1 Samuel 2:11 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de 1 Samuel 2:11 | Comentario Bíblico Online

En estos versículos tenemos el buen carácter de la familia de Elcaná, y el mal carácter de la familia de Elí.

I. Veamos qué bien marcharon las cosas en la familia de Elcaná y cuánto mejor que antes:

1. Después que dejaron a su pequeñuelo en la casa de Jehová, Elí los despidió con una bendición (v. 1Sa 2:20). Si Ana hubiese tenido entonces muchos hijos no habría mostrado tanta generosidad y devoción al desprenderse de un hijo entre tantos, para dedicarlo al servicio del tabernáculo; pero al tener ahora sólo uno, dedicarlo al Señor suponía un acto heroico de piedad, el cual no iba a quedar sin recompensa. Así como cuando Abraham ofreció a Isaac recibió la promesa de una descendencia numerosa (Gén 22:16, Gén 22:17), así le pasó a Ana después que presentó a Jehová su hijo Samuel como un sacrificio vivo.

2. Después de regresar a su casa (lo cual se menciona dos veces, vv. 1Sa 2:11 y 1Sa 2:20), tanto Ana como su marido asistían cada año a la casa de Dios para ofrecer el sacrificio acostumbrado (v. 1Sa 2:19). No pensaban que el ministerio de su hijo les excusase a ellos de subir a la casa de Dios. Podemos suponer que subirían allá a ver al niño más de una vez al año, ya que el santuario no distaba de Ramá más de quince kilómetros; pero se nos declara la visita anual al tabernáculo por razón del sacrificio anual que ofrecían y del pequeño manto (lit.) que Ana le llevaba al niño cada año (v. 1Sa 2:19), no faltan quienes opinan que le llevaba ropa más de una vez al año.

3. El niño Samuel se comportaba muy bien. Cuatro veces es mencionado en estos versículos, y se nos dicen de él dos cosas: (A) El servicio que ejercía: y el niño ministraba a Jehová (vv. 1Sa 2:11, 1Sa 2:18) delante del sacerdote Elí. El término hebreo seret designa ministerios sagrados, no precisamente servir a Elí, sino servicios acomodados a su edad, como encender las luces, sostener un plato del templo, etc. No cabe duda de que todo esto lo cumplía de la mejor manera en que un niño puede hacerlo. (B) La bendición que por ello recibió de Jehová: Crecía delante de Jehová (vv. 1Sa 2:21, 1Sa 2:26), como una tierna planta, en fuerza y en estatura, pero, sobre todo, en sabiduría y entendimiento: era acepto delante de Dios y delante de los hombres (v. 1Sa 2:26). Lo que aquí se dice de Samuel, se dice de nuestro bendito Salvador, el gran modelo, en Luc 2:52.

II. Veamos ahora qué mal iban las cosas en la familia de Elí, aun cuando él estaba sentado a la puerta misma del tabernáculo. A veces, cuanto más cerca de la iglesia, tanto más lejos de Dios.

1. La abominable perversidad de los hijos de Elí (v. 1Sa 2:12): Los hijos de Elí eran hijos de Belial (v. 1Sa 2:12, lit.). Se nos añade enfáticamente que no tenían conocimiento de Jehová. Residían en el centro mismo del magisterio y del ministerio y, no obstante, eran hijos de Belial, tanto peores cuanto mayor era el honor, el poder y el saber que poseían. Es difícil determinar qué es lo que más deshonra a Dios, si la idolatría o la profanación, especialmente la profanación llevada a cabo por los sacerdotes.

(A) Profanaban las ofrendas de Jehová, y hacían de ellas negocio, o más bien satisfacción de su glotonería. (a) Robaban a los que iban con las ofrendas, haciéndose con parte de los sacrificios de paz, aun antes de ser ofrecidos. Según Lev 7:34, la porción de los sacerdotes era el pecho mecido y la pierna levantada (no la «espaldilla»), pero ellos no se contentaban con estas porciones. (b) Al demandar la carne antes de ser ofrecida, se adelantaban al Señor y usurpaban sus derechos. Podía decirles como a Acaz le dijo Isaías: ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, para que también lo seáis a mi Dios? (Isa 7:13). El resultado fue: Primero, que Dios se disgustó: Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes (v. 1Sa 2:17). Segundo, que con eso sufría la verdadera religión: los hombres trataban con desprecio las ofrendas de Jehová. (La versión de los LXX omite los hombres, con lo que se da a entender que eran los mismos hijos de Elí quienes trataban con desprecio las ofrendas. Nota del traductor.) En medio de este triste relato, surge la repetida mención del ministerio de Samuel (v. 1Sa 2:18) como un ejemplo del poder de la gracia de Dios, al preservarle puro y piadoso en medio de estos malvados; esto ayudó a que no se derrumbara del todo el crédito del santuario en la mente del pueblo.

(B) Profanaban a las mujeres que venían a rendir culto a las puertas del santuario (v. 1Sa 2:22), abusando sexualmente de ellas.

2. El reproche que dirigió Elí a sus hijos por su conducta perversa: Elí era muy viejo (v. 1Sa 2:22) y no podía inspeccionar por sí mismo el servicio del tabernáculo como lo había hecho con anterioridad; dejaba así todo en manos de sus hijos, quienes, aprovechándose de la debilidad de su padre, no le hacían caso, sino que obraban como les venía en gana. Parece ser que no les reprendió hasta que se enteró de lo que hacían con las mujeres. Fue entonces cuando creyó conveniente darles una reprimenda. Dos cosas son de observar en esta reprensión:

(A) Que estaba muy puesta en razón. Lo que les dijo era muy justo. (a) Les dice que los hechos eran demasiado claros para ser negados, y demasiado notorios para ser encubiertos: «yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes» (v. 1Sa 2:23). (b) Les muestra las malas consecuencias de todo ello, pues no sólo pecaban, sino que también hacían pecar a Israel, con lo que tendrían que dar cuenta de los pecados del pueblo además de los suyos propios. (c) Les advierte del peligro que corren por ello (v. 1Sa 2:25). Les da a entender lo que Dios mismo le dijo a él posteriormente, que su iniquidad no sería expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas (1Sa 3:14).

(B) Que fue demasiado suave y débil. Tenía que haberlos reprendido más duramente. Sus crímenes merecían trato duro. La suavidad con que los reprendía sólo iba a servir para que ellos se endurecieran más. Lo que dijo estaba bien, pero no era suficiente.

3. La obstinación de ellos después de la reprensión de su padre: Mas ellos no hicieron caso a su padre (lit. no oyeron la voz de su padre), a pesar de que era también el juez del pueblo. Por contraste, se nos refiere otra vez la buena conducta de Samuel (v. 1Sa 2:26), para poner de relieve la obstinación de ellos, y añadirles mayor vergüenza: Y el joven Samuel iba creciendo, etc. La gracia de Dios es soberana; la negó a los hijos del sumo sacerdote, y la otorgó al hijo de un oscuro levita de la campiña.

1 Samuel 2:11 explicación
1 Samuel 2:11 reflexión para meditar
1 Samuel 2:11 resumen corto para entender
1 Samuel 2:11 explicación teológica para estudiar
1 Samuel 2:11 resumen para niños
1 Samuel 2:11 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí