[devocional-viernes] 03 de Febrero de 2006 – El Titanic: dura lecci?n de humildad (2)

Oíd, y vivirá vuestra alma? Deje el impío su camino,
y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Señor,
el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro,
el cual será amplio en perdonar. 

Isaías 55:3 y 7.

El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna;
y no vendrá a condenación.
 
Juan 5:24.

El Titanic: dura lección de humildad (2)

       Medianoche y cinco minutos: el capitán Edward Smith debió reconocer que lo imposible se había producido. ¡El Titanic se hundía! Ordenó que los pasajeros se reunieran en el puente. A la una menos cuarto se bajó el primer barco de salvamento a medio llenar, porque los pasajeros aún no creían en un naufragio. Pero el drama se desarrolló y las escenas de separación fueron indescriptibles. A las dos y diez minutos un violinista tocó el cántico: «Más cerca, ¡oh Dios!, de ti?» El Titanic ya alzaba su proa en el aire. Luego se partió por la mitad. Diez minutos después desapareció. ¡Los gritos de mil quinientas personas se apagaron! Aún hoy su angustia nos conmueve.

       El hombre, inteligente, sabio, fuerte se imagina que no hay límite para el desarrollo de sus capacidades. Cree poder resolver por sí mismo todas las dificultades. De hecho, desafía más a Dios que a la naturaleza.

       Entonces Dios le recuerda que sólo Él es Dios, que está presente, que vive, es poderoso y domina todo. Lo dice en la Biblia. En las circunstancias felices o desdichadas no existe la suerte, ni la casualidad. El Dios soberano interviene. Prestemos atención a sus advertencias; no siempre otorga un plazo de dos horas y media. ?Estad preparadosí porque no sabéis el día ni la hora? (Mateo 24:44; 25:13).

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  • El texto enviado hoy es el del día correspondiente del año pasado.
  • El texto del día de hoy puede leerse en nuestra página: https://www.devocionalescristianos.org 

    Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. – Tercera carta de Juan versículo 2.

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