¿Quieres cambiar tu mundo hoy? Lo lograrás con una simple acción, sonriendo.
Quizás pienses que una sonrisa no es realmente tan importante, pero permíteme contarte acerca de unos sencillos experimentos realizados por una psicóloga en la ciudad de Nueva York, lo cual puede cambiar tu modo de pensar.
Una joven que estaba haciendo una investigación en cuanto a la sonrisa, decidió colocarse junto a un ascensor en un negocio. Cuando llegaba alguna otra mujer para tomar el ascensor le sonreía, sin decir nada. Una vez que ambas estaban en el ascensor, la investigadora le pedía ciertas informaciones a la otra mujer. El hallazgo interesante fue que la otra persona, cuando la investigadora le sonreía, proveía la información pedida mucho más a menudo que si no se le hubiese sonreído antes de entrar al ascensor. Puede haber una cantidad de explicaciones respecto a la razón por la cual el experimento daba ese resultado, pero la única diferencia planeada en las dos situaciones era si se usaba una sonrisa o no.
Es fácil sonreir. Todos sabemos cómo hacerlo. En realidad, los bebés sonríen naturalmente, y no porque ven sonreír a otras personas, sino porque vienen «programados» para sonreír: los bebés que son ciegos de nacimiento sonríen a la misma edad que aquellos que pueden ver.
La gente puede fabricar sonrisas repulsivas, pero esas son muecas o burlas.
Cuando tú les das a los demás esa sonrisa con la que has nacido, haces que ellos se sientan mejor; y como es difícil que gruñas
o te quejes cuando estás sonriendo, ¡Tú también te sentirás mejor!
Con todos los motivos de gratitud que tenemos como cristianos, nunca deberíamos dejar de sonreír en nuestros corazones. Y esas sonrisas del corazón a menudo se reflejarán en nuestros rostros, dándonos una belleza especial como resultado del gozo de Jesús que sentimos en lo íntimo de nuestras vidas. ¿Conoces el canto «canta, rie y ora»?
Estas tres cosas van juntas. Cuando has hablado con Jesús, él te mantiene cantando; y cuando tienes un canto en tu corazón, tu rostro seguramente lo mostrará.
«El corazón alegre, constituye buen remedio; más el espíritu triste seca los huesos» Proverbios 17:22
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