[CE-Peru]Elías vino ya.

Pastor de Israel, que guías a José como a un rebaño, que tienes tu trono sobre los querubines, escúchanos: ¡Mira con buenos ojos a Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Despierta y ven a salvarnos con tu poder! Oh Señor, Dios Todopoderoso, haz que volvamos a ser lo que fuimos. ¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo! (Salmo 80,1 – 3).
 
En tiempo de Jesús se esperaba el retorno de Elías; los escribas se apoyaban en un texto (Malaquías 4,5) tomándolo en un sentido material: He aquí que envío mi profeta Elías antes de que venga el gran y terrible día del Señor. Estaban convencidos de que Dios enviaría a Elías antes que al Mesías, y utilizaban este argumento para rechazar a Jesús: no puede ser el Mesías porque Elías no ha venido. El profeta Elías había surgido como fuego, su palabra ardía como una antorcha. El fuego es una imagen constante en la Biblia, para simbolizar a Dios (Malaquías 3,2). En el Sinaí Dios se manifestó en el fuego de la tormenta. Es natural que el portador de la voluntad divina tenga un rostro de fuego. El fuego será el instrumento de la purificación última de los últimos tiempos. Juan Bautista dirá: El que viene detrás de mí, os bautizará en el Espíritu Santo y el fuego (Mateo 3,11). Jesús dirá: He venido a prender fuego en el mundo, y ¡cómo desearía que estuviera ya ardiendo! (Lucas 12, 49). Y en Pentecostés vieron aparecer unas lenguas, como de fuego (Hechos 2,3).
 
De Egipto sacaste una vid; arrojaste a los paganos y la plantaste. Limpiaste el terreno para ella, y la vid echó raíces y llenó el país. Cubrió los montes con su sombra, y con sus ramas los árboles más altos. (Salmo 80,8 – 10).
 
Jesús responde que en efecto Elías viene a preparar los caminos al Mesías, pero Elías ha venido ya. Es Juan Bautista: no se llamaba Elías, pero ha cumplido su papel (Mateo 11,14; 17,12); ha venido revestido del espíritu y de la virtud de Elías (Lucas 1, 17); ha allanado los senderos y enderezado los caminos (Juan 1, 23); es el que ha señalado con el dedo al Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo (Juan 1,29). Excelente ocasión de aprender de los labios de Jesús que no se debe interpretar todos los pasajes de la Escritura de un modo demasiado simple, liberal o infantil. El verdadero sentido de la Biblia no se obtiene interpretándolo materialmente.
 
Dios todopoderoso, regresa, por favor; mira atentamente desde el cielo y ten consideración de esta vid, de la vid que tú mismo plantaste, del retoño que tú mismo afirmaste. Destruye con tu furor a quienes la cortan y la queman; pero ayuda al hombre que has escogido, al retoño de hombre que tú mismo afirmaste, y nunca más nos apartaremos de ti. ¡Danos vida, y solo a ti te invocaremos! (Salmo 80,14 – 18).
 
Y no lo reconocieron sino que lo trataron a su antojo. En lugar de reconocerle, han hecho con él todo lo que han querido. Este es el drama de todos los tiempos. Juzgamos siempre muy superficialmente. No acertamos a reconocer los signos que Dios nos da como precursores de su presencia. Hoy como siempre, Dios está junto a nosotros, en nuestras vidas y en las vidas de los que nos rodean. Y pasa desapercibido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos. La suerte de Jesús, el Mesías, está ligada a la suerte del Bautista, el precursor. La ignorancia del precursor es ignorancia de Cristo. La muerte del Bautista anuncia y predice la muerte de Cristo.
 
El Señor desea que las familias cristianas vuelvan a ser núcleos (Malaquías 4,6) en los que se pueda experimentar y demostrar la vivencia del Evangelio; quiere que en ellas se refleje la verdad de la vida que Cristo nos dio en su cruz y en su resurrección gloriosa.
 
¡¡¡Padre celestial, concede a nuestra familia la gracia de la reconciliación completa. Por tu Santo Espíritu permítenos ver claramente nuestros pecados, y enséñanos el camino del retorno a Ti. Enséñanos a amarnos los unos a los otros como Tú nos amas!!!
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Perú – SurAmérica


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