Resistir la tentaci?

Resistir la tentación

Estuve pensando en el versículo de Santiago que dice:

"Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman". (Santiago 1:12)

Me quedé reflexionando acerca de cómo es que el hombre puede "resistir la tentación", hasta que me acordé de cómo lo hizo Cristo:

"Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para que el diablo lo sometiera a tentación. Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador se le acercó y le propuso:
-Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.
Jesús le respondió:
-Escrito está: 'No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios'.
Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo:
-Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está: 'Ordenará a sus ángeles que te sostengan en sus manos, para que no tropieces con ninguna piedra'.
-También está escrito: 'No pongas a prueba al Señor tu Dios' -le contestó Jesús.
De nuevo lo tentó el diablo, llevándolo a una montaña muy alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor.
-Todo esto te daré si te postras y me adoras.
-¡Vete, Satanás! -le dijo Jesús-. Porque escrito está: 'Adorarás al Señor tu Dios, y a él sólo servirás'.
Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles acudieron a servirle". (Mateo 4:1-11)

Jesús, "quien fue tentado en todo de la misma manera que nosotros, pero sin pecado" (Hebreos 4:15), fue puesto a prueba por satanás en el desierto, como se ve en el pasaje citado.

No pretendo hacer un análisis exhaustivo de cada tentación, pero a simple vista, nos encontramos con que no hubiera sido fácil para ninguno de nosotros resistirlas.
En la primera, Jesús es desafiado a utilizar su poder para convertir naturaleza muerta en comida. Tengamos en cuenta que no había comido en 40 días (según los expertos, eso es lo máximo que una persona puede resistir antes de morirse). La primera tentación apuntaba a satisfacer sus justificadas necesidades por sí mismo, en vez de depender de Dios. En la segunda, la identidad de Cristo y el poder de Dios son cuestionadas. Esta tentación apuntaba a defender su ministerio, a justificar su existencia. En la tercera, el diablo ofrece a Jesús alcanzar algo que ya era suyo en justicia, pero de la manera incorrecta. Ninguna de las tres tentaciones fue sencilla.

Santiago 1:14-15 nos dice que "cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte". Ahora bien, la concupiscencia es la magnificación o exaltación de necesidades legítimas. Es decir, es agrandar aquello deseado al punto en que la búsqueda de su satisfacción es más importante que la búsqueda de Dios mismo. Cuando el hombre cae en este error, peca; y la "paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Es es, más o menos, lo que dice el versículo.

Ahora bien, Cristo fue tentado con cosas que eran legítimamente suyas, con necesidades reales: Él tenía hambre, el es el Hijo de Dios, el reina sobre toda la creación. Sin embargo, Cristo puso a Dios antes que a la satisfacción de sus propias necesidades.

Y he aquí lo interesante: ¿cómo lo hizo? Acudiendo a la Biblia. Él sabía lo que su Padre esperaba de Él porque conocía su revelación. Cristo no responde al diablo desde su inteligencia o su capacidad intelectual (infinitamente mayor a las nuestras), sino con lo único que da un testimonio real e incuestionable de la voluntad de Dios.

Aquí es interesante notar también que Cristo conocía el mensaje divino en su conjunto. Por eso, no se deja engañar por el diablo, quien también cita la Biblia, pero sacando partes de su contexto a fin de que parezcan tener un sentido distinto del que en verdad tienen. Jesús, por conocer el espíritu de la Escritura, "no es como un niño zarandeado por las olas y llevado de aquí para allá por todo viento de doctrina y por la astucia y los artificios de quienes para engañar emplean con astucia las artimañas del error" (Efesios 4:14).

Está a nuestra mano la posibilidad de poder hacer lo mismo que Cristo. Es nuestra responsabilidad "escudriñar/estudiar con diligencia las Escrituras" (Juan 5:39). En ellas encontramos la respuesta a lo que Dios espera de nosotros. En ellas encontramos la salida a cualquier tentación, por lo que es imprescindible que las conozcamos.

El mejor método para conocer a Dios es conocer lo que Él dice acerca de sí mismo, porque la Biblia al fin y al cabo no es más que el testimonio (finito) de lo que Dios es y hace. Como cristianos, es la Biblia la única norma divina en materia de fe y vida por la que debemos regirnos.

Por otro lado, tampoco podemos olvidar que frente a la tentación, Cristo "por haber sufrido Él mismo la tentación, es poderoso para socorrer a los que también somos tentados" (Hebreos 2:18). Ni que no estamos solos en la tierra, sino que "nuestros hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos que nosotros" (1º Pedro 5:9). Es por este motivo que Dios levanto un pueblo de hermanos, y no una multitud de individualidades. El sentido de comunidad debe ser esencial para el cristiano.

Finalmente, tampoco podemos dejar de lado que "somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó" (Romanos 8:37). Es decir, la victoria ya es nuestra, porque "Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz" (Colosenses 2:13-14). Ya tenemos la victoria, la santidad, asegurada por Cristo. Ya somos victoriosos, ya somos santos en Cristo. Sólo nos resta vivir en consecuencia a eso, es decir, "de una manera digna del llamamiento que hemos recibido" (Efesios 4:1). Te aliento, y me aliento a mí mismo, a hacerlo.

Señor, gracias por tu Palabra. Gracias por hablarme siempre. Ayúdame a resistir la tentación asido a tu Palabra, porque es confiando en ti la única manera de hacerlo. Gracias porque me regalas la victoria. En el nombre de Jesús, amén.

Mensaje de: Jonathan Aly

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