un hogar preparado para usted…

      Un hogar preparado para usted               ? por Anne Graham Lotz,    
                                    

El hogar para mí siempre será la casa de mi padre... una cabaña de troncos escondida en las montañas del oeste de Carolina del Norte, con una luz en la ventana, un fuego en el corazón y un abrazo de bienvenida en la puerta. A medida que conduzco las cuatro horas desde mi hogar a la casa de mi padre, mi sentido de expectativa es cada vez mayor. A las tres horas de viaje diviso por primera vez las montañas, un panorama que nunca deja de entusiasmarme a medida que comienzo a tomar altura a través de las colinas hasta que me encuentro rodeada de los valles y picos de las montañas Blue Ridge. Mi viaje termina en una sinuosa carretera de una sola vía con curvas retorcidas y en forma de zigzag que me conduce a la puerta de la casa de mi padre.
La vieja cabaña de troncos, los escalones de losa, la puerta remachada con clavos y el gastado piso de tablones de la entrada no son los que aceleran mi pulso ni me estimulan a hacer el largo viaje. ¡Mi motivación es simplemente el hecho de que este es mi hogar!.
¡Hogar!, ¿Qué significa esa palabra para usted? Para mí, ?hogar? es sinónimo de amor, aceptación, comodidad y seguridad. Este es el lugar en el que se satisfacen mis necesidades. Cuando me siento desalentada bajo la presión de las responsabilidades, o abrumada por los problemas de la vida diaria, mi corazón se vuelve hacia la cabaña en la montaña y a esos que amo y que viven allí. Ir al hogar es restaurar mi espíritu, reenfocar mis pensamientos, renovar mis fuerzas y restaurar mi corazón. ¡Cuánto amo el hogar!
Se cuenta la historia de un viejo misionero llamado Samuel Morrison que, después de veinticinco años en África, regresó al hogar en Estados Unidos. Cuando esto aconteció, viajaba en el mismo buque de pasajeros que traía de regreso al presidente Teddy Roosevelt de una expedición de cacería. Cuando el gran buque atracó en el puerto de Nueva York, el muelle donde estaba atado se congestionó con lo que parecía ser la población completa de la ciudad. El señor Roosevelt descendió por la pasarela ante los ensordecedores vítores y aplausos. Al mismo tiempo, Samuel Morrison salió en silencio del barco. No había allí nadie para recibirlo. Se deslizó solo a través de la multitud. Incluso, debido a la aglomeración de gente que había venido a recibir al presidente, no consiguió un taxi. Dentro de su corazón, comenzó a quejarse: Señor, el presidente ha estado tres semanas en África matando animales y todo el mundo se reúne par darle la bienvenida al hogar. Yo he pasado veinticinco años de mi vida
en África, sirviéndote, y nadie ha venido a recibirme y ni siquiera saben que estoy aquí.
En la quietud de su corazón, una amable y amorosa voz susurró: Pero mi querido hijo, ¡todavía no estás en casa! Aunque alabo a Dios por colocarme en un hogar terrenal que con tanta claridad refleja mi hogar celestial, me doy cuenta incluso ahora, cuando visito esa antigua cabaña de troncos, que en verdad no he llegado aún al hogar debido a la promesa de Jesús a los hijos de Dios: ?Voy a prepararles un lugar?.
Hace varios años, las palabras del apóstol Juan escribiendo la fascinante visión del cielo que Dios le dio en la isla de Patmos vinieron a mi mente, modelando el centro de la ?casa de mis sueñosí. Estaba en Ágra, India, parada frente a un estanque y contemplando la espectacular belleza que reflejaba el Taj Mahal cuando recordé la primera impresión de Juan, del cielo: ¿Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido? (Apocalipsis 21:1-2).
Del mismo modo que una novia prepara con amor cada detalle suyo para su novio especial, Dios está preparando su hogar celestial para usted y para mí. Esta amorosa preparación está ilustrada por la historia del Taj Mahal.
El Taj Mahal se preparó como un monumento de amor. Lo construyó Sha Jahan entre los años 1632 y 1653 para su esposa. Construido de mármol blanco, brilla intensamente como una joya en la ribera de un ancho río. Está enmarcado por cuatro minaretes, cada uno situado en la esquina de un podio de gres rojo en el que se asienta todo el edificio, apuntando como largos y blancos dedos hacia el cielo. El exterior de la estructura es de mármol blanco y tiene incrustaciones de ónice negro en la que abundan inscripciones que trazan pasaje del Corán. El interior, incluyendo las paredes y el techo, está decorado con piedras semipreciosas con diseños florales que son símbolos del paraíso islámico.
¿Cómo uno se puede imaginar el esmerado trabajo artesanal involucrado en llevar a cabo un proyecto que requirió más de veinte mil trabajadores expertos y que tomó más de veinte años para finalizarlo? ¿Cómo puede uno imaginarse en primer lugar el amor que concibió tal proyecto? Aun más notable el hecho de que con toda intención Taj Mahal no se diseñó para que fuera un palacio ni una residencia de verano, ni siquiera como un elaborado cobertizo para botes. ¡El Taj Mahal es una tumba!
La construyó el extravagante romántico y rico Cha para su amada esposa, con quien estuvo casado por solo catorce años cuando la dominó el gran igualador: la muerte. A pesar de que sepultaron a su esposa en tan maravilloso edificio, es triste pensar que cuando el Cha murió, no se permitió que lo sepultaran con ella.
Si es posible que un gobernador indio prepare algo tan impresionantemente bello como el Taj Mahal a manera de tumba para su esposa, ¡¿qué debe estar preparando Dios como un hogar donde vivirá por siempre y para siempre con su pueblo a quien ama?! Considerando cómo me preparo para mis hijos cuando sé que vienen al hogar, me encanta pensar en la preparación que Dios está haciendo para el día en que llegue a mi hogar. ¡porque Él lo preparó para mí! Y, de la misma manera, ¡Él está preparando un glorioso regreso al hogar para

Y nosotros hemos conocido y creido el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. I Juan 4:16

Dios te bendiga...
Hmna. Marlenys Meza

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