[CE-Peru]Cristo entró en el Santuario.

El Señor vino para revelar la misericordia, la compasión y el amor de Dios, pero sus amigos, familiares y discípulos no siempre lo entendieron, viendo en Él a un hombre que no dormía ni descansaba lo suficiente y que decía cosas a veces muy inconvenientes. Usando la lógica humana concluyeron que estaba desequilibrado y que no podía cuidarse a sí mismo (Marcos 3,20 – 21). Le impusieron su propio entendimiento sobre sus palabras y acciones, y para su propio bien trataron de manipular su trabajo.
 
Pastor de Israel, que guías a José como a un rebaño, que tienes tu trono sobre los querubines, escúchanos. Mira con buenos ojos a Efraín, Benjamín y Manasés. Despierta y ven a salvarnos con tu poder (Salmo 80, 1 – 2).
 
Desde entonces hay personas que aceptan a Jesús como ejemplo óptimo de ser humano o como un extraordinario maestro, pero no como Dios. Nosotros también, que nos llamamos cristianos, tratamos de manipular a Jesús cada vez que nos parece que su desafío es superior a nuestras fuerzas, cada vez que no nos gusta su enseñanza en la Escritura tratando de suavizarla y acomodarla, desvirtuando la verdad y la radicalidad de Cristo. Lo hacemos más aceptable ante los demás y menos embarazoso para nosotros mismos.
 
Oh Dios Todopoderoso, haz que volvamos a ser lo que fuimos. Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo (Salmo 80,3).
 
El verdadero cristiano comprometido debe acatar la guía del Espíritu Santo que conduce a la verdad para aceptar a este sacerdote nuestro que no oficia en templos de la tierra sino en el cielo, quien no es una figura hecha por mano humana, no es un símbolo de que Dios nos perdona, sino es realidad, es la culminación de todo y más de lo que podíamos desear o imaginar en esta tierra. La superioridad del sacrificio de Cristo destaca de varios modos: su sangre es superior a la de los animales; su inmolación no se repite; él no obra según una ley temporal, la de Moisés, sino según el Espíritu Eterno; es víctima perfecta; es sacerdote de su propia ofrenda (Hebreos 9,11 – 14). Es la fuente de nuestra absoluta confianza en el perdón que recibimos y en la gracia que nos hace capaces de obrar de otro modo, apartándonos de las obras muertas. Lo que nos ha traído Cristo Jesús es definitivo; su fruto es eterno.  
 
¡¡¡Señor Jesús, enséñame a aceptar tu guía divina para que tu Espíritu Santo me fortalezca, y sepa yo superar las dificultades y seguir por el camino recto hacia el gozo de tu salvación!!!
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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre
Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Protejamos nuestra Biodiversidad y el Medio Ambiente
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Perú – SurAmérica


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