2 Pedro 2:4 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Aunque ya desde el versículo 2Pe 2:1 (al final), el autor sagrado ha mencionado el castigo que les aguarda a estos falsos maestros, en los versículos 2Pe 2:4-9 pone tres ejemplos del Antiguo Testamento en los que se manifestó de modo especial la ira de Dios contra los impíos, para sacar la conclusión de que también a éstos les está reservado un severo castigo el día del Juicio (v. 2Pe 2:9). La conjunción causal fuerte gar, que aparece en cabeza del versículo 2Pe 2:4, da a entender las razones por las que «no está inactiva su sentencia de condenación ni dormita su ruina» (v. 2Pe 2:3. Lit.).

1. El primer ejemplo es el de los ángeles que pecaron (v. 2Pe 2:4): «Porque si Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los envió al infierno (lit. Tártaro), metiéndolos en oscuros calabozos, a fin de ser guardados allí para el juicio». Al comparar este versículo con Jud 1:6, vemos que estos ángeles «no guardaron su posición de preeminencia, sino que abandonaron su propia morada» (NVI). Es cierto que la Escritura no nos dice nada de esto en el Génesis, pero, aun cuando esta información que Pedro y, más detalladamente, Judas nos ofrecen, proceda de una tradición judía, registrada en apócrifos, su inserción en 2Pe 2:4 y Jud 1:6 es suficiente para que la tengamos por digna de crédito, pues es Palabra de Dios. Si unimos a esto la probabilidad de que 1Pe 3:19 se refiera a espíritus desencarnados, esto es, ángeles caídos, la misma interpretación de «hijos de Dios» en Gén 6:2, Gén 6:4 en sentido de ángeles rebeldes, desobedientes, toma también una nueva probabilidad. El vocablo griego zóphos, oscuridad, sólo ocurre, aparte de Heb 12:18, en 2 Pedro aquí y en el v. 2Pe 2:17 y en Jud 1:6-13. La NVI sigue la lectura siroís: «prisiones de oscuridad» (lit.), pero el texto crítico que adoptan las Sociedades Bíblicas Unidas prefiere la lectura seiraís: «ataduras de oscuridad», metáfora que también se halla en el apócrifo (canónico en la Iglesia de Roma) Sabiduría Apo 17:16. Tártaros era, en la mitología griega, el lugar más profundo del Hades, y en él eran atormentados los malvados, los enemigos de los dioses. Téngase esto en cuenta, ya que, aunque muchas versiones lo traduzcan por «infierno», la identificación del Tártaro con la Gehenna, citada once veces en los evangelios y una vez en Stg 3:6, es poco probable.

2. El segundo ejemplo, no mencionado por Judas, está tomado del Diluvio. Dice así el versículo 2Pe 2:5 en la NVI: «Si no perdonó al mundo antiguo cuando hizo caer un diluvio sobre la gente impía que había en él, pero protegió a Noé, heraldo de la justicia, y a otras siete personas». Dice Salguero: «El diluvio es considerado como la transición entre el mundo antiguo, que es destruido, y la constitución del nuevo mundo. Por eso, el diluvio es en las epístolas de san Pedro, el tipo de renovación esperada (2Pe 3:12, 2Pe 3:13) y del bautismo (1Pe 3:20, 1Pe 3:21)». De Noé se dice en Heb 11:7 que «condenó al mundo»; aquí se le llama «pregonero de justicia» (lit.). El sustantivo griego kérux (pregonero o heraldo) sólo ocurre, además de aquí, en 1Ti 2:7 y 2Ti 1:11, pero el verbo de la misma raíz (kerusso) sale numerosas veces en el Nuevo Testamento. La tradición judía habla de la predicación de Noé, pero bastaría su ejemplo de justicia y la construcción del Arca para que se le pudiese llamar «pregonero de justicia».

3. El tercer ejemplo (vv. 2Pe 2:6-8) es el de Sodoma y Gomorra, también mencionado en Jud 1:7 (v. el comentario de ese lugar). Dicen así los versículos 2Pe 2:6-8 de 2Pe 2:1-22 en la NVI: «Si condenó a las ciudades de Sodoma y Gomorra reduciéndolas a cenizas, y las puso como escarmiento indicador de lo que va a suceder a los impíos; y si rescató a Lot, hombre justo, que estaba abrumado de pena por las vidas obscenas de los libertinos, (porque este justo, que vivía entre ellos día tras día, estaba atormentado por las iniquidades que tenía que ver y oír)».

(A) Lo primero que notamos es el relieve que se da al rescate de Lot, en medio del castigo a los malvados (ya lo hizo con respecto a Noé y su familia, en el v. 2Pe 2:5); y no sólo al rescate, sino tambien al apelativo «justo» que Pedro le aplica dos veces aquí: en el versículo 2Pe 2:7 y en el versículo 2Pe 2:8, además del que aplica (lit.; v. 2Pe 2:8) a su alma, llamándola también justa. Esto nos ofrece motivo para un par de reflexiones muy prácticas: (a) Se ve aquí claro que Dios establece una diferencia radical entre los pecadores inconversos, los rebeldes contra Dios, y los que son suyos, aun cuando no carezcan de pecados. El materialismo de Lot se echó de ver en la elección que hizo (v. Gén 13:10, Gén 13:11). Sin embargo, su fe en el Dios verdadero le separaba radicalmente de los impíos de Sodoma y Gomorra. (b) Los criterios de Dios pugnan con los nuestros (comp. Isa 55:7-9), ya que, mientras Él pasa por alto las caídas de los suyos cuando los compara con los malvados inconversos, pues está dispuesto siempre a perdonar y olvidar, nosotros solemos hacer lo contrario: por una caída que haya sufrido un hermano nuestro, ya ha perdido para nosotros todo el prestigio que haya podido tener anteriormente.

(B) Dice Pedro (v. 2Pe 2:6) que el castigo impuesto por Dios a Sodoma y Gomorra era un «escarmiento indicador de lo que va a suceder a los impíos» (NVI). Para lo de «escarmiento indicador» («ejemplo», en la Reina-Valera) el original tiene el vocablo hupodeígma, que ya hemos visto en varios otros lugares (con éste, son seis los lugares en que aparece tal vocablo: Jua 13:15; Heb 4:11; Heb 8:5; Heb 9:23; Stg 5:10 y el presente) y cuya etimología sugiere «algo que se muestra por debajo» y, por tanto, fácil de copiar o de hacer con él un bosquejo. La catástrofe de las ciudades nefandas es sólo un bosquejo de lo que acontecerá a los impíos en el día del Juicio, pero un indicador tremendo; el Diluvio tuvo algo por lo que podía simbolizar el bautismo cristiano (1Pe 3:20, 1Pe 3:21), pero el incendio de Sodoma y Gomorra fue como el esbozo de la conflagración universal que Pedro escribe en 2Pe 3:7, 2Pe 3:10.

(C) El carácter justo de Lot es puesto de relieve (vv. 2Pe 2:7, 2Pe 2:8) en la pena y el tormento que le causaban la lascivia y la impiedad de sus convecinos. Si se hubiesen encontrado allí diez justos como él, no habría venido la destrucción sobre Sodoma (Gén 18:32). Tambien está a su favor la hospitalidad que mostró (Gén 19:1.). Sin embargo, la historia que leemos en Gén 19:30-38 no deja de ser repugnante. Dice R. Franco: «La tradición rabínica en parte le fue muy adversa y le consideró como un gran pecador … Pero hay también una tendencia más favorable, debida sobre todo a ser el padre de los moabitas, de los que proviene Rut, ascendiente de David y del Mesías».

4. El versículo 2Pe 2:9 viene a resumir, en un principio general, la conducta de Dios con los justos y los impíos respectivamente: «Si esto es así, entonces Dios sabe cómo rescatar de las pruebas a las personas piadosas y reservar a los impíos para el día del juicio mientras continúa castigándolos» (NVI). R. Franco halla aquí «un paralelismo que recuerda el Sal 1:6». Lo único que causa alguna dificultad en este versículo es el participio de presente medio-pasivo kolazoménous, por el que parece ser que el castigo de los impíos se lleva a cabo ya en la actualidad. Opina R. Franco que, efectivamente, «los pecadores ya son torturados en el presente, aun cuando esta situación se haga definitiva el día del Juicio». No puedo estar de acuerdo con él, porque la experiencia de cada día lo desmiente. Con otros muchos intérpretes, creo que Pedro se refiere, en ese participio de presente, al futuro escatológico. ¿Por qué emplea, pues, el tiempo presente? Mi opinión personal va en la siguiente respuesta: Porque, aun cuando los tormentos comenzarán en el futuro, continuarán en un presente perpetuo. De acuerdo con esto, yo traduciría la última frase del versículo 2Pe 2:9 del modo siguiente: «… y reservar a los impíos para el día del juicio a fin de ser continuamente castigados» (comp. con Apo 20:10).

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