Dios, nosotros y nuestro bolsillo

Dios, nosotros y nuestro bolsillo

Howard Dayton, co-fundador de Crown Financial Ministries, dice que Dios nos exige que usemos fielmente nuestro patrimonio por tres razones: Primero, para desarrollar nuestro carácter. Segundo, para hacer más profunda nuestra vida espiritual; y tercero, para dirigirnos al contentamiento.

Dr. Andrés G. Panasiuk

Nuestro carácter:

En 1918 se publicó un libro titulado ?Dinero: La prueba de fuego? (Money the Acid Test) escrito por David McConaughy. En él McConaughy decía: ?El dinero, que es la más común de todas las cosas temporales, conlleva consecuencias eternas y nada comunes. El dinero va moldeando a los hombres en el proceso de obtenerlo, ahorrarlo, usarlo, darlo, y dar cuentas de él, aunque sea en forma completamente inconsciente. Resulta ser una bendición o una maldición para quien lo posea, según cómo se lo administre: el hombre se apropia del dinero o éste se apropia de aquel.? Yo estoy muy de acuerdo con eso.

Creo que el dinero tiene más cualidades mágicas que la lámpara de Aladino. Hace que quien lo administre se vuelva, al recibirlo, un benefactor o un explotador; al gastarlo, un proveedor o un despilfarrador; al ahorrarlo, un conservador o un miserable; al darlo, un filántropo o un patrón; al rendir cuentas de él, un acreedor o un deudor; y al influir en otros, un escalón o una piedra de tropiezo, dependiendo de si es un mayordomo fiel o infiel.

Nuestro Señor toma el dinero, y lo usa como un termómetro para probar la vida de los hombres y para moldearlos a Su semejanza divina. Nuestro carácter se edifica cuando administramos nuestro patrimonio como fieles mayordomos, pero se destruye cuando somos infieles.

Nuestra vida espiritual:

Pasajes como Mateo 25:31 nos enseñan claramente de que hay una fuerte correlación entre nuestra vida espiritual y la forma en la que tomamos decisiones económicas (comprar comida para alimentar al hambriento, para vestir al desnudo, para dar de beber al sediento y tomar días libres en nuestro trabajo para visitar a los enfermos y prisioneros).

Richard Halverson dijo una vez: ?Jesús se refirió al dinero más que a ninguna otra cosa, porque el dinero reviste importancia capital cuando se trata de la real naturaleza humana. El dinero es un indicador exacto del verdadero carácter del hombre.?

El fiel uso del dinero se relaciona con la calidad de nuestra vida espiritual. El Dr Larry Burkett dice: ?La forma en la que manejamos nuestro dinero es una expresión externa de una condición espiritual interna.

Martín Lutero dijo una vez: ?Hay tres conversiones: la conversión del corazón, la de la mente y la del bolsillo?.

El contentamiento:

La Doctrina del Contentamiento ha desaparecido de los púlpitos de la iglesia latinoamericana. Debemos restaurarla. Ella dice que nosotros ?tenemos que aprender a ser felices en el lugar económico en el que Dios nos ha colocado en nuestra sociedad?.

San Pablo nos enseña ?No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece? (Filipenses 4:12-13). ?Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto? (1 Timoteo 6:8). El escritor de Hebreos expresa: ?Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: no te desampararé, ni te dejaré?.

Es importantísimo que en medio del proceso de globalización y la nueva economía de mercado, los latinoamericanos aprendamos a ser felices con la provisión de Dios para nuestras vidas.

Muchos de los problemas de finanzas que veo en las familias de hoy tienen que ver con el hecho de que hemos sucumbido frente a la presión de la propaganda que nos dice que lo que tenemos no sirve y que la provisión de Dios no es suficiente.

Aprendamos a desarrollar carácter cristiano, a imitar a Cristo en nuestras decisiones económicas y a ser felices y fieles con lo que El nos ha confiado.

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