Obedecer al Príncipe de la vida (Leer Juan 11:39-44)
Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Juan 11:25-26.
El testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo. Salmo 19:7.
Obedecer al Príncipe de la vida (Leer Juan 11:39-44)
Lázaro, el amigo de Jesús, había muerto. Su cuerpo yacía en la gruta que le servía de tumba. La descomposición empezaba su obra. Jesús se acercó a la tumba y mandó quitar la piedra que cerraba la entrada. Era necesario que el triste estado del muerto pudiera ser comprobado por cada uno de los presentes.
Entonces se hallaron frente a frente, como en un duelo singular, la Muerte, que tiene derechos ilimitados sobre el hombre pecador, y Aquel que acababa de designarse como la Resurrección y la Vida. ¡La expectativa era intensa! ¿Quién iba a ganar? Entonces Jesús alzó los ojos, se dirigió a su Padre y dio una orden breve y poderosa al muerto: ?¡Lázaro, ven fuera!?. Éste sencillamente se levantó y avanzó hacia los presentes, quienes se quedaron sin aliento. ¿Desatadle?, debió decir Jesús a los discípulos paralizados por la estupefacción.
Fue la manifestación pública e irrefutable de la gloria de Dios, como Jesús lo había anunciado a Marta. El poder y el amor de Jesús fueron puestos en evidencia. Muchos de los asistentes a la escena creyeron en él, pero desde entonces los gobernantes decidieron su muerte.
Tal es el hombre ante Dios: rechaza todos los testimonios divinos. Mas existen hechos que deberá aceptar: la muerte y el juicio que le seguirá. Pero ?ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús? (Romanos 8:1)
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