Nuestro Andar Diario 18 de agosto de 2005

Nuestro Andar Diario

18 de agosto de 2005

GÉlatas 5:19-26
19 Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, 20 idolatr?a, hechicer?a, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, 21 envidias, borracheras, org?as y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. 24 Pues los que son de Cristo Jesís han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, provoc?ndonos unos a otros, envidi?ndonos unos a otros.

El ant?doto para los celos
Los celos son una criatura interesante. A diferencia de otras plagas, los contraemos con facilidad pero nos es difícil librarnos de ellos. A menudo se encuentran en compañía de otros indeseables como la disensi?n, la envidia, la ira y el odio. Los celos son un impedimento para las relaciones. Si no los sacamos rápidamente por la puerta, pronto nos echan a perder la fiesta.

?Has sentido celos Éltimamente? Es una emoci?n com?n. Podemos sentir celos de las relaciones (cuando el otro muchacho consigue a la chica), envidiar cosas (el autom?vil o la colecci?n de discos compactos de un amigo), el reconocimiento (premios o promociones que nos perdemos), y la experiencia (puedo ponerme bastante celoso de esos chicos en la TV que van a probar los mejores lugares para las vacaciones. ?Y les pagan por hacer eso?)

Tambi?n podemos ponernos celosos por asuntos espirituales. Como cuando Dios le da a alguien una experiencia espiritual que no nos ha dado a nosotros. Algunos de mis momentos de mayores celos han sido de esta naturaleza: cuando Dios bendijo los esfuerzos de otra persona más que los m?os y le dio a ella responsabilidades adicionales en vez de a m?.

A menudo me he preguntado si alguna vez los doce ap?stoles se sintieron celosos unos de otros. Lee los evangelios con cuidado y ver?s que Jesís eligi? de manera intencional a Pedro, Jacobo y a Juan de entre el grupo. SÉlo a estos tres privilegiados se les permiti? entrar en la habitaci?n de la hija enferma de Jairo y ver su milagrosa sanidad (Marcos 5:37). SÉlo sus ojos vieron a Jesís transfigurado en una luz resplandeciente (Marcos 9:2). SÉlo este c?rculo interno fue el que se arrodill? más cerca de Jesís cuando Él or? en Getseman? (Marcos 14:33). Me pregunto cómo se sentir?an Andr?s, Felipe, Bartolom?, Mateo, Tomás, Jacobo el hijo de Alfeo, Sim?n el Zelote, Judas hijo de Jacobo y Judas Iscariote después de estos eventos. 

Jesís envi? el Espíritu para darles a ellos –y a nosotros– un ant?doto contra los celos. Al estar llenos de Él, podemos vencer el poder de estos en nuestra vida (GÉlatas 5:25).

Los celos se derriten cuando estamos en sinton?a con el Espíritu de amor. Él llena todos los vac?os de necesidad y nivela el suelo entre nosotros y aquellos de quienes estamos celosos.  –SV

destino
¿De qué me pongo celoso con más facilidad? ?Qu? estrategia puedo implementar para combatir los celos la pr?xima vez que me asalten?

en resumidas cuentas: los celos huyen cuando somos llenos del Espíritu.

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