[CE-Peru] Paciencia con nuestros hermanos.

Ustedes también tengan paciencia y manténganse firmes, porque muy pronto volverá el Señor. Hermanos, no se quejen unos de otros para que no sean juzgados, pues el Juez ya está a la puerta (Santiago 5,8 - 9).
  
  Cuando el Señor vuelva nos ha de encontrar unidos como hermanos, sin odios ni divisiones, pues de lo contrario tal vez hubiésemos anunciado su Reino pero habríamos vivido muy lejos de él. Es verdad que muchas veces nos veremos sometidos a una diversidad de pruebas que quisieran apartarnos del amor de Dios y del amor al prójimo. Sobre todo hemos de estar prevenidos para evitar que la envidia anide en nosotros, causa principal de murmuración, que puede acabar con nuestro prójimo por no querer reconocer los dones que Dios le concedió para la edificación de su Iglesia. Puestos en manos de Dios confiemos siempre en Él y dejemos que su Espíritu guíe nuestros pasos por el camino del bien, de tal forma que, unidos siempre como hermanos, armados de toda paciencia demos un fiel testimonio del Señor. Entonces los demás realmente creerán en el Señor, pues nos verán unidos como hermanos, sin necesidad de utilizar mal el Nombre de Dios como justificación de nuestras incongruencias.
  
  Bendeciré al Señor con toda mi alma; bendeciré con todo mi ser su santo nombre; no olvidaré ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas mis maldades, quien sana todas mis enfermedades, quien libra mi vida del sepulcro, quien me colma de amor y ternura, quien me satisface con todo lo mejor y me rejuvenece como un águila (Salmo 103,1 - 5).
  
  ¿Qué tenemos que no hayamos recibido de Diosí ¿A qué gloriarnos de lo que no es nuestro? Dios nos amó sin mérito nuestro, y a pesar de que nos vio cargados de miserias y pecados jamás nos abandonó a la muerte, sino que compadecido, tendió la mano a todos para levantarnos y hacernos hijos suyos. Por eso hemos de bendecir al Señor y no sólo con nuestros labios sino con toda nuestra vida, con todo nuestro ser, pues el Señor nos rescató de nuestros sepulcros, y nos ha concedido participar de su Vida eterna. Dios nos contempla siempre con gran amor y ternura, pues es nuestro Padre que jamás se ha olvidado de nosotros. Confiemos siempre en Él y dejémonos guiar por su Espíritu Santo, hasta que algún día participemos para siempre de los bienes eternos.
  
  El Señor es tierno y compasivo; es paciente y todo amor. No nos reprende en todo tiempo ni su rencor es eterno; no nos ha dado el pago que merecen nuestras maldades y pecados; tan inmenso es su amor por los que lo honran como inmenso es el cielo sobre la tierra (Salmo 103,8 - 11).
  
  Jesús nos ha dado su sí comprometido hasta sus últimas consecuencias; no busca razones para evadir su entrega como la manifestación suprema de su amor por nosotros. Él es el Esposo fiel que da su vida para que nosotros tengamos vida, y la tengamos en abundancia. ¿Qué habría sido de nosotros si el Señor hubiera sido como el esposo infiel que deja tirada su cruz y no vuelve a acordarse del compromiso hecho a una mujer como persona adulta y madura y no como niño? Además de dar su vida por nosotros en la cruz para el perdón de nuestros pecados, y de resucitar para darnos nueva vida, se convierte en el Esposo que entra en comunión con su Iglesia.
Quienes lo tenemos en nuestro propio ser estamos llamados a identificarnos con Él teniendo un sólo corazón y un sólo espíritu. ¿Qué amigo más fiel que Él podremos encontrar en la vida? Sin embargo esto no sólo es un consuelo para nosotros; es ante todo un compromiso que nos hace caminar por la vida como un signo creíble del amor de Dios que por medio nuestro se acerca a toda clase de personas, no para engañarlas sino para decirles, con palabras y obras, cuánto las ama Dios.
  
  ¡¡¡Señor Jesús, Tú eres la plenitud del amor de Dios. Déjame conocer tu amor cada vez más. Por tu Santo Espíritu ayúdame a reconocer lo mucho que me quejo de mis hermanos y hermanas; dame un amor más profundo por ellos!!!                                                                                                                                           
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  Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.

                                          Protejamos nuestra Biodiversidad y el Medio Ambiente
  Juan Alberto Llaguno Betancourt
  Lima - Perú - SurAmérica

           
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[Se eliminaron del mensaje las partes que no eran texto]


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