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Martes 09 de Agosto de 2005 |
Había sido una larga noche. Nuestra Cocker Spaniel negra, Preciosa, tenía problemas al parir. Yo yacía en el piso junto a su jaula de cuatro pies cuadrados, observando cada uno de sus movimientos. Observando y esperando, en caso de que tuviera que llevarla de urgencia al veterinario. Tras de seis horas, los cachorros comenzaron a aparecer. El primogénito fue blanco y negro. El segundo y tercer cachorros fueron de color café claro y chocolate. El cuarto y quinto también tenían manchas blancas y negras. Al regresar por el pasillo de vuelta a la habitación extra, noté un sexto cachorro que había nacido y que ahora yacía por sí mismo a un lado de la jaula. Tomé al cachorrito y lo coloqué sobre el gran tumulto de cachorritos que gemían e intentaban mamar de la madre. Preciosa inmediatamente Me incliné y recogí al cachorrito. Mi corazón se encogió dentro de mi pecho cuando vi que el cachorrito tenía el labio y palatinos partidos y que no podía cerrar su hociquito. Decidí en ese momento que si había alguna manera de salvar a este animal, yo iba a darle mi mejor esfuerzo. Tomé el cachorrito al veterinario y me dijo que nada podía hacerse a menos que estuviésemos dispuestos a invertir como mil dólares para intentar corregir el defecto. Nos dijo que el cachorrito moriría principalmente porque no podía chupar. Tras regresar a casa, Judy y yo decidimos que no La quinta semana coloqué un anuncio en el periódico y, en una semana, teníamos gente interesada en todos los cachorritos, excepto en el que tenía la deformidad. Tarde una tarde fui a la tienda a recoger unos pocos abarrotes. Al regresar pude ver a la vieja maestra jubilada que vivía al otro lado de nuestra calle, haciéndome señas. Había leído en el periódico que teníamos cachorritos y se preguntaba si podría obtener uno para su nieto y su familia. Le dije que todos los cachorritos habían hallado hogares pero que mantendría mis ojos abiertos por si alguien más tenía Cocker Spaniels disponibles. También mencioné que si alguien cambiaba de opinión, le dejaría saber. En cuestión de días, todos excepto uno de los cachorros habían sido Pasaron dos días sin que oyésemos nada de parte del caballero al que le habíamos prometido el cachorrito café claro. Le telefoneé a la maestra y le dije que me quedaba un cachorrito y que era bienvenida a verlo. Me dijo que recogería a su nieto y que vendría como a las ocho de la Entramos, arreglamos los detalles de adopción y le entregamos el cachorrito. Judy y yo no sabíamos que haríamos o diríamos cuando la maestra se apareciese con su nieto. Exactamente a las ocho de la noche, el timbre de la puerta sonó. Abrí la puerta y allí estaba la maestra con su nieto junto a ella. Le expliqué que el hombre había venido por el cachorrito después de todo y que no quedaban cachorritos. ¿ siento, Jeffery. Hallaron hogares para todos los cachorritosí, le dijo a su nieto. Justo en ese momento, el cachorrito que quedaba en el dormitorio comenzó a gemir. ?¡Mi cachorrito! ¡Mi cachorrito!? gritó el niñito al salir corriendo de detrás de su abuela. Casi me desmayo cuando me di cuenta de que el niñito también tenía el labio y palatino partidos. El niño me pasó al lado tan rápido como pudo, yendo por el pasillo hasta donde estaba el cachorrito seguía gimiendo. Cuando nosotros tres llegamos a la habitación, el pequeñín La maestro se volteó a nosotros: ?¿Está disponible este cachorrito?? ?Sí?, le contesté. ?Ese cachorrito está disponible?. El niñito, que ahora abrazaba al cachorrito, agregó: ?Mi abuela me dijo que este tipo de cachorritos son realmente caros y que tengo que cuidarlo bien?. La dama abrió su bolso, pero yo me le acerqué y aparté su mano de manera que no pudiese extraer su billetera. ?¿Cuánto piensas que ?¿Más de un dólar?? le pregunté. ?Me temo que sí?, dijo su abuela. El niño se quedó de pie abrazando al cachorrito contra su mejilla. ?No podemos venderlo por menos de dos dólaresí, dijo Judy, apretando mi mano. ?Como dijiste, es el bonito?. La maestro sacó los dos dólares y se los entregó al muchacho. ?Es tu perro ahora, Jeffery. Tú, págale al hombre?. Todavía abrazando al cachorrito con fuerza, el niño me entregó el dinero orgulloso. Cualquier preocupación que tenía sobre el futuro del cachorrito se fue. Todavía mantengo la imagen del niñito y su cachorrito. Creo que debe ser un sentimiento maravilloso para todo jovencito el mirarse al espejo y ver nada más excepto al ?bonito?. Roger Dean Kiser, Cuando les demás nos rechazan, Dios are sus brazos para recibirnos, porque para él valemos mucho. Porque aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado,el SEÑOR me recogerá. Dios edifica a Jerusalén; A los desterrados de Israel recogerá. Sal 147:10 Como pastor apacentará su rebaño,en su brazo recogerá los corderos,y en su seno los llevará;guiará con cuidado a las recién paridas. |
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