[CE-Peru] Sutiles mecanismos de control político en USA: El caso de las etiquetas adhesivas contra Bush

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Etiqueta adhesiva anti-Bush


La señora Denise Grier es una enfermera que trabaja en el hospital de la Universidad Emory, en el estado de Georgia, Yanquilandia. El pasado 10 de marzo, Denise manejaba su auto de regreso a casa cuando un policía en patrullero del condado Dekalb le ordenó detenerse sin que la enfermera hubiera cometido falta alguna. La razón, explicó el custodio, era que su carro exhibía una etiqueta adhesiva “indecente” pegada en el parachoque posterior del vehículo.


Lo curioso es que la pegatina decía I’m Tired Of All The BUSHIT, expresión que hace un juego de palabras vinculando el apellido del actual presidente con la popular y siempre usada palabra bullshit, que es una expresión coloquial de mis amigos y amigas rubios para decir mierda. La traducción completa de la calcomanía de la Grier sería entonces “Estoy cansada de toda la mierda de Bush”. Por la supuesta infracción a la decencia, el policía le aplicó una papeleta de 100 dolarillos.

Valientemente, la señora Grier se negó a pagar la multa y por ello tuvo que presentarse a una audiencia en un tribunal del condado Dekalb. En esa oportunidad, el juez desestimó la infracción porque la ley estatal contra etiquetas adhesivas indecentes –que supuestamente amparaba la legalidad del ticket de US$100– fue declarada inconstitucional en 1990. Sin embargo, el juez no se pronunció sobre la violación a la libertad de expresión política de Denise.

Es por ello que la enfermera ha solicitado que un tribunal federal declare que su etiqueta adhesiva contra el presidente Bush –y, dicho sea de paso, nuevo mentor político del felón García Pérez– está protegida constitucionalmente como libertad de expresión.

Definitivamente, la enfermera tuvo muy buena suerte, probablemente en parte porque su caso fue defendido por la organización American Civil Liberties Union (ACLU). La Unión de Libertades Civiles de los Estados Unidos es una entidad que defiende casos de violación de los derechos civiles de los ciudadanos y residentes en la tierra del Tío Sam.

Si la Grier no hubiera conseguido el apoyo de la ACLU, es probable que su defensa legal le hubiera costado algunos cuantos miles de dólares. Ahora, ustedes me dirán que en Yanquilandia hay “justicia para todos” pero primero tiene usted que caerse con los costos legales de su defensa, que en muchos casos pueden llegar a los miles de dólares, que muy pocas personas tienen para gastar en ocurrencias de esta naturaleza.

Pero hay algo más. Es conocido que, más o menos, en cada localidad de Yanquilandia, existe al interior de sus organizaciones policiales una minoría de elementos que abusan de la autoridad concedida y que, además, se encuentran identificados con la ideología de los sectores politicos norteamericanos más reaccionarios. Por temor a la acción de estos malos agentes, una mayoría de estadounidenses prefiere no expresar su oposición pública a los candidatos de la derecha, para evitar situaciones como la sufrida por la enfermera Grier.

Yo también puedo dar fe de un incidente parecido. Semanas antes de las elecciones presidenciales del año 2004, decidí expresar mi oposición a Bush y a lo que él representa para Estados Unidos, América Latina y el mundo colocando en mi auto un bumper sticker que decía Anybody but Bush (“Vota por cualquiera menos por Bush”). La etiqueta adhesiva que pegué en el parachoque posterior del Honda Prelude era una creación de los grupos pro-paz, anti-guerra en Irak y antiimperialistas que existen en USA.

A fines del año 2004, un día de semana a las seis de la mañana, manejaba el Prelude rumbo al trabajo, cuando un eficiente jefe de policía (cop, en inglés) me ordenó detenerme. Por supuesto, no había cometido ninguna infracción ni tampoco violado ningún límite de velocidad. El atento gendarme me indicó que me había ordenado detenerme ¡por sobrepasar a su carro patrullero! Luego de algunos minutos de tensión en que el cop verificó en la laptop de su patrullero los datos de la licencia de conducir, propiedad del vehículo y seguro, el policía decidió no aplicarme ningún tipo de ticket, seguramente por la falta de evidencias para sustanciar los posibles cargos.

Luego de darle las gracias por los servicios prestados a la nación, proseguí mi camino y al llegar al college pregunté a algunos otros profesores por este extraño caso. Me explicaron que era un incidente que podia considerarse común tratándose de un bumper sticker de claro contenido politico y que éste era uno de los sutiles mecanismos de control político existentes en “el sistema”. No me sorprendió la respuesta pero reflexioné sobre el hecho. Me pregunté, ¿cuántos estadounidenses estarán en condiciones de arriesgar unos cientos o miles de dólares y muchas horas de su tiempo dedicadas a un proceso legal sólo por pegar un bumper sticker en el parachoque posterior de su auto? Me contesté a mi mismo que probablemente no serían muchos.

Mantuve el sticker anti-Bush en el Prelude hasta después de las elecciones. Pienso ahora que, siguiendo la lección de la enfermera Denise Grier, para los próximos comicios presidenciales será mejor que comience a frecuentar la American Civil Liberties Union. Como decimos en el Perú, simplemente, por si acaso…

 

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