Por Justo López Melús *
Una noche un maestro preguntó a sus alumnos: «¿Cómo podemos saber cuándo
acaba la noche y empieza el día?». «El día empieza cuando, al ver un animal
desde lejos, distingo si es cordero o un perro»». «No», contestó el
maestro. «Entonces cuando, al ver un árbol, distingo si es una higuera o un
cerezo». «Tampoco». «Cuando distingo si un hombre es blanco o negro».
«Tampoco».
Ahora fueron los alumnos los que le preguntaron cómo podía saberse. «La
diferencia entre el día y la noche se da cuando, al mirar a una persona,
sea quien sea, ves en ella a un hermano. Si no lo ves como hermano, sea la
hora que sea, es que tu corazón está en la noche». «! Quien dice que está
en la luz y aborrece a un hermano, aún está en las tinieblas» (1 Jn 2, 9)
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