[devocional-lunes] 17 de Julio de 2006 – El holocausto continuo.

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Esta es la ofrenda encendida que ofreceréisí: dos corderos sin tacha de un año, cada día, será el holocausto continuo.  Un cordero ofrecerás por la mañana, y el otro cordero ofrecerás a la caída de la tarde.  Números 28:3-4. El holocausto continuo

       Los hijos de Israel debían ofrecer cada día dos corderos, uno por la mañana y otro al atardecer. Así, continuamente había un cordero que se quemaba sobre el altar en olor grato a Dios.

       El conjunto de los sacrificios previstos bajo el antiguo pacto nos habla de los diferentes aspectos del sacrificio de Jesucristo, un sacrificio único, cumplido una vez para siempre y que, contrariamente a los ofrecidos por Israel, no se volverá a presentar. El holocausto nos habla precisamente de la ofrenda voluntaria que nuestro Señor hizo de sí mismo a Dios; es el sacrificio por excelencia, el que sólo tiene en vista la satisfacción de Dios y expresa la entera consagración de su Hijo.

       Hoy en día no tenemos ninguna razón para ofrecer sacrificios de animales a Dios pues sólo eran la sombra del sacrificio de Cristo que aún había de venir (Colosenses 2:17). Ahora, gracias a la muerte en la cruz de nuestro Señor somos salvos.

       El Padre siempre halla su placer en considerar la completa consagración de su Hijo, cuyo sacrificio en la cruz es la realidad, el verdadero holocausto (Efesios 5:2). Como ahora Dios nos ve en Cristo, nosotros también le somos agradables. ?Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanzas, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre? (Hebreos 13:15).
 

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