No juzgar a los dem?s.

Atiende, Dios mío, y escucha; mira con atención nuestra ruina y la de la ciudad donde se invoca tu nombre. No te hacemos nuestras súplicas confiados en la rectitud de nuestra vida, sino en tu gran compasión. ¡Señor, Señor! ¡Escúchanos, perdónanos! ¡Atiéndenos, Señor, y ven a ayudarnos! ¡Por ti mismo, Dios mío, y por tu ciudad y tu pueblo, que invocan tu nombre, no tardes! (Daniel 9,18 - 19).
  
  Cuando vemos que alguien actúa mal o comete algún pecado grave tendemos a apartarse de la persona y del hecho cometido. Esta es una reacción común, pero qué diferente fue la reacción del profeta (Daniel 9,4 - 10). Viendo que el pueblo escogido era sentenciado al exilio por haber desobedecido la ley de Dios y violado el pacto hecho con el Señor, Daniel se sintió movido a elevar una oración de confesión e intercesión por todo Israel y por sí mismo. Como dice el texto Daniel sabía que él también había infringido la ley porque era parte del pueblo de la alianza. Pudo ver asimismo que era culpable de tolerar el pecado en la vida de sus conciudadanos israelitas, y que ese pecado era causa de muchos sufrimientos. En su oración reconoció que hemos pecado y cometido maldad ante el Señor.
  
  Seguramente la mayoría de los cristianos reconocemos que la sociedad de hoy sufre profundamente por su desobediencia a los mandatos de Dios. Pero es más difícil reconocer que nosotros también somos partes del problema, ya sea por nuestro propio pecado o por la indiferencia ante la maldad y el sufrimiento que nos rodean. Sería bueno dedicar unos momentos a examinar la actitud que adoptamos frente a los mandatos de Dios, especialmente los que se refieren a nosotros mismos y a nuestra sociedad. ¿Defendemos la santidad del matrimonio y las virtudes de la justicia, el honor y la rectitud? ¿Qué hacemos respecto a los marginados, los pobres, los sin casa, los enfermos y los ancianosí ¿Les damos atención como Jesús nos enseñó (Mateo 25,31 - 46) o somos indiferentes ante el sufrimiento de ellosí ¿Reconocemos la injusticia de la intolerancia social o racial, el materialismo generalizado, y la explotación de los débiles por los poderososí ¿Le rogamos al Señor que les cambie el corazón a esos
poderosos y que nos perdone a todos, como pueblo, por la maldad cometida en forma colectiva?
  
  El Señor nos pide descubrirnos como pecadores, como personas necesitadas del amor y la misericordia de Dios (Lucas 6,36 - 38); es importante llegar a ser conscientes de esta realidad ya que solamente cuando uno reconoce lo miserable que es su corazón se puede abrir a los hermanos. Ordinariamente las personas soberbias, déspotas y egoístas no han tenido nunca la experiencia de encontrarse con sus debilidades y darse cuenta que no sólo no son mejores que la gente a la que han juzgado o maltratado, sino que incluso muchas veces han sido peores que aquéllas. Cuando sintamos el impulso de juzgar o de condenar, miremos en nuestro interior y descubriremos que no somos mejor que esa otra persona, y que a pesar de esto, Dios nos ama y nos muestra su misericordia; seguramente esta mirada interior nos llevará a amar, a perdonar y a ayudar a nuestro hermano. La caridad no tiene límites, no tiene medida, abarca todos los momentos de nuestra vida. Pues, ¿cómo se puede perdonar si no se ama? Si
no se ama seremos fáciles para juzgar y criticar a los demás. Si falta el amor estaremos en todo momento midiendo todo lo que damos.

Dios, al final de nuestra vida, no nos preguntará si fuimos grandes estudiantes, si construimos grandes hospitales, si triunfamos en el trabajo o si hicimos una gran fortuna con el dinero que ganamos. La pregunta de la entrevista será muy fácil: ¿cuánto amaste? Todas las acciones que hayamos hecho durante nuestra vida se contarán con la medida del amor con la que las hemos hecho. Meditemos en el amor sin medida de Cristo clavado en la cruz para que nos impulse a perdonar sin medida, dar sin medida, amar sin medida a nuestro prójimo.
  
  ¡¡¡Padre eterno, me pesa haber contribuido con mi pecado y mi indiferencia a la maldad del pueblo. Dame la gracia de ser instrumento tuyo en este mundo para que muchos más lleguen a conocer y recibir el mensaje de salvación de tu Hijo!!!!!!
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  Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.

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