Cuando tengo una discusión….

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Cada vez que se origina alguna discusión siempre uno pretende tener la razón y cree que su pensamiento es el más correcto.

Las discusiones generalmente empiezan bien y terminan mal, especialmente cuando no hay un común acuerdo.

Muchas veces nuestros enojos nos conducen a discusiones peligrosas, donde podemos destruir en segundos lo que nos costó años lograr.

Debemos aprender a ser equilibrados, no en las discusiones sino en la forma o el espíritu que tienen nuestras discusiones.

El pasaje de este día dice que uno puede airarse o enojarse pero…. ¡enojarse sin pecar!.¡Aquí está el verdadero problema!. Nos vemos enfrentados a una situación que humanamente hablando no podemos manejar.

Cuantas veces nos propusimos «discutir sin pelear» y el asunto terminó en forma acalorada dando lugar al pecado. Siempre nosotros defendemos nuestro punto de vista porque creemos que es «más» justo que el del otro.

Para ser sinceros, no siempre nos airamos en forma justa equilibrada e imparcial. La mayoría de las veces nos airamos por defender lo mío lo nuestro con un carácter egoísta.

La próxima vez que vaya a airarse, propóngase distinguir si su enojo es genuino, equilibrado e imparcial. Esa es la única ira que no conlleva el pecado.

Antonio Gudiño

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