Estar siempre alertas.

Tengan cuidado y no dejen que sus corazones se hagan insensibles por los vicios, las borracheras y las preocupaciones de esta vida, para que aquel día no caiga de pronto sobre ustedes como una trampa. Porque vendr? sobre todos los habitantes de la tierra (Lucas 21,34 – 35). Los cristianos sabemos que las rutinas diarias f?cilmente pueden llevarlos a la complacencia. Las tareas y responsabilidades de cada día parecen sobrepasar nuestro amor por Jesís; si olvidamos que debemos permanecer alertas, nos volvemos vulnerables. Las buenas intenciones de prepararnos mediante la oraci?n y el estudio de las Escrituras van siendo reemplazadas por nuestras actividades. La semilla que cay? entre espinos representa a los que escuchan, pero poco a poco se dejan ahogar por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, de manera que no llegan a dar fruto (Lucas 8,14).
Est?n ustedes preparados orando en todo tiempo, para que puedan escapar de todas estas cosas que van a suceder, y para que puedan presentarse delante del Hijo del hombre (Lucas 21,36). La perspectiva de presentarnos ante Cristo en el juicio final no debiera atemorizarnos. Jesís nos inst? a examinar nuestras vidas regularmente de modo que siempre estuvi?semos preparados para encontrarlo cara a cara. Este examen de conciencia puede ayudarnos a profundizar nuestra vida espiritual. Jesís anhela colmarnos de sus bendiciones, pero espera que de nuestra propia iniciativa le invitemos a venir a nuestro corazón (Apocalipsis 3,20). No importa cu?ntas veces le hayamos pedido antes, Él nunca se cansa de nuestras invitaciones.
Y el reino, el poder y la gloria de todos los reinos de la tierra, serán dados al pueblo del Dios alt?simo. Su reino permanecer? para siempre, y todos los pueblos de la tierra le servir?n y le obedecer?n (Daniel 7,27). Los que finalmente recibir?n la realeza son los santos del Alt?simo; en el plan de Dios, un Pueblo de Santos recibir? la realeza conferida al Hijo del hombre. Pedro dir? a sus fieles que ellos son un pueblo sacerdotal, pueblo de reyes, Asamblea de Santos, Pueblo de Dios. A medida que Cristo re?ne a los hombres en la Iglesia, los asocia a la responsabilidad que El tiene para realizar el proyecto de Dios sobre la humanidad (1 Pedro 2,1 – 10). Los triunfos de Dios no son muy aparentes y a menudo quedan escondidos bajo el triunfo monstruoso de las fuerzas del mal. Las épocas de m?rtires lo saben bien. Todav?a hoy las apariencias son en contra de Dios, ¡por un tiempo! porque se nos ha prometido que ese triunfo del mal no durar? (Lucas 22,28 – 30).
Ojal? que nuestro fruto está maduro cuando sea examinado. La Escritura habla claramente de la venida de Cristo (Lucas 21,27), ya sea al final de los tiempos o en el momento de nuestra muerte, por tanto debemos preguntarnos: ¿Estamos preparados para presen tarnos ante el Hijo del hombre? El Señor nos recomienda vigilar y orar; estar activos construyendo nuestras vidas. Vigilar y orar para descubrir si estamos aprovechando al m?ximo el tiempo presente, ¡no vaya a ser que nos estemos preparando una sorpresa desagradable para el futuro!
¡¡¡Bendigan al Señor, humanidad entera, siervos de Dios, hombres de esp?ritu recto, santos y humildes de corazón. Canten en su honor eternamente!!!
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Per? – SurAm?rica

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