1 Reyes 3:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Informe de una visita que hizo Dios a Salomón y la comunión que éste tuvo con Dios.

I. Circunstancias de esta visita (v. 1Re 3:5). 1. El lugar: Gabaón, era éste el lugar alto principal (v. 1Re 3:4), porque allí estaba el tabernáculo con el altar de bronce (2Cr 1:3). Allí ofrecía Salomón sus copiosos sacrificios, y allí le reconoció Dios. Cuanto más nos acercamos a la correcta norma en nuestro culto, tanto mayor es la razón que tenemos para esperar señales de la presencia de Dios. 2. El tiempo: Fue de noche, después de un día en que había ofrecido sacrificios (vv. 1Re 3:4, 1Re 3:5). Cuanto más abundemos en la obra de Dios, mayores consuelos podemos esperar de Él; si el día ha sido laborioso al servicio de Él será fácil el reposo de la noche en Él. El silencio y el retiro favorecen nuestra comunión con Dios. 3. El modo: Fue en un sueño, mientras estaba dormido, con los sentidos encerrados en sus cámaras, a fin de que el acceso de Dios a su mente fuese directo y libre de obstáculos. De este modo solía Dios hablar a los profetas (Núm 12:6) y a personas particulares, para su beneficio (Job 33:15, Job 33:16). Estos sueños de visitación divina eran fáciles de distinguir de aquellos otros en que aparecen diversas vanidades (Ecl 5:7).

II. La generosa oferta que Dios le hizo (v. 1Re 3:5). Vio la gloria de Dios que brillaba sobre él y oyó la voz de Dios que le decía: «Pide lo que quieras».

III. La petición que Salomón hizo a Dios tan pronto como le fue hecha la oferta. Con la gracia de Dios, Salomón pudo orar mientras dormía, y fue una oración viva y alertada. La gracia de Dios le puso en el corazón estos buenos deseos:

1. Reconoce la gran bondad de Dios con su padre David (v. 1Re 3:6). Los favores de Dios son doblemente dulces cuando los reconocemos como transmitidos a nosotros mediante las manos de los que nos han precedido.

2. Reconoce su propia insuficiencia para el cumplimiento del gran encargo que se le ha encomendado (vv. 1Re 3:7, 1Re 3:8). Apela a dos razones para dar mayor fuerza a su petición de sabiduría: (A) Que su oficio la requería, pues era el sucesor de David en el trono. (B) Que la necesitaba urgentemente, porque era muy joven (tendría ahora entre los 18 y los 20 años): «Yo soy joven y no sé cómo comportarme» (lit. no sé salir y entrar). La pregunta de Pablo («Y para estas cosas, ¿quién está capacitado?» 2Co 2:16 ) es semejante a la que hace Salomón a continuación (v. 1Re 3:9): «¿Quién será competente para juzgar a este tu pueblo tan grande?» Absalón, que era un insensato, se creía competente para juzgar a Israel; Salomón, joven sabio, tiembla ante el quehacer que le espera y se siente insuficiente para desempeñar el cargo.

3. Pide a Dios que le de sabiduría (v. 1Re 3:9): «Da, pues, a tu siervo corazón entendido (lit. escuchante) para juzgar a tu pueblo». Así oraba su buen padre (Sal 119:125. O el autor del salmo Nota del traductor ): «Tu siervo soy yo, dame entendimiento». Un corazón sabio y entendido es un don de Dios (Pro 2:6). Hemos de pedir a Dios sabiduría (Stg 1:5) y orar para que sepamos aplicarla en el servicio al que hayamos sido llamados. Una pregunta se nos ofrece en seguida (nota del traductor): ¿No pudo Salomón haber pedido algo todavía mejor? Si consideramos su posterior apostasía y comparamos su petición con las de Moisés (Éxo 33:13) y de Pablo (Flp 3:8, Flp 3:10), vemos que a Salomón se le escapó lo único necesario: una constante comunión con Dios.

4. Con todo, Dios quedó suficientemente satisfecho (v. 1Re 3:10) con esta petición y le concedió lo que pedía, pues, al fin y al cabo, pedía algo del orden espiritual, sin importarle las cosas temporales. Y además de la sabiduría le dio riquezas y gloria (v. 1Re 3:13). Este versículo aclara igualmente la comparación que se hace en el v. 1Re 3:12, para que entendamos (quizá son pocos los que se percatan de esto) que Salomón aventajó en sabiduría, riquezas y gloria a los reyes, no necesariamente a todos los sabios que en el mundo han sido. Aprendamos de Salomón a pedir cosas realmente convenientes y, especialmente, algo mejor que lo que él pidió, a saber, comunión con Dios, pues «la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera» (1Ti 4:8). Notemos que la promesa de Dios (explícitamente, en cuanto a la vida, implícitamente, en cuanto a la sabiduría) era condicionada: «Si andas en mis caminos … como anduvo David tu padre, yo prolongaré tu vida» (v. 1Re 3:14). Desgraciadamente, Salomón no cumplió la condición. Advirtamos también: (A) Que el modo de obtener las bendiciones de orden espiritual es importunar a Dios, y luchar con Él en oración, como Jacob. (B) Que el modo de obtener las bendiciones de orden temporal es dejarlas al arbitrio de Dios para que Él nos las conceda según nos convenga para nuestra salud espiritual. Así vemos que Salomón tuvo sabiduría porque la pidió, y tuvo riquezas porque no las pidió.

5. Agradecimiento de Salomón por la visita que Dios le había hecho (v. 1Re 3:15). Podemos suponer que se despertó transportado de gozo, contento y satisfecho por el favor que Dios le había otorgado, y en seguida pensó qué podría dar al Señor por este favor. Aunque la oración y su respuesta habían tenido lugar en Gabaón, vino a Jerusalén para dar gracias ante el Arca del pacto de Jehová. Quizá se reprochó a sí mismo por no haber orado allí, al ser el Arca la señal de la presencia de Dios. Quizá también habría sido mejor el sueño allí. En fin, el hecho de que Dios no tenga en cuenta nuestras equivocaciones, nos debería espolear a evitarlas en lo futuro. En Jerusalén, Salomón: (A) Ofreció sacrificios a Dios. (B) E hizo también banquete a todos sus siervos, a fin de que también ellos se regocijasen con él de la gracia que Dios le había otorgado.

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