pedro a decir (vv. 1Pe 3:14-16) que los cristianos que así están expuestos a los malos tratos no tienen por qué temer, sino más bien deben glorificar a Cristo y aprovechar las ocasiones de dar buen testimonio de palabra y de obra. Dicen esos versículos en la NVI: «No tengáis miedo de sus amenazas ni os pongáis a temblar; por el contrario, reconoced en vuestro interior a Cristo como al Señor santo, y estad siempre preparados para dar una respuesta adecuada a cualquiera que os pida una explicación de la esperanza que abrigáis; pero habladle con amabilidad y respeto y con la conciencia limpia, a fin de que los que critican vuestro buen comportamiento en Cristo, queden avergonzados de sus calumnias».

(A) En consonancia con el contexto anterior, Pedro usa (v. 1Pe 3:14) frases semejantes a las que Isaías (Isa 8:12, Isa 8:13) registró de parte de Jehová, quien le animaba a no temer las amenazas del rey Ajaz y del pueblo mismo. Es probable que Pedro recordara también las palabras de Jesús en el Aposento Alto (Jua 14:27, comp. con Mat 10:28; Rom 8:18).

(B) En Isa 8:13 se habla de santificar a Jehová de las huestes. Pedro dice (v. 1Pe 3:15), según los MSS de mayor crédito, «santificad en vuestros corazones como Señor al Cristo» (lit.), con lo que pone al Señor Jesucristo al mismo nivel de Jehová, reconociéndole así implícitamente como a Dios. Santificar, lo mismo aquí que en Isa 8:13, significa reconocer y mostrar que Dios (aquí, Cristo) es el único a quien hay que temer y del que hay que esperar salvación.

(C) Sin temor a nada ni a nadie más que a Dios, el cristiano puede y debe tener la serenidad suficiente, estar bien preparado (se incluye, por supuesto, la necesaria preparación doctrinal) para dar respuesta adecuada (gr. apologuían, defensa aquí, mejor que disculpa ). Nótese que Pedro no dice que hayan de dar una explicación (gr. lógon, razón) de su fe, sino de su esperanza. Dos motivos pudo tener el autor sagrado para decir «esperanza» en lugar de «fe»: (a) La costumbre de Pedro de caracterizar la religión cristiana como una esperanza gloriosa (v. 1Pe 1:3, 1Pe 1:21; 1Pe 3:5, 1Pe 3:15). (b) El aliciente especial que la esperanza ofrece, pues añade al objeto de la fe el matiz de deseable. En realidad, sobre todo hoy, a la gente del mundo los artículos de fe le interesan muy poco o le parecen todos igualmente buenos o igualmente malos; en cambio, todo el que observa atentamente la conducta de un cristiano consecuente, se pregunta: «¿Qué es lo que espera de la religión esta persona? ¿Por qué no corre con nosotros ?» (1Pe 4:4).

(D) Para que tal explicación de nuestra esperanza sea efectiva, el autor sagrado dice (v. 1Pe 3:16, en el texto griego) que ha de hacerse: (a) con amabilidad (lit. con mansedumbre). El talante agresivo y las palabras airadas no son propias del creyente sincero, sino del fanático, quien, como decía Santayana, suple con el grito lo que le falta de razón; (b) con respeto (lit. temor), es decir, sin la arrogancia ni la autosuficiencia de quien se cree saberlo todo y no está dispuesto a escuchar las razones de nadie. El cristiano, en esto como en todo, ha de saber escuchar, lo cual se hace cada vez más difícil en estas postrimerías del siglo xx, cuando casi todos se escuchan exclusivamente a sí mismos sin atender a lo que dicen los demás; (c) con buena conciencia, sin lo cual, no sólo resulta imposible dar una buena explicación de nuestra esperanza, sino que se halla en peligro la misma fe (v. Hch 24:16; 1Ti 1:19).

(E) Si os comportáis de esta forma, viene a decir Pedro, los que calumnian (lit., y en participio de presente continuativo, difaman, denigran, con desprecio abusivo e infundado) vuestra buena conducta en Cristo (por su gracia y en comunión vital con Él), tendrán motivo para avergonzarse (el gr. kataiskhunthósin nos describe el gesto del que, al no poder sostener una falsa alegación, se ve obligado a bajar la cabeza y cerrar la boca) precisamente en aquello en lo que se habla mal de vosotros, rebajándoos (gr. katalaleísthe, en presente de indicativo de la voz pasiva).

3. En el versículo 1Pe 3:17, Pedro saca la conclusión de que padecer haciendo el bien es mucho mejor que ser castigado por hacer el mal: «Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal». El pensamiento es el mismo de 1Pe 2:20; 1Pe 4:15. Cuando los malhechores sufren por hacer el mal están recogiendo el fruto de su mala conducta. En cambio, cuando los cristianos padecen por hacer el bien, el sufrimiento no es una consecuencia lógica de su conducta, sino más bien una participación en los padecimientos de Cristo, quien, en realidad, es quien padece en ellos, como ya hemos dicho en otros lugares. De ahí pasa Pedro a poner el ejemplo de Cristo: Nadie como Él sufrió tanto por hacer tanto bien, ni con tanta sinrazón.

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