1 Samuel 30:7 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. David consulta a Dios para ver qué debe hacer: «¿Perseguiré a estos merodeadores?» También le pregunta cuál será el resultado: «¿Los podré alcanzar?» (v. 1Sa 30:8). David no abrigaba ninguna duda de que fuese justa esta guerra contra los amalecitas, y su inclinación era lo bastante fuerte para lanzarse contra ellos a fin de recuperar lo que más amaba en este mundo; con todo, no quería lanzarse a esta empresa sin pedir antes consejo a Dios, con lo que mostraba así que de Él dependía y a Él se sometía.

II. Al frente de todos los hombres que estaban a sus órdenes, se puso en marcha contra los amalecitas (vv. 1Sa 30:9, 1Sa 30:10). Véase cuán rápidamente su paciencia y su fe apaciguaron el motín de sus soldados. Cuando el pueblo hablaba de apedrearlo (v. 1Sa 30:6), si él hubiese amenazado con ahorcarles o, al menos, que cayeran las cabezas de los promotores del motín, a pesar de lo justo de la sentencia, habrían resultado perniciosas consecuencias para sus propios intereses en tan crítica coyuntura. Ahora, todos sus hombres estaban dispuestos a marchar con él en persecución de los amalecitas, y a todos los necesitaba; pero se vio obligado a dejar atrás 200 hombres, un tercio de su ejército, pues se hallaban tan fatigados de la marcha que no pudieron pasar el torrente de Besor (v. 1Sa 30:9). Esto fue para David:

1. Una gran prueba para su fe: ¿Podía seguir adelante, confiado únicamente en la palabra de Dios, cuando tantos de sus hombres se le habían quedado atrás desfallecidos? Cuando nos hallemos decepcionados y desalentados en las esperanzas que hayamos puesto en las causas segundas, sigamos adelante con buen animo, y confiemos en el poder de Dios, pues así se le da gloria «creyendo en esperanza contra esperanza» (Rom 4:18).

2. Una gran prueba de la delicadeza de David hacia sus hombres, ya que no les urgió a seguirle sacando fuerzas de flaqueza, aun cuando el caso era grave y urgente. Así es como el Hijo de David nos muestra la compasión del Padre «porque Él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo» (Sal 103:14). No todos los seguidores de Cristo tienen el mismo vigor en sus empresas y conflictos espirituales, pero, cuando somos débiles, Él es compasivo; más aún, Él es fuerte (2Co 12:9, 2Co 12:10).

III. La Providencia les puso en el camino un pobre y malparado joven egipcio que les dio información de los movimientos de los enemigos y les sirvió de guía para los movimientos de ellos.

1. La crueldad que le mostró su amo. Después de haber servido fielmente a su señor, éste le había abandonado porque estaba enfermo, dejándole que se muriera en pleno campo. Justamente se sirvió la Providencia de Dios de este pobre siervo, tan mal tratado de su amo, como instrumento para la destrucción de todo el ejército de los amalecitas y, entre ellos, de su propio amo.

2. La compasión que tuvo David de él. Aunque tenía motivos para sospechar que este hombre fuese uno de los que habían intervenido en la destrucción de Siclag, al hallarle, no obstante, en este apuro, le asistió generosamente, le dio, no sólo pan y agua (v. 1Sa 30:11), sino también higos y pasas (v. 1Sa 30:12). A pesar de que los israelitas tenían prisa y no llevaban muchos víveres, no quisieron abandonarle, sino que se apresuraron a salvar al que estaba en peligro de muerte y no dijeron: No nos dimos cuenta (Pro 24:11, Pro 24:12).

3. La información que recibió David de este pobre egipcio tan pronto como se recobró de su extrema debilidad, pues le refirió, en cuanto a los de su propio bando: (A) Lo que habían hecho (v. 1Sa 30:14): Hicimos una incursión, etc. (B) Adónde se habían marchado los demás (vv. 1Sa 30:15, 1Sa 30:16). Prometió a David informarle de ello bajo condición de que no le mataría ni le entregaría en manos de su amo, el cual si se enteraba de su paradero, añadiría nuevas crueldades a las anteriores (al menos, así lo pensaba él). Tan alta opinión tenía este pobre egipcio de lo sagrado de un juramento, que no deseaba para su vida mayor seguridad que ésta: «Júrame por Dios» (v. 1Sa 30:15); no por los nombres de los dioses de Egipto ni de Amalec, sino por el Dios supremo, vivo y verdadero.

IV. Enterado por el egipcio del lugar donde estaban los amalecitas, los cuales celebraban su triunfo sin sospechar ningún peligro, cayó sobre ellos y, como él solía orar, vio su deseo sobre sus enemigos. 1. Los bandidos cayeron allí casi todos. Alegres con el botín que habían acaparado, estaban comiendo, bebiendo y haciendo fiesta (v. 1Sa 30:16). En esta forma los sorprendió David, resultándole así más fácil batirles. Sólo 400 hombres, lo suficientemente jóvenes y avisados para darse prisa, montaron en los camellos y huyeron. 2. Fue recuperado el botín y no se perdió nada (vv. 1Sa 30:18, 1Sa 30:19); por el contrario, todavía ganaron con el botín que les tomaron a los incursores, se hace especial mención de las dos mujeres de David (v. 1Sa 30:18), pues esto era lo que él estimaba más que ninguna otra cosa, y del nuevo botín que tomaron a los amalecitas (v. 1Sa 30:20). Los que recientemente querían apedrear a David, ahora iban proclamando: Éste es el botín de David, porque habían ganado con él más de lo que antes habían perdido. Así es como el mundo y los sentimientos de los mundanos son gobernados por el interés material.

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