[devocional-domingo] 18 de septiembre de 2005 – El santuario.

Dios es Espíritu; y los que le adoran,
en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Juan 4:24.

El santuario

       La historia del mundo antiguo relata que el general Pompeyo fue encargado por el Senado romano de aniquilar la resistencia en el este del imperio. Por esa razón llegó a Jerusalén (año 63 a.C.), donde insistió en entrar en el Lugar Santísimo del templo, a pesar de que los asustados sacerdotes le rogaban que no lo hiciera. Con la espada desenvainada ?según se cuenta- corrió la cortina y… no encontró nada. El santuario estaba vacío.

       En el Lugar Santísimo del templo de Salomón se hallaba el arca. Más tarde, después del cautiverio en Babilonia, cuando el templo fue reedificado, el arca nunca fue reemplazada. Tampoco había una imagen de Dios, ya que esto estaba absolutamente prohibido al pueblo de Israel. Nadie podía entrar en el santuario, salvo el sumo sacerdote una vez al año, y eso con la sangre de un sacrificio. El velo del santuario significaba que nadie podía acercarse a Dios. Cuando el Señor expiró en la cruz, ?el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo? (Marcos 15:38), porque el Cordero escogido por Dios había sido ofrecido.

       Para los ojos humanos, Dios es invisible. Sin embargo, era su intención revelarse no sólo a su pueblo Israel, sino a toda la humanidad. Por eso Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a la tierra como verdadero hombre; y por su sacrificio en la cruz fue hecho el Cordero de Dios. En virtud de su sacrificio, los pecadores que buscan refugio en la gracia reciben su perdón y ya no encuentran a Dios en un santuario, sino que por medio del Espíritu Santo se acercan a él en espíritu y verdad.

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