Reflexion necesaria

Aquí les envío un artículo que aunque es un poco antiguo (año pasado) para muchos de nosotros puede servir como una introducción al tema, que necesariamente debe ser de nuestro interés:

 

El anuncio de la candidatura presidencial del ex-comisionado de la Verdad y la Reconciliación, pastor Humberto Lay, de la Iglesia Bíblica Emanuel, ha causado múltiples reacciones en diversos sectores evangélicos.

 

Desde los que están preocupados por la posibilidad de que el enfrentamiento entre la vocación pastoral y política sea un problema insalvable, hasta los que afirman que ésta sería más bien una oportunidad ideal para que la Iglesia Evangélica gane poder y presencia política en el ámbito nacional.

 

En todos los casos, es importante notar que la interpretación evangélica actual de la presencia de los cristianos en la realidad nacional no cuestiona en sí la participación política de los evangélicos sino los modos y las racionalidades para dicha acción política.

En el caso del pastor Humberto Lay no deja de sorprender el lanzamiento de su candidatura. En parte porque, en nuestra opinión, su participación como comisionado de la Comisión de la Verdad y Reconciliación  no logró consolidar una propuesta de pastoral social en el entorno de su propia congregación ni en la iglesia evangélica en general.

 

Este vacío en la propuesta no nos permite hablar en la actualidad de un movimiento de profesionales e intelectuales cristianos lo suficientemente maduro para constituirse en una alternativa política consistente, más allá del discurso bíblico sobre el rol de los cristianos en la restauración moral del país.

 

Una de las tentaciones que percibo en la candidatura de Humberto Lay es la posibilidad de centrar la propuesta programática en la imagen pastoral del personaje que ha llegado a ser muy importante en el imaginario religioso de la mayoría de los evangélicos.

De caer en esta tentación no nos libraríamos del mal de los partidos políticos tradicionales, que asientan el peso de la propuesta política en el carisma de la figura o en lo que ésta pueda simbolizar para una población determinada.

 

De otro lado, esta candidatura implica también enfrentar la tentación de manejar con mucho cuidado el ámbito de la vocación ciudadana de un grupo de cristianos liderados por el pastor Lay y las expectativas de «conquista y poder» de mucha población evangélica.

Hay muchos líderes en la Iglesia que están esperando contar con líderes políticos de trasfondo religioso evangélico para intentar conseguir beneficios materiales y cuotas de poder para la Iglesia, de la misma manera como el Concordato con el Estado peruano le permite a la Iglesia Católica en nuestro país.

 

Es bien cierto que el anuncio de la candidatura de Humberto Lay recién ha sido hecho y queda mucho camino por recorrer como para anticipar las estrategias y mecanismos políticos que este grupo de ciudadanos intentará realizar, pero el tema de las alianzas estratégicas parece ser uno de los puntos centrales de la discusión ideológica en un futuro próximo.

Si bien Humberto Lay afirma que el suyo no es un partido confesional ni exclusivo para evangélicos, el nivel de relaciones con otros sectores políticos evangélicos, con mayor trayectoria en la arena política actual, así como con sectores no evangélicos, va a levantar la pregunta acerca de quién y qué se coloca como temas centrales de la agenda política del Movimiento de Restauración Nacional.

 

Pienso que las exigencias del discurso político del Movimiento encontrará prontamente sus límites, si Humberto Lay reduce la propuesta sólo al tema de la reconstrucción moral del país y a un discurso abstracto y poco concreto alrededor de los valores.

Finalmente, en esta primera aproximación de reflexión al anuncio de la candidatura de Humberto Lay, nos gustaría presentar el tema de la tentación que el candidato evangélico deberá enfrentar ante la cuestión de las promesas electorales, especialmente las relacionadas con las vinculaciones con los sectores religiosos neoconservadores de las iglesias evangélicas, especialmente en los Estados Unidos.

 

Humberto Lay se haría un flaco favor si la base de las promesas electorales de su Movimiento radica en el ofrecimiento de relaciones especiales con la administración Bush. El presidente de los Estados Unidos ha demostrado que es un líder político con vocación de conquista del mundo, sea a través de medios militares, económicos o religiosos.

Más que nadie, Bush sabe emplear el discurso religioso evangélico conservador si esto es necesario para sus planes de conquista. Alrededor de su gestión se encuentran sectores de la llamada «Mayoría Moral», de los evangélicos más conservadores del espectro político, hasta sectores ingenuos y bien intencionados que afirman que una mayor cuota del sistema neoliberal y salvaje es la esencia del «buen gobierno» que le espera al Perú cuando se afirma a «Dios como Presidente».

 

Esperamos cordura y ponderación en la propuesta. Confiamos que el desarrollo de los niveles de conciencia social en la teología de Humberto Lay le llevará a tomar con mucha madurez y responsabilidad este paso político que está dando.

 

Mas allá del riesgo personal o institucional de su congregación local está de por medio la credibilidad de los evangélicos en su propuesta de articulación con otros sectores de la sociedad civil y las posibilidades reales de una presencia más democrática y progresista de los evangélicos en la construcción de un país más justo y reconciliado.

 

Por Oscar Amat y León

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