1 Reyes 22:15 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. Se dice ahora cuán fielmente dio Miqueas su mensaje. Lo da de tres maneras, y ninguna de ellas le agrada a Acab.

1. Al principio, habló, aunque irónicamente, como los demás profetas (v. 1Re 22:15): «Sube y serás prosperado». Acab le había hecho la misma pregunta que a los otros profetas, y aunque pretendía que deseaba conocer la voluntad de Dios, la realidad era que, como Balaam, estaba decidido a hacer la suya, de lo que Miqueas se percató en seguida que Acab le preguntó; por eso, le dijo irónicamente que siguiera adelante con su propósito. No obstante, Acab demostró que no creía esas palabras (con lo que implícitamente tampoco daba crédito a las de sus profetas), quizá por notar el tono sarcástico con que Miqueas las pronunciaba, por lo que le exigió que no bromeara con él, sino que le dijese paladinamente la verdad (v. 1Re 22:16): «Hasta cuántas veces he de exigirte que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová?»

2. Constreñido de este modo, Miqueas le dice, aunque veladamente, lo que va a suceder. Ha tenido una visión en la que el ejército de Israel estaba esparcido por los montes, como ovejas sin pastor, con lo que insinúa: (A) Que Israel se vería privado de su rey, que era el pastor del país. (B) Que se batirían en vergonzosa retirada: «Vuélvase cada uno a su casa en paz» (v. 1Re 22:17), para que no se pierdan más vidas después de la del rey. De este modo testificaba Miqueas en su profecía, de lo que había visto y oído. Con esto se siente Acab agraviado y, volviéndose a Josafat, le dice: «¿No te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena profetizará él acerca de mí, sino solamente el mal» (v. 1Re 22:18).

3. Sin temer la ira del rey le informa a continuación de la razón por la que los otros profetas le profetizaban el bien. Eso se debía a que Dios permitía que Satanás les engañase para ruina de él; lo sabía él por la visión que había tenido. Dios es Rey de reyes, y su trono está muy por encima de todos los tronos de los reyes de la tierra. El levantamiento y la caída de los príncipes, los resultados de las guerras y todos los grandes asuntos de Estado, que son el tema de consulta de los políticos grandes y sabios, están bajo la dirección y el control de Dios lo mismo que los quehaceres vulgares y cotidianos que se llevan a cabo en la más modesta cabaña de cualquier nación. Cuando el diablo engaña a los hombres, no lo hace sin el permiso de Dios, pues con ello consigue Dios sus propios objetivos. De este modo dio Miqueas a Acab un leal aviso, no sólo del peligro de seguir adelante con esta guerra, sino también del peligro de seguir dando crédito a los que le animaban a que siguiese adelante.

II. El mal trato que recibió por dar el mensaje con toda fidelidad. 1. Sedequías, un perverso profeta, le insultó delante de toda la corte, golpeándole en la mejilla (v. 1Re 22:24) para hacerle callar. Portarse así ante la corte, especialmente en presencia del rey, supone en la ley de cualquier país civilizado una gravísima ofensa, sin embargo, este inicuo profeta propina impunemente este golpe a un verdadero profeta de Jehová. Miqueas no devuelve el golpe, pero deja que todos se convenzan de la verdad y apela al resultado, pues le dice a Sedequías (v. 1Re 22:25): «Tú lo verás en aquel día, cuando te irás metiendo de aposento en aposento para esconderte». Es probable que Sedequías fuese con Acab a la batalla y tomase sus cuernos de hierro para animar a los soldados y ver con placer el cumplimiento de su profecía para volver en triunfo con el rey; pero, al ser derrotado el ejército, huyó con otros de la espada del enemigo y, como Ben-adad en otra ocasión (1Re 20:30), se fue escondiendo de aposento en aposento para salvar la vida. 2. Acab, el perverso rey, mandó echar en la cárcel a Miqueas (vv. 1Re 22:26, 1Re 22:27) y que no le dieran otra cosa que «pan de angustia», pan rústico, y «agua de aflicción», agua de pozo (estancada), hasta que él volviese, teniendo por seguro que volvería vencedor, y entonces le daría muerte como a falso profeta. ¡Mala retribución para el que quería impedir su ruina! 3. Miqueas lo toma como un reto y llama a todos a que sean testigos de la verdad de su profecía (v. 1Re 22:28): «Si llegas a volver en paz, Jehová no ha hablado por mí». Como si dijesen: «Estoy dispuesto a incurrir en la reprensión y en el castigo que se merece un falso profeta si el rey vuelve vivo».

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