Jotán, rey caído

Pobre Jotán, rey caído.

«Después de esto, el Señor hirió a Jotán con una enfermedad incurable en las entrañas. Pasaron los días y, al cabo de dos años murió en medio de una terrible agonía. Por causa de su enfermedad se le salieron los intestinos. Su pueblo no encendió ninguna hoguera en su honor, como se había hecho en honor de sus antepasados. Jotán tenía treinta y dos años cuando ascendió al trono y reinó en Jerusalén ocho años. Murió sin que nadie guardara luto por él, y fue sepultado en la Ciudad de David, pero no en el panteón de los reyes». II Crónicas 21:18-20

Josafat tuvo siete hijos varones, a cada uno de ellos les regaló plata, oro y objetos de valor en abundancia, también les entregó ciudades fortificadas en Judá pero la sucesión de su trono lo dio a Jotán, su primogénito.

Jotán fue un joven mimado, aprendió a ser egoísta desde muy pequeño. Su padre sólo le daba atención en medio de su ocupada agenda para regalarle más cosas.

Imagino que estaba celoso de todo lo que recibían sus hermanos, había escuchado entre los pasillos del palacio que todos decían que sus hermanos eran más buenos que él, pero Jotán soñaba con el día que ocuparía el trono, cuando su padre le daba alguna cosa a sus hermanos, él inmediatamente comparaba si acaso valdrían más que sus obsequios especiales.

-No importa, yo ocuparé pronto el sillón real, nadie me quitará este honor, ¡Yo soy el primogénito!-

Mi padre también tuvo siete hijos varones, todos ellos mayores que las últimas mujeres, lo que más recuerdo de ellos cuando eran jóvenes es que no había diferencia ni preferidos cuando se trataba de trabajar, todos eran fuertes y responsables de su tarea, todos tenían que buscárselas igual, se levantaban de madrugada para ir a sus labores y ¡pobre de aquel que se quedara en casa!

Jotán no fue educado con temor a Dios, su padre se preocupó porque todo Judá fuera educado con la ley, pero en su propio palacio hubo alguien que hizo oído sordo a la Palabra de Dios.

Josafat murió sin pena ni gloria, su último ejemplo dejado a sus hijos no fue el de un siervo humilde y fiel, sino de un hombre ambicioso y sin temor a Dios.

Jotán siguió el camino de su Padre, apenas se afirmó completamente en el trono de su padre mató a espada a todos sus hermanos.

Sólo tenía treinta y dos años Jotán cuando completó su faena de traición y crueldad, el germen que anidaba en su alma corrompida fue creciendo hasta llegar a este clímax diabólico.

Jotán hizo todo lo que ofendía al Señor, no sólo siguió el mal ejemplo de los reyes de ese tiempo, escogió ver lo peor de sus contemporáneos para imitarlos, se olvidó de la primera parte del reinado de su Padre, sólo tuvo ojos y oídos para lo malo, por eso busco aliarse con Acab y Jezabel, quizá medito:

-Si mi padre se casó con una hija de Jezabel ¿por qué no yo?-

¿No es esta historia tan parecida a lo que sucede hoy mismo en nuestros propios hogares? Muchos hijos deciden imitar lo malo que lo bueno.

Jotán también hizo pacto con Acab, también se casó con una hija del enemigo de Dios.

Con todo la fidelidad de Dios es eterna, su pacto nunca será cambiado. El Señor no quiso destruir la dinastía de David por consideración al pacto que había hecho con él.

Pues le había prometido mantener encendida para siempre una lámpara para él y sus descendientes II Crónicas 21:7

La debacle de Jotán fue como la caída de un precipicio sin fin. Muchas cosas malas le ocurrieron a Jotán, le sucedieron porque abandonó al Dios de sus antepasados, Además Jotán construyó santuarios paganos en las colinas de Judá e indujo a los habitantes de Jerusalén y de Judá a la idolatría.

El celo de Dios consumía al profeta Elías, ya no pudo quedar impávido más tiempo viendo todo lo que hacía, entonces le escribió una carta inspirada por Dios, en ella profetizó el final del Rey malo.

-Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David-

La carta estaba llena de exhortaciones, el objetivo era hacerle ver tres cosas: el que fue decisión de Jotán seguir el mal ejemplo, nunca quiso imitar lo bueno, el haberse aliado con los enemigos de Dios, sólo por ambición, y el crimen que cometió al matar a sus hermanos.

Y por cuanto asesinaste a tus hermanos, la familia de tu Padre, que eran mejores que tú II Crónicas 21:13

El Señor no tardo su juicio, hirió a su familia con una terrible plaga, perdió todas sus posesiones y su pueblo fue arrasado por sus enemigos. Jotán enfermó de un mal en las entrañas, tan grave que día tras día empeoraba hasta que se le salieron los intestinos.

Triste fue el entierro de Jotán, su pueblo no encendió ninguna hoguera en su honor, sólo reinó ocho años y murió sin que nadie guardara luto por él, hasta su cuerpo muerto no fue digno de dormir en el panteón de los reyes de Judá.

Mi hermano mayor también murió siendo aún muy joven, fue enseñado a temer a Dios desde que nació, pero había algo en su interior que no le permitía consagrarse al Dios de sus Padres.

Fue el último día de su vida, las últimas horas de aliento, que entendiendo que iba a comparecer ante el trono del Señor con una frase pequeña pidió perdón al Padre Celestial que siempre tuvo misericordia por él.

Siempre recuerdo con mucho cariño a mi querido hermano, como hubiera querido que él conociera y disfrutara de todos sus sobrinos, que pudiera ver a sus hijos ahora, sirviendo al Señor, a sus nietos y sus logros. Pero Dios quiso que mi hermano estuviese con él antes de perderse en el mundo.

Estamos empezando un nuevo año, sé que Dios tiene grandes planes para tu vida, tienes dos caminos que escoger, andar siguiendo las pisadas del Maestro, siguiendo el buen ejemplo, imitando lo piadoso y santo o portarte como un engreído egoísta y avaro buscando tu deleite y triunfo personal.

Sé temeroso de Dios y vivirás.

Mi oración es por ti porque la Palabra de Dios cale hondo en tu interior te haga recapacitar de tus caminos y vuelvas al Señor.

Con amor

Martha Bardales.

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