[Devocional_Diario] Utencilios santos, vajilla impura

Devocional Cristiano – Utencilios santos, vajilla impura

«El Señor desnudará su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios. Ustedes, que transportan los utensilios del Señor, ¡pónganse en marcha, salgan de allí! ¡Salgan de en medio de ella, purifíquense! ¡No toquen nada impuro! Pero no tendrán que apresurarse ni salir huyendo, porque el Señor marchará a la cabeza; ¡el Dios de Israel les cubrirá la espalda! Isaías 52:10-12.

¡Que hermoso el canto de los redimidos! Como el cántico que entonaron los que salieron de la esclavitud de Egipto, ahora el pueblo de Dios sale del exilio cargando los objetos sagrados del templo de Jehová que fueron robados por el enemigo y también sienten el valor que les da el sentirse protegidos y liberados por su Redentor. ¡Es tiempo de romper las cadenas! Dios ha escuchado el llanto de su pueblo, ha partido las cadenas de dominación, ahora hay que limpiarse el polvo de las sandalias, la palabra cautividad será una blasfemia que nunca más se asomará en los labios de aquellos libertados, sólo deberán escucharse salmos de salvación:

«¡Prorrumpan juntas en canciones de alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, ¡ha redimido a Jerusalén!»

Salieron de Babilonia, se pusieron en marcha en medio de una gran algarabía, delante de ellos iban los sacerdotes cargando aquellos preciosos utensilios sagrados que una vez fueron tocados por manos impuras, esta vez, Dios les dio instrucciones claras, pónganse en marcha, ¡salgan de allí! No sólo sus sandalias deben ser sacudidas, no toquen nada que sea impuro. Nabucodonosor había mezclado sus objetos paganos junto con los santos, incluso había tratado de copiar algunos modelos que más le gustaron objetos que se mezclaron con los que fueron consagrados a Dios, quizá muy parecidos, pero no eran santos. ¡Gran tarea de los pastores de Israel! Reconocer entre todos aquellos objetos tan similares en cuerpo y tono los verdaderos utensilios sagrados, el propio Señor los diseñó, fue él quien fue preciso en instruir cómo debían ser hechos, ahora les tocaba a sus siervos reconocer los que llevaban el sello de garantía de su Artista y Hacedor. No debían apresurarse, tenían que ser diligentes en ver los detalles, las filigranas, las rúbricas santas que hicieran notoria su excelencia, y mucho, mucho cuidado con ni siquiera tocar nada impuro, por más hermoso que pudiese ser a la vista, no debían atreverse a mezclar aquello burdo con lo consagrado a Dios. Si lo hacían bien, Dios marcharía a la cabeza, él les cubriría las espaldas, si no habían mezclado lo santo con lo profano, nada detendría al pueblo escogido por Dios. A veces olvidamos cuan celoso es nuestro Padre, empezamos a admitir la modernidad como si fuera novedad y al fusionarla olvidamos ver si aquello será realmente santo a Dios. Muchas veces como sacerdotes de Dios olvidamos que somos siervos de él y nos convertimos en siervos de la congregación o los miembros que la conforman, es más fácil ser considerado, comprensible y hasta tolerante con ellos, que exigir que busquen la santidad que Dios demanda. No deberíamos sorprendernos entonces, si actuamos así, que todo nos salga mal, malos sacerdotes: mala feligresía, malos levitas: peores ministros, tolerantes líderes: miembros tibios. Dios se remango la manga de su vestidura, se revistió de fuerza el brazo desnudo de Jehová, estuvo listo a defender a su pueblo escogido, pero la condición del pasado es la misma que resuena hoy:

«¿Quién entre ustedes teme al Señor y obedece la voz de su siervo? Aunque camine en la oscuridad, y sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y dependa de su Dios. Pero ustedes que encienden fuegos y preparan antorchas encendidas, caminen a la luz de su propio fuego y de las antorchas que han encendido. Esto es lo que ustedes recibirán de mi mano: en medio de tormentos quedarán tendidos». Isaías 50: 10-11.

Caminan a la luz de su propio fuego los que han apagado el fuego divino del Espíritu de Dios, ya saben cuál será el final, en medio de la tormenta quedarán tumbados. ¿Percibes entre todas las vasijas de la casa de Dios las que realmente le pertenecen? ¿No alcanzas a diferenciar en qué radica el contraste? Vuelve al Señor a quien sirves y pídele que te ayude a reconocer lo que es santo y lo que no es de él, corrige lo malo, no lo toleres y Dios te cuidará las espaldas, no tengas miedo, camina alumbrado por el fuego de Dios.

Martha V. de Bardales. Iglesia Bíblica Emmanuel de la Molina Lima, Perú.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí