DOS POTRILLOS Y ENTREGA

Esta historia es hermosa, nos hacen una comparación de lo que implica vivir sin Dios y el someternos a El, después de terminar de leerla escoge tu lo que mas te convenga y podras tener o una vida feliz o simplemente creyendo que como tu decides es lo mas eficaz.

Dos Potrillos

Hoy les quiero contar una preciosa historia de dos potrillos.  Ellos eran hermanos, y disfrutaban de la vida al aire libre corriendo por las praderas.

Un día, ambos fueron sujetados y llevados a las caballerizas del rey.  Su libertad había terminado. Y no sólo eso, porque comenzó para ellos un período de estricta disciplina.
El entrenador sacó su látigo, y comenzó un proceso doloroso para ellos. Nunca habían pensado que existía tal cosa.  De pronto, uno se rebeló, y dijo.

– Esto no es para mí.
– Me gusta mi libertad, mis montañas verdes, mis arroyos de agua fresca.
Un día, dio el salto más grande que jamás había dado, saltó el muro de su encierro y escapó.  Extrañamente, el entrenador no hizo nada para traerlo de vuelta.  Más bien se abocó a entrenar al que había quedado.
Fue un adiestramiento tan eficaz, que el potrillo comenzó a aprender a obedecer las órdenes, y los más mínimos deseos de su entrenador.  Terminado el entrenamiento, le pusieron los arneses y lo uncieron a la carroza del rey junto a otros 5 caballos.
Un día, iba la carroza del rey, engalanada, por el camino real.  Los seis caballos llevaban arneses de oro, adornos de oro en sus cuellos, y campanitas de oro en sus patas.  Cuando ellos trotaban, las campanillas sonaban dulcemente. Desde lo alto de una loma, hay un potrillo que observa.
Cuando se acerca la carroza, reconoce a su hermano, y dice.
– ¿Por qué han honrado tanto a mi hermano, y a mí me han despreciado?
– No han puesto campanillas en mis pies ni adornos en mi cabeza.
– El maestro no me ha dado esa maravillosa responsabilidad de tirar de su carroza, ni colocó sobre mí el arnés de oro.
– ¿Por qué escogió a mi hermano y no a mí?
Entonces, escucha una voz que le dice.
– Porque él se sujetó a la voluntad y a la disciplina de su maestro, y tú te rebelaste.
– Así que uno fue escogido, y el otro fue desechado.
Después de esto vino una terrible sequía.  Los pequeños arroyos dejaron de fluir y los pastos se secaron.  Sólo había unos cuantos charcos de barro por aquí y por allá.  El potrillo salvaje corría de un lado a otro buscando qué comer y beber, pero no encontraba nada.
Estaba débil, y las patas le temblaban. De pronto, ve de nuevo la carroza del rey que viene por el camino.  ¡Allí viene su hermano, fuerte y hermoso, con sus atavíos de oro!
Sacando fuerzas de flaqueza, le grita.
– ¡Hermano mío!
– ¿Dónde encontraste el alimento que te ha mantenido tan fuerte y robusto en estos días de hambre?
– En mi libertad, yo he ido por todos lados, buscando comida, y no encuentro nada.
– ¿A dónde vas tú, en tu terrible encierro, para hallar comida en estos días de sequía?
– ¡Dímelo, por favor!
– ¡Tengo que saberlo!
Entonces, viene la respuesta de su hermano, con una voz llena de victoria y de alabanza.
– Hay un lugar secreto en los establos de mi maestro, donde él me alimenta de su propia mano.
– Sus graneros nunca se acaban, y su pozo jamás se seca.
Las lágrimas del potrillo salvaje no fueron suficientes para borrar la amargura de su corazón.
Así nosotros, tenemos que perder nuestra libertad, esa efímera y vana libertad que el hombre ansía.   Tenemos que aceptar la disciplina de nuestro Padre, para ser uncidos en la carroza del Rey.
¡Qué honor más grande, que nosotros podamos llevar a nuestro propio Maestro!
¿Querremos aun así seguir siendo libresí
 ¿Querremos seguir siendo niños consentidos en la casa del Padre?
¿O querremos aceptar la disciplina en la escuela de Dios, para que él nos haga hijos maduros y nos lleve hasta su trono cuando fuere tiempo?
Entrega

por: Eberhard Arnold
 
Las dificultades no deben deprimir ni desviarnos.  Es tan grande la causa que se ha posesionado de nosotros, que las pequeñas debilidades individuales no pueden destruirla.  Por lo tanto, te pido una sola cosa: no te preocupes tanto por ti mismo.
Despréndete de todos tus planes y de tus metas.  Te ocupan demasiado.  Entrégate al sol, a la lluvia y al viento, como lo hacen las flores y las aves.  Entrégate a Dios.  No desees nada, excepto una sola cosa: que se haga Su voluntad, que venga Su Reino y que Su esencia sea revelada.  Entonces, todo estará bien.

Entregarnos a Dios significa abrir el camino para que Él intervenga.

Asi que es tuya la decisión, espero que hagas lo mas conveniente y que esa causa de entrega a Dios sea lo mas especial que puedas experimentar, porque El no paga como el hombre, que a veces es mal por mal, El siempre es bien a pesar de que nosotros reciba los males, nos ama mas que nadie en el mundo y desea ardientemente que tu tambien le ames y ese amor implica entrega incondicional, no te arrepentiras de hacerlo.
Los amo y bendigo en Jesucristo.

MAGNOLIA.

 

FONDO YARIMAR

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