1 Timoteo 2:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ésta es una porción de gran importancia doctrinal y que, a mi juicio, ha sufrido graves distorsiones a manos de muchos que se resisten a entenderla tal como está.

1. «Exhorto, pues, ante todo, dice Pablo (v. 1Ti 2:1), a que se hagan peticiones, oraciones, súplicas de intercesión y acciones de gracias por todos los hombres» (NVI), es decir, por todos los seres humanos (gr. anthrópon). Vemos aquí lo siguiente:

(A) En el mismo tono que en 1Ti 1:3, el verbo parakaléin indica animar a hacer algo que es de la mayor importancia y urgencia.

(B) Pablo quiere que se hagan oraciones públicas por todos los seres humanos SIN DISTINCIÓN NI EXCEPCIÓN. Está claro que de esas oraciones no excluye a nadie. Esto es de suma importancia para entender bien los versículos 1Ti 2:4-6.

(C) Entre las clases de oración, el apóstol especifica peticiones (gr. deéseis), que comportan el sentido de necesidad, oraciones (gr. proseukhás), que indican un vivo deseo del alma, intercesiones (lit. gr. enteúxeis), término usado para indicar que la petición se hace a un superior, y acciones de gracias (gr. eukharistías), las cuales forman parte integral del culto de oración y no deberían faltar tampoco en las oraciones privadas.

2. En el versículo 1Ti 2:2, el apóstol menciona personas que necesitan de modo especial las oraciones de los creyentes: «por los reyes y por todos los que están en posición de altura (lit.), esto es, en cargos de autoridad y responsabilidad especial, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad». Téngase en cuenta que cuando Pablo pide oraciones por los reyes, el rey que ocupaba el supremo trono del Imperio era ¡Nerón! Sean buenos o perversos los que ocupan los primeros puestos en el gobierno de la nación, necesitan de nuestras oraciones, no sólo por el bien espiritual y temporal de ellos mismos, sino en especial para que los ciudadanos vivan en condiciones de paz y seguridad, de modo que, en tal atmósfera, todos los creyentes puedan llevar, sin que nadie los estorbe, una vida piadosa y decorosa. «Esto, añade Pablo (v. 1Ti 2:3), es decir, el orar por todos los hombres, es bueno (gr. kalón, hermoso, excelente) a los ojos de Dios nuestro Salvador». A Dios le agrada en gran manera que oremos por todos los hombres.

3. El apóstol aporta tres razones por las que es menester orar por todos los seres humanos:

(A) Por el deseo de Dios de que todos sean salvos (v. 1Ti 2:4): «el cual (Dios) desea (gr. thélei) que todos sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad» (lit.). Al ser ésta una de las razones por las que debemos orar por todos los seres humanos SIN EXCEPCIÓN (v. 1Ti 2:1), es obvio que, en el pensamiento de Pablo, Dios desea la salvación de todos los hombres SIN EXCEPCIÓN. Nótese: (a) que el verbo thélei indica un deseo, no un decreto, de Dios. Si no todos se salvan, no es porque Dios los excluya a priori o les niegue la gracia necesaria para salvarse, sino porque la salvación personal depende de la fe personal y no todos tienen fe (2Ts 3:2); (b) que, por tanto, el deseo amoroso de Dios está condicionado al ejercicio de la fe por parte del ser humano (comp. con Jua 3:16). Decir que «si Dios quisiera que todos se salvasen, todos se salvarían» es torcer el sentido de las Escrituras y desconocer la diferencia entre la obtención de la redención y la aplicación personal de la redención.

(B) «Porque (v. 1Ti 2:5) hay un solo Dios y un solo Mediador entre Dios y los hombres, (el) hombre Cristo Jesús» (lit.). En otras palabras, la unicidad universal del verdadero Dios, y la unicidad universal del Redentor, exigen que no se excluya a nadie de la oración en común. Dice J. Collantes: «Las oraciones del cristiano tienden a que los hombres se dobleguen libremente a los planes salvadores de Dios. No cabe excluir a nadie, puesto que nada ni nadie ha sido hecho por otro Dios. El orden de la creación, roto por el pecado (Rom 5:12), fue restaurado por Cristo, que se ofreció a mediar entre Dios y los hombres. Su mediación es universal … Por ser Dios, es mediador universal; por ser Dios y hombre, está solidarizado con los dos extremos; por ser hombre, está más cerca de nosotros para mover nuestra confianza. Por eso pone san Pablo el acento en la humanidad: Jesucristo hombre». Sería más exacto decir que sólo como hombre perfecto puede ser Mediador a favor de los hombres, ya que, como Dios, no es un medio, sino uno de los extremos (comp. con Job 9:33).

(C) Porque la redención llevada a cabo en el Calvario tuvo carácter universal (v. 1Ti 2:6): «el cual (Cristo hombre) se dio a sí mismo en rescate (gr. antílutron) por todos (¿excluye a alguien?), de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. El gr. antílutron indica el precio que se paga por el rescate. Es notable el uso de la preposición huper, a favor de, tras de antílutron, donde el prefijo antí comporta la idea de sustitución («en lugar de»), como en Mar 10:45 («lútron antí pollón»: rescate por muchos). Dice D. Guthrie: «El rescate, es cierto, tiene valor infinito, pero los beneficios requieren apropiación. El apóstol da a entender aquí que, puesto que el rescate es adecuado para todos, Dios ha de desear la salvación de todos». La frase final del versículo 1Ti 2:6 es demasiado concisa: «el testimonio en sus propias sazones» (lit.). Opina Guthrie que «es mejor asumir que el testimonio intentado es el acto de Dios al enviar a Su Hijo en el tiempo designado (cf. Gál 4:4)». Sin embargo, y aun a la vista del contexto posterior, es preferible ver aquí la necesidad de proclamar en todo tiempo oportuno (comp. con 2Co 6:2) las verdades que anteceden (vv. 1Ti 2:4-6).

4. A continuación, Pablo asegura que a él le fue encomendado como predicador (kérux, heraldo o proclamador) y apóstol (enviado), dar dicho testimonio (v. 1Ti 2:7): «Para lo cual fui puesto yo …». La mención de ser maestro de los gentiles tiene que ver, a mi juicio, no sólo con su ministerio específico y cualificado de «apóstol de los gentiles», sino también porque los gentiles estaban fuera de la esfera del verdadero Dios y del Mesías, por lo que necesitaban con mayor urgencia el pleno conocimiento de la verdad del versículo 1Ti 2:4. Lo de «en fe y verdad» con que concluye el versículo 1Ti 2:7 se entienden de muy diversas maneras por los distintos autores. Dice Hendriksen: «él (Pablo) y su mensaje eran usados por Dios para llevar a las mentes y corazones de los gentiles fe viva en la verdad del Evangelio». Para Guthrie, «en fe y verdad muestra la esfera de la enseñanza, y abarcar tanto el espíritu del maestro como el contenido del mensaje». Opino, con Holzmann, Von Soden y otros, que lo que Pablo indica aquí es que él es maestro de los gentiles con toda lealtad (o fidelidad) y verdad.

5. Termina Pablo esta exhortación a orar, dirigiéndose a los hombres (gr. ándras, varones): «Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda» (v. 1Ti 2:8). Vemos aquí lo siguiente:

(A) Que Pablo se dirige a los varones, no a las mujeres, porque se trata de la oración eclesial, en la que, según él mismo dice en 1Co 14:34, las mujeres debían callar. «Quiero», dice; no aconseja; manda.

(B) «En todo lugar» no significa dondequiera se hallen, sino dondequiera esté reunida una congregación, como se ve por el contexto posterior.

(C) «Levantando manos santas» indica, primeramente, la postura de la oración, lo cual sólo tiene relevancia en la oración pública. Es una postura clásicamente «sacerdotal», de intercesión. Hendriksen ha encontrado unas ocho diferentes posturas de oración, ilustrándolas con muchos ejemplos, de los que citaremos uno en cada una: 1) de pie (Gén 18:22); 2) con las manos levantadas hacia el cielo (como aquí); 3) inclinando la cabeza (Gén 24:48); 4) elevando los ojos al cielo (Sal 25:15); 5) de rodillas (2Cr 6:13); 6) postrándose rostro a tierra (Gén 17:3); 7) inclinándose, con el rostro entre las rodillas (1Re 18:42); 8) de pie, a lo lejos, golpeándose el pecho (Luc 18:33). El apóstol añade que esas manos deben ser santas (gr. hosíous, que indica devoción y santidad interiores). Dice el Crisóstomo: «No lavadas con agua, sino puras de avaricia, de asesinatos, de violencias». Esto no quiere decir que se excluya la pureza física de las manos, pues también ésta llegó a estar prescrita. «Sin ira ni contienda», porque cuando un cristiano que se dispone a orar está amargado o indignado contra un hermano, no es posible que levante manos santas.

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