[PalabrasDeFe] LAS LUCHAS IV (Con la envidia)

 

 La lucha con la envidia
Por:Charles Stanley
¿Ha tenido envidia del éxito de alguien? Talvez su vecino compró un auto nuevo o quizás alguien en su trabajo recibió un ascenso. Cuando situaciones así provocan reacciones inexplicables en nosotros, podemos tener un problema.
La envidia es la emoción de desagrado que tenemos ante la buenas oportunidades de los demás. Pensemos en esta definición.
Primero, es una emoción. ¿Son siempre sus sentimientos el mejor indicador de la verdad? Muchas veces, la respuesta es no. En efecto, la Biblia dice que nuestro corazón es «engañoso» (Jer. 17:9). Eso significa que no podemos confiar en él siempre. Debemos más bien pensar en lo que sabemos que es verdad: la Palabra de Dios.
Segundo, está caracterizada por el desagrado. Le pregunto: ¿Qué le agrada a usted? ¿Depende su gozo de las posesiones y los reconocimientos, o proviene su alegría del Señor? Si encuentra su placer en las «cosas», entonces puede esperar una lucha con la envidia en cualquier momento.
Tercero, está dirigida a los demás. Esto es por lo general un problema de orgullo. Por nuestro espíritu orgulloso, creemos tener derecho a las bendiciones de otros. En cierto sentido, estamos diciendo: «Dios, le estás dando esto a esa persona, pero debiste habérmelo dado a mí. Te equivocaste». Es posible que no lo digamos tan insolentemente, pero nuestras acciones pueden hablar más alto que nuestras palabras.
La envidia actúa como un veneno, para destruir las buenas relaciones. Cuando sienta el comienzo de una actitud de envidia, pídale a Dios que le quite su atención de las «cosas», y la ponga de nuevo en Él.
¿Se puede controlar una actitud de envidia? ¡Sí, claro que sí! Sabiendo que Dios quiere que sus hijos controlen sus emociones, examinemos algunas cosas específicas que usted puede hacer para lograr la victoria.
Primero, confiese su envidia. Esta emoción siempre, quita nuestra mirada del Señor y la fija en otra persona u objeto. Eso, en el fondo, es idolatría. Siempre que usted da a una «cosa» más valor que a Dios, se pone bajo juicio. ¡Arrepiéntase de ese pecado!
Segundo, reconozca que está en desacuerdo con Dios. Si Él decide traer una bendición específica a la vida de otra persona, ésa es su prerrogativa. Su envidia no es más que la declaración de que usted merece la bendición más que la otra persona. Traiga delante del Señor, con sinceridad, este desacuerdo, y pídale que restaure en su mente una recta perspectiva.
Tercero, dé gracias a Dios por lo que Él está haciendo en la vida de esa persona. Es posible que a no le guste eso, pero cuando alaba a Dios, aunque no se sienta con ganas de hacerlo, se pone en la posición de recibir Sus bendiciones, al mostrar que confía totalmente en Su juicio.
Cuarto, pídale a Dios que le ponga amor en su corazón por la otra persona. En la Biblia, muchas veces la palabra «envidia» es seguida por la palabra «ira». No permita que la envidia despierte en usted odio hacia alguna persona.
La envidia puede destruir sus relaciones, su testimonio y su experiencia de las bendiciones de Dios. Pídale al Señor que le quite esos malos sentimientos hoy.

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