Hombres Que Cambien La Era – Witness Lee

Hombres Que Cambien La Era

Así que, si alguno se limpia de éstos, será un vaso para honra, santificado, útil al dueño, y dispuesto para toda buena obra. Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor. 2 Timoteo 2:21-22

En todas las eras y en cada generación, Dios viene a los jóvenes con miras a llevar a cabo Su mover. Tanto la Biblia como la historia de la iglesia nos muestran que Dios desea valerse de los jóvenes. No es suficiente simplemente ser salvos, predicar el evangelio a fin de salvar a otros y ser personas espirituales. Es imprescindible darse cuenta de que Dios tiene un plan eterno. Para el cumplimiento de este plan, existe la necesidad de jóvenes que no estén contaminados por las pasiones juveniles, que conozcan la Palabra y que experimenten plenamente la vida divina.

Hombres que cambian la era por Witness Lee

EXTRACTO DEL CAPITULO UNO

LA NECESIDAD DE QUE HAYA HOMBRES QUE CAMBIEN LA ERA
Lectura bíblica: Dn. 1:1-21

Hoy, nos gustaría considerar cómo los jóvenes que están bajo la mano de Dios pueden ser usados por El para cambiar la era.

DIOS EXPRESAMENTE USA A JOVENES PARA CAMBIAR LA ERA

Debemos darnos cuenta de que muchas veces Dios hace algo en la tierra con el propósito de cambiar la era. Cuando Dios obra en la tierra, lo hace de era en era. La razón por la cual hay muchos cambios de era en la obra de Dios, se debe a que los hombres que El usa en una era frecuentemente caen y no consiguen alcanzar la meta fijada por Dios. Esto obliga a Dios a cambiar la era, es decir, a tener un nuevo comienzo en una nueva era en la que El pueda realizar aquello que se propuso.

Podemos ver muchos casos como éste en el Antiguo Testamento. Dios introducía una nueva era al hacer algo a través de ciertas personas durante un período determinado. Sin embargo, debido a la degradación del hombre, esa era pronto se convertía en una era caída y degradada. Con el tiempo se degradaba a tal grado que Dios no podía seguir adelante por medio del hombre y ya no podía hacer nada más en la tierra. Como consecuencia, Dios tenía que introducir una nueva era y sólo así podía continuar Su obra. Desafortunadamente, no pasaba mucho tiempo antes que la siguiente era se degradara nuevamente. Una vez más, Dios no podía obrar, y como resultado, tenía que introducir otra era. Al leer el Antiguo Testamento, uno se da cuenta de que una nueva era venía después que la anterior se había degradado; o sea, una era surgía sólo para desaparecer de nuevo. Después venía otra, pero también volvía a fracasar una vez más.

Me gustaría que se dieran cuenta de que la obra que Dios hace para cambiar la era, se hace siempre a través de hombres. Antes que se introduzca una nueva era, siempre hay hombres de la era anterior que Dios usa específicamente para cambiar la era. Y cada vez que Dios lleva a cabo un cambio de era, El, expresamente, usa a jóvenes. Los dos ejemplos más obvios son Samuel y Daniel.

EL CAMBIO DE ERA TIENE COMO FIN INTRODUCIR LA AUTORIDAD Y LA EXPRESION DE DIOS

Samuel cambió la era del sacerdocio a la era del reino, mientras que Daniel cambió la era del cautiverio a la era del regreso. La era del reino que introdujo Samuel, en realidad comenzó con David y alcanzó su etapa dorada cuando el rey Salomón edificó el templo. En aquel entonces, la autoridad de Dios se manifestó por medio de los hombres; Dios pudo gobernar a través de aquellos que estaban bajo Su autoridad. Al mismo tiempo, la gloria de Dios también fue expresada entre los hombres.

En aquella época, por una parte, existía en Israel el trono de la casa de David, y por otra, el templo. El trono nos habla de la autoridad de Dios, y el templo, de Su gloria. Uno debe recordar que la gloria de Dios llenó el templo cuando Salomón lo consagró a Dios una vez concluida su edificación. Sabemos también que esto tiene un significado simbólico; tanto el trono como el templo establecido entre los israelitas, nos muestran que Dios desea gobernar y expresar Su gloria.

Espero que los hermanos y hermanas jóvenes vean estas dos cosas. Dios quiere tener en la tierra un trono y una morada. El trono nos habla de Su gobierno, y la morada nos habla de la expresión de Su gloria. Dicha era fue introducida por Samuel; por un lado, él introdujo un trono, y por otro, una morada mediante este trono. Esta situación era evidente entre los israelitas después que el rey Salomón logró edificar el templo. Dios estableció un trono y gobernó a través de él, y también obtuvo una morada, un lugar para Su expresión, mediante la cual manifestó Su gloria entre los hombres. Podemos considerar que este período fue una era muy normal.

Sin embargo, esta condición no duró mucho tiempo. Debido a la corrupción del hombre y a los ataques de Satanás, dicho testimonio fue destruido. Cuando Salomón era anciano, esa era ya se había convertido en una era caída. En aquel entonces, daba la impresión de que el trono de Dios había sido rechazado y de que Su gloria había sido abandonada.

A partir del rey Salomón en adelante, sus descendientes comenzaron, paso a paso, a degradarse más. En la época del rey Acab, la condición de ellos no podía ser peor. Vemos que al final del libro de Reyes, al final de la era del reino, todo era degradación y desolación. Ya no quedaba nada del trono de Dios ni de la gloria de Dios; ambos habían desaparecido. ¿Qué podía hacer Dios? Dios sólo podía abandonar a Israel y dejarlo ir. Como consecuencia, vinieron los enemigos, y Jerusalén fue destruida; el templo fue quemado y, junto con los israelitas, fueron llevados a Babilonia todos los utensilios que se usaban para servir a Dios en el templo. Este período llegó a ser una era de cautiverio total, porque todo fue llevado a Babilonia.

EL ENFOQUE DE DIOS A LO LARGO DE LOS SIGLOS: SU AUTORIDAD Y SU EXPRESION EN LA TIERRA

No tengo la intención de darle mucha doctrina a los jóvenes; sin embargo, espero que ellos lleguen a conocer algo acerca de Dios. En el primer capítulo del Antiguo Testamento, después que Dios creó al hombre, El se centró en dos cosas: primero, El quería que el hombre tuviera Su imagen, y segundo, que tuviera autoridad de parte Suya. Desde el principio de la Biblia podemos ver que lo que le interesa a Dios en el hombre son la imagen y la autoridad. Desde Génesis hasta Apocalipsis, desde el principio del linaje humano hasta el cielo nuevo y la tierra nueva en el futuro, Dios se ha centrado en el hombre, especialmente con respecto a estos dos asuntos.

La imagen hace referencia a la expresión de Dios. Supongamos que usted no está ahora en los Estados Unidos. Su amigo que está en los Estados Unidos no lo puede ver; sin embargo, usted puede enviarle una fotografía suya, y así, él conocerá su imagen a través de la foto. Puede sacar copias de esta fotografía y enviarlas por todo Estados Unidos, e incluso puede imprimirla en todos los periódicos estadounidenses. De esta manera, todo Estados Unidos lo vería. Por tanto, la imagen de una persona es su expresión. Igualmente, el hombre fue creado a la imagen de Dios. En otras palabras, el hombre es la fotografía de Dios; es la expresión de la imagen de Dios. Alguien nos contó alguna vez que un escultor primero toma fotografías de un modelo por delante, por detrás y por sus dos costados para, después, hacer una escultura conforme a esas fotografías. Finalmente, esa estatua es exactamente igual a la imagen del modelo. Cuando usted ve la estatua, es como si viera a la persona misma. Por tanto, una imagen es la expresión de una persona.

Por favor, recuerden que la expresión tiene que ver con la gloria. La imagen es expresión, y la expresión es gloria. Después que Salomón terminó de edificar el templo, éste se llenó de la gloria de Dios. Esa gloria era la imagen de Dios expresada, y era Dios mismo manifestado.

Al mismo tiempo, vemos el asunto de la autoridad, o sea, el trono y el reino. Hermanos y hermanas, en todo momento la Biblia se centra en la imagen y la autoridad.

Si nos damos cuenta de esto, entenderemos por qué en la oración que el Señor le enseñó a Sus discípulos, El dijo: Porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria? (Mt. 6:13). La razón por la cual dijo esto es porque estos dos asuntos aparecen al principio de la Biblia, e incluso al final de Apocalipsis. No puedo hablar con mucho detalle aquí. Sólo espero que los hermanos y hermanas jóvenes tengan la impresión de que ser un cristiano no se relaciona meramente con ser salvo o amar al Señor. Ser un cristiano concierne, atañe y está ligado a algo muy significativo; tiene que ver con la imagen y la autoridad, con la gloria de Dios y el reino.

LOS FRACASOS DEL HOMBRE A LO LARGO DE LOS SIGLOS SUBVIERTEN LA AUTORIDAD DE DIOS E IMPIDEN QUE DIOS SE EXPRESE

A pesar que desde el principio Dios se enfocó en la imagen y la autoridad, y aunque la obra que El hizo en Adán se relaciona con estos dos asuntos, sabemos que antes que Dios alcanzara Su meta, aquella era se degradó. Esta caída continuó desde Adán hasta la torre de Babel. En la época de la torre de Babel, los hombres hicieron dos cosas. Primero, negaron la autoridad de Dios. Los hombres se rebelaron contra Dios de una manera colectiva, negando así Su autoridad. Con expresión severa, ellos dijeron: ¿Quién es Dios? ¡No lo conocemos! Nosotros los seres humanos lo somos todo. Construiremos una torre que llegue al cielo con el fin de proclamar nuestro nombre. No sabemos quién es Jehová. ¡Sólo sabemos quiénes somos nosotros! De esta manera, subvirtieron totalmente la autoridad de Dios.

Por favor, recuerden que antes que existiera la torre de Babel, todavía no se había formado ninguna nación en la tierra. Fue a partir de la torre de Babel que las naciones empezaron a establecerse sobre la tierra. Los hombres quisieron formar su propia nación y no quisieron que Dios los gobernara. En la época cuando la era de los reyes estaba a punto de comenzar, los israelitas hicieron algo que desagradó mucho a Dios: imitaron a las naciones y desearon tener un rey en vez de tener a Dios como su Rey. Fue en Babel que los hombres comenzaron a resistir el gobierno de Dios e intentaron ser ellos mismos, el rey.

En la torre de Babel, los hombres no solamente subvirtieron la autoridad de Dios, sino que también adoraron a los ídolos. Los arqueólogos e historiadores dicen que en aquel tiempo había toda clase de ídolos en la torre y en la ciudad de Babel. Los ídolos son contrarios a la imagen de Dios; no permiten a Dios expresarse, sino que más bien expresan a los demonios. Aun hoy en día, no existe país que no tenga un santuario de ídolos; cada país tiene sus propios santuarios. ¿Qué es un santuario de ídolos? Es el lugar donde Satanás se expresa. En los tiempos de Salomón había un trono en la nación de Israel que testificaba del trono y de la autoridad de Dios. También había un templo que testificaba de la expresión de Dios. Sin embargo, las naciones de hoy en día han llegado a ser el trono de Satanás y el lugar donde Satanás gobierna. Al mismo tiempo, cada nación tiene sus santuarios y sus templos, donde adoran ídolos. Esa es la expresión de Satanás. Esto no se relaciona simplemente con la superstición de los hombres o con una civilización atrasada, sino con la obra sutil de Satanás. Debemos darnos cuenta de lo que Satanás está haciendo todo el tiempo en el universo. Satanás siempre establece naciones entre los hombres, instigándoles a que se rebelen contra Dios y a que nieguen Su autoridad. Al mismo tiempo, establece santuarios de ídolos por todas partes en cada nación para que los hombres lo adoren y lo expresen. Todo lo que él hace tiene la meta de dañar la autoridad y la gloria de Dios.

Por consiguiente, Dios comenzó a llamar a Abraham para que saliera de la tierra donde se hallaba la torre de Babel. No podemos abarcar este asunto con mucho detalle. Pero si leemos la experiencia de Abraham, veremos otra vez el tema de la autoridad y la expresión. La historia de Abraham narra numerosas distracciones y frustraciones.

Más tarde, los descendientes de Abraham salieron de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, donde pasaron por muchas etapas de degradación. Finalmente, llegó Samuel, y por medio de él, Dios introdujo el reino y cambió la era. Luego, en los tiempos de Salomón todavía podemos ver estos dos asuntos: el trono (en cuanto hay un rey, hay un trono) y el templo. El trono está ligado a la autoridad y al reino; y el templo está ligado a la expresión y a la gloria. Allí vemos un regreso al deseo original de Dios. Por una parte, vemos el gobierno de Dios, y por otra, la imagen de Dios y Su expresión.

No mucho después, cuando Salomón envejeció, la condición de Israel volvió a degradarse. Finalmente, la mayoría de los israelitas fueron llevados en cautiverio a Babilonia. Para ese entonces ya no había trono, la nación había desaparecido, el templo había sido completamente destruido y todos sus utensilios llevados a Babilonia. Babel es una palabra hebrea; Babilonia es su traducción al griego. Ambas palabras se refieren al mismo lugar en la tierra de Sinar.

Génesis 11 relata cómo los descendientes de Adán llegaron a la tierra de Sinar. Allí edificaron la ciudad de Babel y la torre de Babel con el fin de oponerse a Dios. Como resultado, Dios abandonó esa era, es decir, abandonó a los descendientes de Adán y escogió a Abraham con la intención de que sus descendientes fueran el testimonio de Dios para gobernar en nombre de Dios y expresar la gloria de Diosí en la tierra de Canaán. En el primer capítulo de Daniel se vuelve a mencionar la tierra de Sinar. Los enemigos habían llevado a los israelitas a la tierra de Sinar otra vez, lo cual significa que regresaron otra vez a Babel. Vemos repetirse con ellos la historia de Babel. En cuanto entraron a Babel, estuvieron completamente bajo el gobierno de los hombres y el de los demonios. Habían santuarios de Caldea en Babel. He dicho anteriormente que los santuarios de ídolos son lugares donde los demonios se expresan. En aquel entonces, había desaparecido la nación de Israel, el templo había sido destruido y los utensilios que eran usados para adorar a Dios habían sido llevados a la tierra de Sinar y puestos en el santuario de los ídolos de Babilonia. Esto significa que en aquella era ya no se veía la autoridad de Dios y ya no existía la expresión de Dios. Todo se había derrumbado. Fue en ese momento que Dios necesitaba a un hombre que cambiara la era.

EL SURGIMIENTO DE HOMBRES QUE CAMBIAN LA ERA PARA RECOBRAR LA AUTORIDAD Y LA EXPRESION DE DIOS

Fue en esa coyuntura que surgió Daniel. Y al surgir Daniel, el pueblo de Dios regresó de Babilonia a Jerusalén. Aquellos que regresaron a Jerusalén pertenecían a dos líneas. Una línea era la de la autoridad, la cual incluía a hombres como Jeremías y Zorobabel, quienes eran descendientes de David. Entre ellos también habían algunos gobernadores. La otra línea era la de los sacerdotes, quienes expresaban la gloria de Dios en el templo. Hombres como Esdras y Josué, el sumo sacerdote, eran levitas. Por tanto, el regreso del pueblo de Dios recobró la autoridad y la expresión de Dios. Por un lado, vemos el hecho de gobernar en nombre de Dios, porque entre los descendientes de David surgieron gobernadores; y por otro, vemos el hecho de expresar a Dios, porque habían regresado al servicio sacerdotal y levítico del templo.

Al relatar esto, no es mi intención simplemente contar algunas historias de la Biblia. Mi único deseo es que entre los hermanos y hermanas jóvenes que están aquí, algunos se den cuenta de lo que está ocurriendo en el universo. Si vemos lo que está sucediendo en el universo, espontáneamente recibiremos una carga. Nos daremos cuenta de que también en la era actual Dios necesita que alguien se levante para cambiar la era, al igual que lo hicieron Samuel y Daniel. Debemos concordar que la condición de esta era es como la de Babel y Babilonia, y que la autoridad de Dios ha sido negada en la tierra y que Su expresión ha sido destruida.

En estas fechas, todo el mundo está celebrando la Navidad. ¡Miren cómo celebran! Exteriormente, están celebrando el nacimiento santo de Jesucristo, pero en realidad están en la carne y están satisfaciendo sus concupiscencias. ¡Ningún baile en el mundo es peor que el baile que se hace en lo que llaman la !nochebuena?! ¡Algunos incluso llaman a esa fiesta de baile la fiesta santa! ¡Así es como los hombres celebran !el cumpleaños de Cristo! No solamente los gentiles se comportan de esta manera, sino que incluso muchos cristianos son arrastrados por la corriente de esta era. Muchos se envían tarjetas de Navidad, se saludan diciendo ¡Feliz Navidad! y, con lucecitas, adornan árboles en sus hogares. Pareciera que si no hacen estas cosas, no están a la moda. Temo que algunos de los hermanos y hermanas jóvenes también celebraron así en el pasado. Por favor, recuerden que todas estas cosas forman parte de la degradación. Actualmente, toda la cristiandad forma parte de la Babel degradada. No existe ningún indicio del gobierno de Dios ni de la expresión de Dios. El hombre ha caído en una condición en la que ha abandonado por completo a Dios. En una era de tanta desolación, Dios necesita que haya jóvenes que se levanten con la finalidad de cambiar la era.

LOS HOMBRES QUE CAMBIAN LA ERA SON AQUELLOS QUE SE HAN CONSAGRADO VOLUNTARIAMENTE

Consideremos ahora el caso de Daniel. ¿Cómo usó Dios a Daniel para cambiar aquella era? En Daniel y en Samuel vemos un principio importante: la consagración voluntaria. Samuel era un nazareo. Un nazareo era una persona que se había consagrado voluntariamente (Nm. 6). Podemos ver también el mismo principio en Daniel. Aparentemente Daniel no era un nazareo, pero en realidad sí lo era, porque un nazareo no bebía vino ni sidra. ¿Qué significado tiene el abstenerse de vino y de sidra? Significa no disfrutar de ninguno de los placeres de esta vida. Este es el principio que vemos en Daniel. El hubiera dicho: «Yo no quiero nada de lo que el mundo considera dulce, alegre o grato».

¿Por qué Daniel eligió abstenerse de vino y de sidra, así como abstenerse de todo lo que el rey solía comer? Porque todas estas cosas tenían que ver con ídolos. Lo que el rey de Babilonia bebía, al igual que la carne y los granos que él comía, habían sido ofrecidos a los ídolos. Ese alimento no era limpio conforme a las ordenanzas sobre la limpieza mencionadas en Levítico 11; así pues, era comida inmunda. Daniel dijo: «No me contaminaré con esa comida. Los jóvenes del mundo pueden participar de ella, pero yo no».

En principio, Daniel y Samuel eran iguales; ambos eran nazareos. Daniel rechazó todo lo que los hombres disfrutaban y de lo cual se jactaban. Rechazó todo aquello que le pudiera ofrecer alguna posición en el mundo. Era una persona que se había consagrado voluntariamente.

Hermanos y hermanas, para que el Señor nos use a fin de cambiar la era no basta con que tengamos una pequeña medida de búsqueda espiritual o de conducta piadosa. Todos los que el Señor usa para cambiar la era deben ser nazareos; deben ser aquéllos que se han consagrado voluntariamente. Creo que ahora todos sabemos lo que significa la consagración voluntaria. Significa que mientras los demás procuran las cosas del mundo y disfrutan de éste, nosotros nos separamos de él. Esta separación es una consagración voluntaria. La Biblia narra que en aquel entonces el rey de Babilonia escogió un grupo de jóvenes de diversas razas para estar ante él. La oportunidad de ser escogido era un sueño, porque el rey les daría comida y bebida por tres años con el fin de que tuvieran un rostro saludable y robusto para estar ante él en el palacio. Aunque muchos anhelaban obtener tal oportunidad, no les fue concedida. Sin embargo, Daniel y sus tres compañeros hicieron un voto, diciendo: «Desechamos tal oportunidad. No disfrutaremos la bebida y la comida de aquí. No podemos ser iguales a los demás; nuestra posición es distinta. Otras personas no tienen a Dios y no son para Dios, pero nosotros sí somos para Dios».

En aquel entonces, es probable que Daniel fuera un joven en sus años adolescentes; sin embargo, con él se recobró tanto el ejercicio de la autoridad de Dios como la gloria de Dios. Este joven, junto con sus tres compañeros, aceptó la autoridad de Dios y se mantuvo bajo la autoridad de Dios. Pero eso no es todo, pues en ese grupo de jóvenes también podemos ver el templo de Dios y la expresión de Dios. Cuando los tres amigos de Daniel se rehusaron a adorar a los ídolos, en realidad, ¡estaban proclamando que ellos expresaban a Dios! Parecía que estaban declarando: «Aunque es cierto que estamos en la tierra de Sinar, no somos el pueblo de Sinar. Es cierto que estamos en Babel, pero somos los descendientes de Abraham. No adoraremos a los ídolos aquí. Queremos testificar del Dios de la gloria. ¡Queremos que el Dios de la gloria se exprese en nosotros! Aquel día, los tres amigos de Daniel expresaron plenamente a Dios ante los ídolos. La Biblia relata que, después que el rey de Babilonia los echó al horno de fuego ardiendo, él vio que las tres personas que había echado al fuego llegaron a ser cuatro personas (Dn. 3:23-25). El aspecto de la cuarta persona era como la del Hijo de Dios. Por favor, recuerden que esta persona era Dios mismo que estaba con ellos y en medio de ellos, expresándose a través de ellos en el horno.

Por supuesto, debemos darnos cuenta de que ellos expresaron a Dios de esta manera porque se sometieron a Su autoridad. Aún cuando toda la tierra negaba la autoridad de Dios, ellos aceptaban Su autoridad. Aún cuando toda la tierra tenía a los hombres como reyes, ellos tenían a Dios como su Rey. Toda la tierra comería y bebería lo que el rey de Babilonia les dijera que comieran y bebieran, ya que les importaba todo lo que el rey decía. Pero esos cuatro jóvenes dijeron: «No, no estamos bajo la autoridad del rey de Babilonia, sino bajo la autoridad de Jehová. Sus palabras son las únicas que cuentan. Si lo que dice el rey de Babilonia se conforma a lo que dice Dios, obedeceremos; si no, no obedeceremos. No podemos ir en contra de Jehová al obedecer al rey de Babilonia». Por lo tanto, no se trata de comer o beber, sino de quién rige a los hombres. Si leemos el libro de Daniel cuidadosamente, veremos que Daniel y sus amigos verdaderamente se sometieron a la autoridad de Dios y verdaderamente permitieron que Dios se expresara por medio de ellos. Ya sea que fueran prisioneros en la tierra del cautiverio, que fueran echados al horno, o incluso que fueran echados en el foso de los leones, ellos dejaron que la gloria de Dios se expresara completamente.

¿Cómo podían ser ellos así? Debido a que se consagraron voluntariamente. Al parecer, Dios nunca había llamado a Daniel ni tampoco se le había aparecido. (Desde luego, creemos que Dios estaba obrando allí de una manera oculta.) Lo que vemos en el libro de Daniel es que estos hombres se ofrecieron a Dios voluntariamente.

Para cambiar la era, Dios necesita que el hombre se consagre voluntariamente. En casi todos los casos donde hay un cambio de era, no es el Espíritu Santo quien directamente llama y busca a los hombres (Juan el Bautista es la excepción). Por el contrario, Dios nos muestra que siempre que hay un cambio de era, El opera de manera velada, de una manera que no resulta tan evidente a los ojos de los hombres. Lo único que es obvio es la consagración voluntaria del hombre. Con Daniel y sus tres amigos, no vemos la obra externa del Espíritu Santo. Lo que vemos es la consagración voluntaria de estos hombres.

La situación de aquel entonces mostraba que la nación de Israel se encontraba en cautiverio, que el templo había sido destruido y que todos los utensilios del templo se habían perdido. La autoridad de Dios, Su gloria y Su expresión habían desaparecido de la tierra. Todos los hombres habían rechazado la autoridad de Dios y se hallaban bajo la autoridad del rey de Babilonia; expresaban a los demonios y estaban involucrados con los demonios. Hasta la comida que comían y el vino que bebían habían sido ofrecidos a los demonios y estaban contaminados y eran inmundos. Sin embargo, en esa coyuntura Daniel y sus tres amigos (quienes eran muy jóvenes, pues probablemente Daniel no tenía más de veinte años) se levantaron y dijeron: «Aún cuando toda la tierra rechace la autoridad de Dios, nosotros nos sujetaremos a la voluntad de Dios. Aún cuando toda la tierra esté involucrada con los demonios, nosotros estaremos involucrados con Dios. Nosotros estamos aquí para expresar a Dios. Aún cuando el mundo entero se deje llevar por la corriente, nosotros cuatro iremos en contra de la corriente y ascenderemos. No podemos descender con la corriente. Por lo contrario, iremos en contra de la corriente y ascenderemosí. ¡Hermanos y hermanas, éste es el secreto para que Dios use a una persona a fin de cambiar la era! Hoy, ustedes también pueden ser usados por Dios para cambiar la era, pero el secreto yace en que tienen que estar dispuestos a consagrarse.

LA NECESIDAD DE QUE LOS JOVENES SE CONSAGREN VOLUNTARIAMENTE PARA SER UN TESTIMONIO EN ESTA ERA

Hermanos y hermanas, mientras consideraba en la presencia del Señor qué compartirles, tuve un sentimiento intenso de que debía hacerles entender a los jóvenes la importancia de cambiar la era, y que también debía enseñarles a los hermanos y hermanas jóvenes qué clase de personas Dios usa para cambiar la era. Las personas que Dios usa son aquellas que se han consagrado voluntariamente. Mientras todos los demás se van degradando, muchos santos jovenes se mantienen firmes como un testimonio.

El libro entero de Daniel constituye un antitestimonio en contra de aquella era. Todos los demás comían la carne y bebían el vino provistos por el rey, pero estos cuatro no. Todos los demás adoraban ídolos, pero estos tres no. Los demás habían dejado de orar debido al decreto del rey, pero ¡Daniel seguía orando con la mira puesta en Jerusalén, arrodillándose tres veces al día delante de Dios! Este es un antitestimonio.

Hermanos y hermanas, permítanme decirlo otra vez. ¿Qué clase de personas pueden ser usadas por Dios para estar firmes en contra de esta era? ¡Son las que se han consagrado voluntariamente! Podemos ver este principio básico tanto en Samuel como en Daniel. Debemos decir: ?No puedo hacer las cosas que el mundo hace. No puedo tomar el camino que el mundo toma. El mundo sigue la corriente de esta era, pero yo no puedo seguirla?.

Jóvenes, deben darse cuenta de que el testimonio de Dios, que incluye Su autoridad y Su gloria, ha sido destruido por la corriente del mundo. Todo aquel que Dios usa para cambiar la era debe ser uno que se ha consagrado voluntariamente en medio de esta corriente. Es uno que se levanta y proclama a todos, diciendo: ?Yo no seguiré esta corriente. Yo seré uno que irá en contra de la corriente?. Si hacen esto, la autoridad y la gloria de Dios se expresarán por medio de ustedes.

Al leer el libro de Daniel, nos daremos cuenta de que la autoridad y la gloria de Dios estaban con Daniel. Daniel realmente llegó a ser el trono y el templo de Dios. En Daniel vemos el gobierno y la expresión de Dios. Incluso los gentiles que adoraban ídolos vieron en Daniel la gloria y el gobierno de Dios. No es de extrañar que por medio de una sola persona, Daniel, Dios pudo finalmente llevar a los israelitas de regreso a Jerusalén y, así, recobrar Su autoridad y Su templo entre ellos. Ese cambio decisivo se debió completamente a Daniel, porque él era una persona que se había consagrado voluntariamente. El estuvo dispuesto a estar firme en contra de la corriente imperante y a dar testimonio de Dios. El era un joven que Dios pudo usar para cambiar la era. ¡Que Dios levante jóvenes como Daniel para que satisfagan la necesidad de esta era!

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