2 Crónicas 10:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de 2 Crónicas 10:1 | Comentario Bíblico Online

1. El hombre más sabio y mejor del mundo no puede dar gusto a todos. Salomón enriqueció e hizo prosperar su reino, hizo cuanto pudo por la felicidad de sus súbditos, pero fue indiscreto en la imposición de tasas y contribuciones. No hay nadie sabio del todo. Es probable que la indiscreción hiciese presa a Salomón cuando él se apartó de Dios, y Dios le abandonó de forma que comenzó a actuar de esta forma tan poco discreta. Quizá la sobreabundancia de mujeres que tuvo acabó con las muchas riquezas que poseía, y fue entonces cuando, para conservar su prestigio, su lujuria y su idolatría, sobrecargó a sus súbditos.

2. Por otra parte, los hombres de ánimo turbulento e ingrato hallan siempre faltas en el gobierno y se quejan de injusticias imaginarias. ¿No habían tenido paz en tiempo de Salomón? Nunca habían sido presa de bandoleros o merodeadores como antiguamente, nunca fueron atemorizados con rumores de guerra ni obligados a jugarse la vida en el campo de batalla. ¿No habían tenido abundancia de alimento y de dinero? Con todo, se quejan de que Salomón les había impuesto un pesado yugo y una dura servidumbre (v. 2Cr 10:4).

3. Vemos también la forma en que muchos se arruinan a sí mismos al atropellar y provocar a sus inferiores. Roboam pensó que, por ser rey, tenía autoridad para hacer lo que quisiera y ejercer el dominio como su padre. Es cierto que llevaba la corona de su padre, pero le faltaba el cerebro de su padre. Un hombre tan sabio como Salomón podía hacer lo que quisiera, pero un insensato como Roboam podía hacer sólo lo que estuviese a su alcance. Roboam pagó muy cara la arrogancia de sus amenazas. La consideración hacia los súbditos, la comprensión de sus problemas y la disposición a facilitarles las soluciones son el apoyo, el consuelo y la alabanza de toda autoridad, tanto en el Estado como en la iglesia y en la familia.

4. Los consejeros de moderación son, de ordinario, los más prudentes y los mejores. La amabilidad puede hacer lo que no consigue la violencia. Éste es el método que le sugerían a Roboam los consejeros veteranos y experimentados (v. 2Cr 10:7): «Si te conduces humanamente con este pueblo, y les agradas y les hablas buenas palabras ellos te servirán siempre». Las buenas palabras no cuestan sino un poco de negación de sí mismo y pueden comprar cosas muy valiosas.

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