2 Reyes 5:9 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Curación de la lepra de Naamán.

I. La breve y clara instrucción que el profeta le dio, con seguridad de éxito. Naamán, con toda su escolta, se paró a la puerta de Eliseo como un mendigo para pedir limosna. Esperaba que, a cambio, el profeta en persona saliera a recibirle, pero Eliseo le dio respuesta sin ningún cumplido, ni salió a recibirle, pues no quería que se quedara demasiado satisfecho con el honor que se le prestaba, sino que le envió a decirle por medio de un mensajero: Ve y lávate siete veces en el Jordán (v. 2Re 5:10). La promesa era segura: Serás limpio. El método no podía ser más sencillo: Ve a lavarte en el Jordán. Esto tenía por objeto ser una señal de la curación y una prueba para su obediencia. Los que quieran que Dios les ayude han de estar dispuestos a hacer lo que Dios manda.

II. Disgusto de Naamán por el método prescrito, pues no era esto lo que él esperaba. Dos cosas le disgustaron:

1. Que Eliseo, según a él le pareció, menospreciara su persona al darle órdenes mediante un criado, en lugar de venir él mismo a recibirle (v. 2Re 5:11). Creciéndose con la esperanza de la curación, se había imaginado cómo se llevaría a cabo ésta: «Saldrá él luego es lo menos que puede hacer por mí, un gran personaje de Siria a mí que con frecuencia he vencido a Israel, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, me nombrará en su oración, y luego, alzará su mano y tocará el lugar de la lepra, y así se llevará a cabo la curación». Al no salir la cosa como él la había imaginado, se puso de mal genio. Parece como si le importara más recibir satisfacción para su honor que curación para su enfermedad.

2. Que Eliseo, según a él le pareció, menospreciara su país. Tomó a mal que le enviara a lavarse en el Jordán, un despreciable río de Israel, cuando el Abaná y el Farpar (o Farfar), ríos de Damasco, eran mejores que todas las aguas de Israel (v. 2Re 5:12). ¿No puedo yo lavarme en ellos y ser limpio?, añadió. Sí, es cierto que podía lavarse en ellos y quedar limpio de suciedad, pero no curado de la lepra. El Jordán era el río prescrito y, si esperaba que el poder divino le curase, había de someterse a la voluntad divina, sin preguntar por qué ni cómo. Tal era el acaloramiento con que hablaba Naamán (como suelen hacer las personas apasionadas), que se retiró airado de la puerta del profeta, dispuesto a jurar que nunca jamás tendría que ver con Eliseo. Pero, entonces, ¿quién sería el perdedor?

III. El modesto y humilde consejo que le dieron sus criados de que observara las prescripciones del profeta, reprochándole tácitamente su resentimiento (v. 2Re 5:13): «Si el profeta te mandara alguna cosa muy difícil, como un largo y tedioso tratamiento médico, ¿no la harías? Sin duda que la harías. ¿Y no te vas a someter a un método tan fácil como éste: Lávate, y serás limpio?» El reproche fue no sólo modesto y respetuoso, sino también prudente y de sentido común. Si los criados hubiesen añadido leña al fuego del resentimiento de su amo y le hubiesen propuesto vengar su querella con el profeta, ¡qué terribles podían haber sido las consecuencias! Pero ellos razonaron con él:

1. Basándose en el vehemente deseo que él tenía de curarse: «¿No la harías?» Nótese que cuando los pecadores llegan a este punto de contentarse con cualquier cosa, de someterse a cualquier cosa y de deshacerse de cualquier cosa, para curarse de su grave enfermedad espiritual, entonces, y no antes, comienza a haber para ellos esperanza de curación. Entonces recibirán a Cristo bajo las condiciones que Él les imponga, puesto que estarán dispuestos a recibir la salvación bajo cualquier condición.

2. Basándose en la facilidad del método prescrito: «Lávate, y serás limpio». Nótese que los métodos prescritos para la curación de la lepra del pecado son tan sencillos y claros que no tenemos excusa alguna si no los observamos: «Cree, y serás salvo» (Hch 16:31); «Arrepentíos, y seréis perdonados» (comp. Hch 2:38), equivalentes a «Lávate, y serás limpio».

IV. La curación es llevada a cabo mediante el uso del método prescrito (v. 2Re 5:14). Apaciguada la ira de Naamán con el prudente consejo de sus criados, y pensándolo mejor, se sometió al experimento «y quedo limpio», con gran sorpresa y gozo por su parte.

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