¿Fracasó el neoliberalismo?

¿Fracasó el neoliberalismo?

 
El último fin de semana el periodista de origen argentino Opennheimer entrevistó al candidato Ollanta Humala, ganador de la primera vuelta electoral con 31% en el Perú. 
 
El periodista estuvo desafortunado al no guardar la debida neutralidad y haciendo tándem con el embajador Otto Reich de los EEUU, hicieron un cargamontón al novel político peruano; quien sin embargo, salió airoso en algunos pasajes de la desequilibrada entrevista. 
 
Por supuesto la mayor incidencia la dio el conductor, tratando de arrinconar a Ollanta Humala en sus presuntas inclinaciones autoritarias, en su explícita admiración al general Velasco, al comandante Chávez de Venezuela y de paso o como consecuencia, al comandante Fidel Castro de Cuba. En estos casos y generalmente, mucho mejor es el respeto que la admiración. 
 
Lo más absurdo de la secuencia fue la afirmación de Reich secundada por el entrevistador moderador, sobre que el neoliberalismo ha sido exitoso en todo el mundo excepto en Latinoamérica, dejando aparte a 
Chile que resulta ser el modelo a seguir. Sobre este país Humala señaló que se trata de un país nacionalista, desde el momento que mantiene el cobre  [CODELCO] su principal actividad económica, en manos del Estado, que así tiene los medios presupuestarios para mantener debidamente equipada a sus FFAA [sucede similarmente en Ecuador, donde el canon petrolero está directa e íntegramente asignado a las FFAA]. 
 
Claro en el Perú eso no debe ocurrir dada la vocación pacifista de su actual presidente, que ha propiciado un desequilibrio estratégico sin precedentes; y porque los dineros en vez de ir a la compra de armas, deberían ir a superar la pobreza, lo que desde luego no se ha notado en absoluto, excepto por su sueldo [uno de los más altos del continente]. ¿Cándido, o qué? ¡No, que va, neoliberal! 
 
Volviendo al éxito del neoliberalismo que desde luego no se nota en el Perú, donde la economía ha crecido, pero el desarrollo se ha estancado y la pobreza sigue altísima, y recurriendo a lo escrito por el embajador  Oswaldo de Rivero en su libro  El Mito del Desarrollo, pasamos a retratar la verdad del neoliberalismo :
 
Durante los 40 años pasados, el desarrollo nacional ha sido pre-anunciado muchas veces y en muchos lugares. En los años 70, era considerado una conclusión prevista que Brasil conquistaría la pobreza y se convertiría en una de las potencias del mundo del futuro. Entonces igual era dicho de la India. Finalmente México y los países que emergían de Asia estaban en el mismo camino. Después de sus crisis financieras severas, la única esperanza restante es China, un país con más de  1.2 mil millones habitantes, ensillados con problemas ecológicos severos y donde solamente unos 400 millones de habitantes tienen suficiente renta para ser consumidores en la economía global.
  
El hecho es que en los albores del siglo XXI, hay solamente 3 nuevos países industrializados sobre 100 países que no se han desarrollado : Corea del Sur, Taiwán y Singapur. Es decir, dos países pequeños y una ciudad-estado que representan menos del 2% de la población del mundo en desarrollo.
  
Corea del Sur, Taiwán y Singapur, son los únicos casos que han alcanzado un semblante de desarrollo similar al de las potencias industrializadas capitalistas, a pesar de la crisis financiera de 1997. Esto significa que se han manejado para convertir sus sociedades de la agricultura a la industria, con un sector avanzado de servicios, superando la pobreza generalizada, para levantar sus estándares de vida y para crear una clase media mayoritaria. A pesar de este logro, estos países todavía no gozan de las altas rentas ni del desarrollo científico y cultural, mucho menos de instituciones democráticas. 
 
Aparte de estas excepciones, la gran mayoría de los países equivocadamente llamados en desarrollo definitivamente no están experimentando un proceso de desarrollo. Su producción no se ha modernizado substancialmente,  continúan produciendo materias primas  y fabrican con bajos niveles de tecnología. Los 4.8 mil millones habitantes de estos países están años luz de lograr una significativa clase media global. Casi 1.3 mil millones personas viven en menos de un dólar por día y no pueden comprar suficiente alimento; y otros 3 mil millones viven con dos dólares por día, con ninguna esperanza de satisfacer sus necesidades de salud básica, educación y habitación. En más de 100 de los países, la renta per capita no ha cambiado, o es menor que hace veinte años. 
 
El darwinismo global, la no-viabilidad económica nacional y la revolución tecnológica, conducida por una competencia globalizada, promueve un proceso de selección natural, dejando de lado millares de personas inexpertas y toneladas de materias primas en el mismo momento en que una explosión demográfica urbana está ocurriendo en los países pobres. Además esta selección por el mercado y por la tecnología está comenzando a desechar, con precios bajos, la fabricación de productos con baja entrada tecnológica, producida por el trabajo de mano de obra abundante, que representa el primer paso hacia la industrialización en estos países. 
 
En el final del siglo XX, la cantidad de materia prima por unidad de la producción industrial era dos quintos de lo usado en 1930. Hace más de cuarenta años una de cada cuatro personas empleadas era un obrero, el cociente es hoy menor de uno en siete. Durante este proceso la población urbana de los países en vías de desarrollo está creciendo explosivamente y casi se habrá doblado para el año 2020. En los comienzos del siglo XXI un mil millones nuevos trabajos son necesarios, pero es difícil crearlos a la vista de las nuevas tecnología, que no abastece al proletariado. La revolución tecnológica está hoy en un curso de colisión con la explosión poblacional. 
 
La liberalización rápida e indiscriminada de las economías pobres de acuerdo con las políticas del Banco Mundial y del FMI, sólo ha empeorado la situación, conectando estas economías con la economía global y forzando países a producir sobre la base de las ventajas comparativas que tenían ya en el mercado mundial. Así las economías subdesarrolladas produjeron lo que producían siempre, que son exportaciones primarias o marginalmente transformadas, sujetas a baja demanda a cambio de las inversiones especulativas volátiles del casino financiero global que no fueron diseñadas para modernizar la producción. Son esta clase de economías no viables que los gurús del desarrollo se atreven a llamar emergentes. 
 
En verdad las políticas del Banco Mundial y el FMI, a pesar de su alto costo social no hicieron emerger nada, sólo sirvieron para consolidar un patrón de exportaciones que hoy es lo menos competitivo de la economía mundial. Estos países fueron condenados a exportar materias primas y productos con entrada tecnológica baja, con los precios siempre menos atractivos, mientras que importaban de manera creciente productos manufacturados y servicios con alto contenido tecnológico y a precios cada vez mayores, empujándolos cada vez más a endeudarse. Por consiguiente la gran mayoría de los países subdesarrollados, en vez de convertirse en   nuevos países industrializados, se convierten en economías nacionales no viables.
 
 Si esto es éxito, el mundo es plano y cuadrado.
 
 Téngase presente que la inversión per se, en razón a las modernas tecnologías y la  necesaria competitividad, no genera trabajo suficiente, a no ser que vaya asociada y comprometida con un segundo nivel de inversión social productiva que será el generador de mayor trabajo y consecuentemente de la mejora del bienestar la población y la superación de la pobreza. Si esto no se entiende el resultado de las recetas neoliberales será el colapso total de muchos países. 

 

19/04/06

Luis Bravo Villarán

luis-bravo@prmperu.com

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Juan Alberto Llaguno Betancourt

Lima – Perú – SurAmérica

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