[devocional-sabado] 17 de diciembre de 2005 – Vale la pena vivir.

Lo que ahora vivo… lo vivo en la fe del Hijo de Dios,
el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20.

Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
El que tiene al Hijo, tiene la vida.
1 Juan 5:11-12. 

Vale la pena vivir

Vivimos en la época en que florecen los pensadores de lo absurdo, de la nada y del materialismo, que arrastran en el delirio de las ideologías a una juventud desorientada.

       Cuatro jóvenes, al salir de una conferencia sobre la Biblia, a la cual acababan de asistir, formularon al orador la siguiente pregunta: ¿Por qué vivir?

El tono con el cual lo decían, a la vez exigente, suplicante, así como su desconcierto, mostraban la profundidad de sus interrogantes y angustias. El conferenciante contestó sencillamente: «Porque Dios nos ama», y les explicó que únicamente ese hecho podía dar sentido a su existencia.

El hombre necesita a Dios y de su amor para vivir verdaderamente. Si se ve privado de ellos o si él permanece lejos de Dios, su existencia no tiene sentido. Pero, al amar a su criatura, Dios obró: «En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él» (1 Juan 4:9). Aceptar el amor de Dios es recibir a Jesucristo, su Hijo; es reconocerse como un beneficiario de la obra que cumplió en la cruz. ¿Lo ha hecho usted?

Sí, Dios tomó la iniciativa del amor; por eso el creyente puede exclamar: «Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero» (1 Juan 4:19).

 

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