2 Corintios 5:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de 2 Corintios 5:1 | Comentario Bíblico Online

1. Pablo menciona su expectación, y su deseo, de la eterna felicidad (vv. 2Co 5:1-5).

(A) La expectación gloriosa de todo creyente después de la muerte (v. 2Co 5:1). «Porque sabemos (no es conjetura, sino certeza absoluta) que si se destruye nuestra casa terrenal, esta tienda de campaña (comp. con 2Pe 1:13, 2Pe 1:14) en que peregrinamos, tenemos una sólida mansión construida por Dios (comp. con Jua 14:2; Heb 11:13-16; Heb 13:14), un apartamento no levantado por manos humanas y que durará eternamente en los cielos» (NVI). Pablo dice «tenemos», en presente, porque aquella mansión ya es nuestra por derecho de herencia (Rom 8:17) y posición legal (Efe 2:6).

(B) Cambiando de metáfora, el apóstol considera ahora el cuerpo mortal como una vestidura del alma (vv. 2Co 5:2, 2Co 5:5). Lo que al creyente le espera tras de la muerte es el revestimiento de inmortalidad (comp. los vv. 2Co 5:2-4 con 1Co 15:53, 1Co 15:54). El apóstol no anhela la muerte para quedar desnudo, sin cuerpo; esta idea gnóstica no entraba en la mentalidad de Pablo. El apóstol aspira siempre a la resurrección (comp. con Flp 3:10-14, Flp 3:20, Flp 3:21); por eso, late en ese «gemimos» de los versículos 2Co 5:2 y 2Co 5:4 el natural horror a la muerte, y desea ser transformado en lugar de ser resucitado (v. 1Co 15:51), revestido de inmortalidad (v. 2Co 5:2, comp. con 1Co 15:53), en lugar de ser hallado desnudo (v. 2Co 5:3), esto es, sin cuerpo. La opinión de Calvino y de algunos expositores catolicorromanos (no de P. Gutiérrez) de que «vestidos y no desnudos» (v. 2Co 5:3) significa «vestidos con la justicia de Cristo» o «en estado de gracia», carece de toda probabilidad dentro de este contexto.

(C) El creyente tiene para todo esto una doble garantía: El designio de Dios al hacer de él «una nueva creación», y el sello del Espíritu, que es la garantía de la inmortalidad (v. 2Co 5:5): «Y el que nos produjo (comp. con el v. 2Co 5:17 y con Efe 2:10) para esto mismo (es) Dios, el que nos dio las arras del Espíritu» (lit.). Cuando Dios nos escogió en Cristo (Efe 1:4) antes de la creación del mundo, ya nos preparó para esto y, al hacer que naciéramos de nuevo, de arriba, nos creó de nuevo, hizo de nosotros una «nueva obra suya», como dice el griego de Efe 2:10 (poíema, ¡un poema, una composición!) Éste es el sentido del aoristo katergasámenos (de katergázomai, que no hay que confundir con katarguéo, abolir o hacer ineficaz). Esta obra de Dios en nosotros queda confirmada por la donación del Espíritu (comp. con Rom 5:5) como arras, garantía segura de nuestra futura inmortalidad. El vocablo arrabón, que sólo sale aquí, en 2Co 1:22 y en Efe 1:14, se distingue de aparkhé, primicias, en que este último indica «los primeros frutos» (v. por ej., 1Co 15:23) de una futura cosecha, mientras que arrabón denota directamente la garantía o prenda que se da en señal segura del pago total.

2. De aquí infiere el apóstol que el cristiano puede vivir siempre con buen ánimo (v. 2Co 5:6), sabedor de que es como un «emigrante» (nueva metáfora) que va de paso por este mundo, pero tiene su ciudadanía real en el cielo (Flp 3:20), donde está su hogar, «en la presencia del Señor» (v. 2Co 5:8). En efecto, los verbos griegos que traducimos (vv. 2Co 5:6, 2Co 5:8 y 2Co 5:9) por «habitar» (endemésai) y por «estar ausentes» (ekdemésai) significan respectivamente «estar en el domicilio, en el hogar propio» y «estar en el destierro, lejos del hogar». El apóstol siente vivamente la nostalgia de quien se ve lejos del hogar donde están los seres queridos, que le aman y le esperan, aunque la fe le da ánimos para vivir gozoso y confiado. Por eso, intercala, como un paréntesis, el versículo 2Co 5:7: «porque por fe andamos, no por vista». La fe le da al creyente la garantía de que existe el hogar celestial al que aspira y espera ir, y que allí está el Señor, aunque no vea de momento el hogar ni al Señor mientras vive en este destierro. Ésta es la interpretación más probable y natural de este versículo 2Co 5:7, con lo que debería desecharse la referencia a 2Co 4:18, ya que el sentido y el contexto son completamente distintos.

3. Lejos de permanecer extático mirando al Cielo (comp. con Hch 1:11), el apóstol saca de aquí otra inferencia sumamente práctica (Pablo era enormemente pragmático), que nos sirve de estupenda lección (vv. 2Co 5:9-11): Lo que realmente importa, ya estemos en casa o en el destierro (v. 2Co 5:9), es que hagamos lo que es agradable al Señor (comp. con Rom 12:2), es decir, que en todo cumplamos lo que pide de nosotros; momento a momento, que hagamos su voluntad. Como en 1Co 3:12-15, su pensamiento vuela hasta el Día de Jesucristo (Flp 1:6), el día de las recompensas. El versículo 2Co 5:10 queda muy claro en la NVI: «Porque es menester que todos comparezcamos ante el tribunal (gr. bëma) de Cristo, para que cada uno reciba su retribución conforme a lo que haya hecho durante su vida mortal (lit. mediante el cuerpo), ya hayan sido obras excelentes (gr. agathón, aplicado aquí a cosas de las que se saca provecho) o de baja calidad (gr. phaúlon, lo vil, ruin, despreciable)». Toda la fraseología del versículo apunta al juicio de recompensas para los creyentes. NO SE TRATA, PUES, DEL JUICIO PARTICULAR INMEDIATAMENTE DESPUES DE LA MUERTE (como piensan los católicos Gutiérrez ), NI DEL JUICIO FINAL, UNIVERSAL (como opinan los protestantes amilenaristas Tasker, Denney, etc. , quienes hallan problemas en conciliar la enseñanza de este versículo con la clara doctrina bíblica de la justificación por la fe).

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