1 Samuel 21:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de 1 Samuel 21:1 | Comentario Bíblico Online

I. David, en su apuro, huye al tabernáculo de Dios, que estaba ahora en Nob, ciudad sacerdotal de la tribu de Benjamín, entre Jerusalén y Guibeá. Desde que Siló quedó abandonada, el tabernáculo fue trasladado con frecuencia, aunque el Arca permanecía aún en Quiryat Yearim. Allá llegó David huyendo de la furia de Saúl (v. 1Sa 21:1) y se dirigió al sacerdote Ahimélec. Ni el profeta Samuel ni el príncipe Jonatán podían protegerle, así que tuvo que recurrir al sacerdote. Prevé que va a ser luego un desterrado y, por eso, viene ahora al tabernáculo: 1. Para despedirse afectuosamente de él, pues no sabe cuándo lo volverá a ver. 2. Para averiguar allí, en consulta a Jehová, qué dirección había de tomar, tanto en el camino del deber, como en el de su propia seguridad.

II. El sacerdote Ahimélec, según el texto hebreo, «salió temblando al encuentro de David» (v. 1Sa 21:1, comp. con 1Sa 16:4), quizá por estar enterado de que David había caído en desgracia en la corte y temer incurrir en el desagrado de Saúl si obsequiaba de alguna manera a David. Esto es lo que la mayoría de la gente hace con sus amigos cuando éstos se hallan perseguidos o despreciados por el mundo. «¿Cómo vienes tú solo, y nadie contigo?», le pregunta. El que tan de repente había subido de la soledad propia de la vida pastoril a los honores de la corte y a las multitudes de los campamentos militares, se ve ahora reducido a la triste y desolada condición de un exiliado.

III. David, bajo pretensión de ser enviado por el rey a un servicio público solicita de Ahimélec que le suministre víveres para aliviar su presente necesidad (vv. 1Sa 21:2, 1Sa 21:3).

1. David no se comportó en esto como solía. Fue una gran mentira la que David contó a Ahimélec: Que el rey le había encomendado un asunto, que nadie supiera de qué se trataba y que había señalado a los criados un cierto lugar donde encontrarse con ellos. Además de ser todo esto falso tuvo terribles consecuencias pues ocasionó la muerte de los sacerdotes de Jehová, como reconoció después David con remordimiento (1Sa 22:22). David era hombre de gran fe y valentía; sin embargo, ambas cosas le faltaron ahora, por lo que cayó neciamente por miedo y cobardía, precisamente por falta de fe en el Señor, que siempre le había protegido y sacado de todos los apuros.

2. Dos cosas le pidió David a Ahimélec: pan y espada.

(A) Quería pan: Cinco panes (v. 1Sa 21:3). El sacerdote objetó que sólo tenía a mano pan sagrado, el pan de la presencia (lit.), que había estado durante una semana sobre la mesa de oro del santuario, de donde se sacaba para uso de los sacerdotes y de sus familiares (v. 1Sa 21:4). Sin embargo, al ser un caso de necesidad (al cual apelará más tarde el Hijo de David en un caso semejante Mat 12:3, Mat 12:4), el sacerdote le pregunta únicamente si los criados se habían abstenido de relaciones sexuales, a lo que David responde que «los vasos (lit.) de los jóvenes eran puros» (en ese sentido) desde hacía tres días; «aunque el viaje es profano» (v. 1Sa 21:5), dice David, esto es, no se trata de una expedición militar en la que la abstinencia de relaciones sexuales estaba mandada por la ley (Deu 23:10). El sacerdote obró aquí con misericordia, que es preferible al sacrificio, y con generosidad, pues de doce panes le dio a David cinco, pues confiaba en la Providencia.

(B) Quería también lanza o espada (v. 1Sa 21:8). Resulta que no llevaba consigo armas; pone por excusa otra mentira: «Por cuanto la orden del rey era apremiante». En el tabernáculo no había otra arma que la espada de Goliat, envuelta en un velo detrás del efod. Es probable que David lo tuviese en cuenta cuando preguntó a Ahimélec si tenía a mano lanza o espada, pues al decirle el sacerdote (v. 1Sa 21:9) que estaba allí la espada de Goliat el filisteo, David se apresuró a decir: «Ninguna como ella; dámela». Dos cosas podemos observar acerca de esta espada: (a) Siempre que la mirase, suscitaría en él la fe, trayéndole a la memoria aquel memorable caso en que la providencia de Dios cuidó de él y le dio fuerza, valor y acierto para vencer a Goliat. (b) Las buenas experiencias sirven de gran ánimo para ocasiones posteriores. David la había dedicado agradecido a Dios, y ahora, en su apuro, estaba allí a su disposición.

3. De este modo quedó David abastecido de víveres y de armas; pero fue gran infortunio el que estuviese allí presente uno de los siervos de Saúl, por nombre Doeg, que resultó ser un traidor, tanto contra David como contra Ahimélec. Era edomita de nacimiento (v. 1Sa 21:7) y prosélito de la religión judía bajo Saúl, pero llevaba en la sangre la enemistad hereditaria de Edom (Esaú) contra Israel. Era el principal de los pastores de Saúl y estaba allí «detenido delante de Jehová», ya fuese por un voto, o a la espera de un oráculo, o necesitado de purificación ritual o por sospechoso de lepra (Lev 13:4). Mejor habría sido que se hubiese encontrado en cualquier otro lugar que delante de Jehová, pues es probable que reconociese a David y hasta que escuchase su conversación con Ahimélec. A ambos iba a causar tremendo daño.

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