Devocional Cristiano: ¿Piropos a mí? NO gracias

¿Adulaciones a mí? No gracias

«Después de que Joyada murió los jefes de Judá se presentaron ante el rey Joas para rendirle homenaje, y él escuchó sus concejos. Abandonaron el templo del Señor Dios de sus antepasados, y adoraron las imágenes de Asera y de los ídolos. Debido a este pecado, la ira de Dios cayó sobre Judá y Jerusalén. El Señor les envió profetas para que los exhortaran a volver a él, pero nos hicieron caso». II Crónicas 21:17-19.

Joas tenía siete años cuando ascendió al trono y reinó en Jerusalén cuarenta años. El joven rey había vivido muchas aventuras, fue raptado, escondido en el templo y luego se quedo mudo cuando todos los capitanes, levitas y el pueblo lo rodeaba gritando ¡Viva el Rey!

Joas tuvo sabiduría mientras fue guiado por un hombre temeroso de Dios, reparó el templo, la malvada Atalía había destrozado la casa de Dios, ordenó que todo el pueblo contribuyese con sus diezmos y ofrendas para reedificar el templo y una vez reparado el edificio santo se ofrecieron holocaustos todos los días, mientras el sacerdote Joyada, su tutor y pastor vivió, Joas caminó con temor a Dios.

Si, Joyada, el fiel siervo envejeció y murió muy anciano, tenía ciento treinta años cuando Dios lo llamó a su presencia, fue sepultado junto con los reyes del linaje de David, fue un profeta que había servido bien a Israel, a Dios y a su Templo.

Mientras el sacerdote Joyada vivió Joas hizo lo que agradaba al Señor, pero una vez que el sacerdote ya no estuvo se presentaron ante Joas un grupo de oportunistas que usaron el arma de la adulación para tentar a Joas.

Estos aduladores hipócritas le rindieron un gran homenaje, lo lisonjearon y lo llenaron de ideas que favorecían sus propios intereses pero no los propósitos de Dios. Imagino que el sacerdote Joyada no le había acostumbrado a Joas a todos esos halagos y piropos, mucho menos a los homenajes ni miramientos. Pienso que el sacerdote conocía bien los Proverbios:

«La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera lleva a la ruina» Prov. 26:28 «El rey se complace en los labios honestos, aprecia a quien habla con la verdad» «El que adula a su prójimo le tiende una trampa» Prov. 29:5. «Con palabras persuasivas lo convenció; con lisonjas de sus labios lo sedujo» Prov. 7:21

Por todo esto Joas jamás escuchó de su padre espiritual mimos ni engreimientos, ni halagos ni aguantes. A Algunos pastores nos cuesta (y me incluyo) disciplinar con autoridad a las ovejas, a veces caemos en el error que ser tolerantes y hasta complacientes en demasía, tenemos tanto miedo de perder a las ovejas, que corran a buscar otro pastor mas buenito y bonachón, con tal que no se vayan de la Iglesia.

Creo que Joyada no fue tolerante con Joas, por eso cuando aparecieron los lisonjeros y serviles Joas se mareó con los homenajes y perdió la cabeza. Joyada murió y aparecieron los aduladores, homenajearon al rey con palabras persuasivas, Joas abrió sus ojos, afinó sus oídos y escuchó los consejos equivocados, abandonó el templo del Señor y adoró las imágenes paganas.

Cuando desde lo alto el Señor vio lo que estaba pasando, tuvo misericordia del joven rey, envió inmediatamente profetas para que lo exhortaran, pero Joas y sus nuevos consejeros no le hicieron caso a la voz de sus profetas.

Una vez que el corazón se cree importante, único y poderoso ya no quiere bajar de su altura. Entonces El Señor envió a alguien conocido de Joas, el amigo que creció con él, el hijo del profeta Joyada,, Zacarías, el hijo de su pastor, todos creyeron que a él si le haría caso, total Joyada había sido como un padre para él y Zacarías era como su hermano.

Zacarías tenía la unción del Espíritu Santo, vino con autoridad, se paró delante de todo el pueblo y declaró: «Así dice el Señor ¿Por qué desobedecen mis mandamientos? De ese modo no prosperarán.

Como me han abandonado, yo también los abandonaré» Joas ya no era el mismo, escondido en su palacio alcanzó a oír la voz fuerte del profeta, no le quiso dar cara, ¡total ahora era el Rey de Judá! -¿Qué se habrá creído este Zacarías para amenazarlo?- –

¿Acaso no sabe que todos sus consejeros lo halagan y homenajean?- -¿Acaso no sabe que él es el prometido del linaje de David?- -¡No toleraré ninguna palabra más! Imagino que Joas pensó, como algunos, cuando cierran el corazón a la exhortación de Dios, quizá sea porque el elogio de otros han cegado sus sentidos convirtiéndolos en necios.

Joas lleno de ira dio la orden: -¡Mátenlo a pedradas! ¡Mátenlo en el atrio del templo!- Zacarías murió cegado por las piedras que les propinaron los demonios- hombres, pero aún medio de su dolor no se atrevió a condenar a su amigo: -«Que el Señor vea esto y te juzgue»-

Dios no demoró mucho para darle a Joas su castigo, al cabo de un año los sirios marcharon contra Joas y a los primeros que eliminaron fueron a todos esos consejeros impertinentes, aquellos que adularon y volvieron al rey un soberano vanidoso.

Joas también recibió el castigo que merecía, los sirios lo lesionaron y cuando regresó gravemente herido sus propios servidores lo mataron en su propia cama, así los servidores vengaron la muerte del hijo del sacerdote Joyada.

Joas no fue digno de ser sepultado en el panteón de los reyes, y sólo porque era del linaje de David fue sepultado en alguna ciudad de David, pero no en el cementerio digno de los reyes de Judá.

¿Por qué tuvo que terminar así un rey que tuvo a tanta gente que luchó por él?

Porque su corazón se llenó de orgullo y vanidad, porque creyó lo que consejeros lisonjeros le dijeron, porque sólo obedeció cuando era observado pero no entregó su corazón sincero a Dios.

Joas escuchó los piropos y dejó de oír la voz de Dios, la ambición llenó su corazón y aunque creía que hacía una gran obra, ya Dios le había quitado su mano de bendición.

Cualquiera de nosotros puede ser tentado en esta débil área del orgullo, les cuento esta historia para que cuando alguien se vea demasiado tolerante y adulador te preguntes si será un enviado de Dios o del enemigo.

Ten cuidado no te apartes de la Palabra de Dios. Dios te bendiga querido hermano.

Martha de Bardales

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