A todos en muchas ocasiones nos ha ocurrido que nos apartamos de Dios por causa del pecado, de saber que nuestra ofensa es desagradable, pero nos olvidamos que El nos perdona, nos ama y nos recibe si nos arrepentimos sinceramente, asi que hagamoslo tantas veces como sea necesario, no dejemos que la culpa nos abata y nos hunda, sino que recordemos que esos brazos se abrieron por nosotros en la cruz del Calvario y que nos esperan ansiosos para abrazarnos.
DIFICIL ES
Difícil es seguir sin Tí Señor, como he tratado de caminar. Luego de haberte seguido, conocido y amado,
me alejé y dejé llevar por las presiones y las luces de la Vida.
Mi vida lejos de Tí, no es ya ni la sombra de lo que fué cuando cerca de tu presencia me encontraba.
Y todos los problemas parecen mas grandes y pesados. Los días se llenan de nubes tan oscuras que parece que no habrá ya sol que las atraviese.
Me carcome el alma el deseo de volver a ese tiempo, pero una voz en mi interior me repite que no lo haga.
Que no te busque, que no te llame, que me oculte.
Pues eres un Dios celoso que hace justicia, y yo merezco lo que me sucede pues me alejé de Tí.
Pero al buscar en mi alma, de todo lo que aprendí con tus palabras veo una luz que a lo lejos destella.
Es una cruz vacía, y una tumba desierta que me recuerdan quien eres.
Un Dios Salvador, quien da los regalos no por méritos sino por GRACIA. Tu gracia divina que regalas y nos das perdón aunque no lo merezcamos.
Y hoy una vez mas, mi vida toma sentido. Al recordar que mas que celoso, eres un Dios de amor
y perdón. Levanto mis manos a Tí, elevo mi llanto hacia el cielo. Y tu voz desde lo alto y ancho del Universo retumba por toda la creación, y me llama por mi nombre.
Tus brazos abiertos ahora puedo ver, que me esperan y me buscan desde siempre. Brazos que ahora me rodean, y me dan tu paz. Perdona por alejarme Señor, Perdona por abandonarte.
Gracias por recibirme, gracias por abrazarme, gracias por amarme, gracias por perdonarme!!
UN CORAZON TRISTE
¿Quién no ha sentido en algún momento de su vida tristeza, amargura o resentimiento?.
Nadie escapa a estos sentimientos y el sentirlos de vez en cuando es normal, es parte de nuestra naturaleza humana. Llorar es bastante sano cuando se trata de un acontecimiento eventual, el llanto es parte de la liberación.
Pero ¿Qué pasa cuando estas emociones quedan alojadas en nuestro corazón de manera permanente?, cuando el dolor, la amargura y la tristeza representan nuestra propia personalidad.
Hoy en día los males provenientes del corazón son muy comunes, los rompimientos familiares, la frustración, la represión, el fracaso y lo que llamaríamos «el cansancio de vida» se apodera de nosotros cuando vemos que a pesar de nuestro esfuerzo, las cosas «nunca funcionan», «todo nos sale mal» porque «la vida ha sido muy injusta con nosotros». Es entonces cuando el resentimiento, la autocompasión y la tristeza pueden quedar instalados en nuestro corazón de manera permanente.
Esta actitud hace que todo en la vida lo veamos a través de un «cristal empañado», es decir, nuestra perspectiva de vida se torna gris, ya no vemos la belleza de la vida, los buenos momentos se vuelven indiferentes ante nosotros, dejamos ir oportunidades y empezamos a crear una realidad falsa al creer que «nadie nos quiere» o «todos quieren hacerme daño», nuestra visión actúa y distorsiona todo desde nuestro cristal empañado.
El guardar por mucho tiempo esta actitud o este sentimiento, además de prolongar nuestro sufrimiento, nos trae como consecuencia enfermedades derivadas de «un corazón triste»:
· Enfermedades del corazón (Angina de pecho, infarto, etc.)
· Enfermedades del sistema circulatorio (mala circulación, varices, colesterol, etc.)
Ningún medicamento, dieta o ejercicio pueden evitar o curar dichas enfermedades si no nos conectamos con la alegría de vivir, con el amor a la vida. La alegría es la única medicina para un corazón que revive constantemente en su presente las heridas del pasado.
Sin la alegría, nuestra vida se frena, nuestros pasos se alentan ya no queremos saber nada, estamos deprimidos y con un constante dolor de piernas, nos pesan tanto como para poder dar un paso más.
Sufrimos también a causa de nuestra soledad por tener nuestro corazón cerrado al amor, no sabemos darlo, mucho menos recibirlo… al mismo tiempo nos duelen los hombros y la espalda.
Seguimos sufriendo, porque las pastillas no son suficientes para un corazón que frena el amor, que lo tiene por esencia, pero no lo deja salir… se ahoga, se asfixia? hasta morir.
Asi que si vamos a Jesús y le decimos lo que sentimos, lo que nos sucede El nos recibe y toma esa aflicción para llenarnos de Su paz, asi que no dudemos en ir confiadamente en oracion para que Su gozo nos inunde para que reflejemos todo lo que El nos brinda en Su amor y que asi sea normal la angustia y tristeza, El es la solucion, el remedio y Su balsamo el mas efectivo.
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