Los Cristianos – Aprendiendo a volar

Los Cristianos – Aprendiendo a volar

(primer párrafo escrito por: Walter G. Larralde)

El rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.

Pasados unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero no sabía lo que le sucedía al otro; no se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí. El rey mandó a llamar sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil. Difundió al final el problema entre todos sus súbditos, y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en los jardines. Traedme al autor de ese milagro, dijo. Enseguida le presentaron a un campesino. “¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso?”. Entre feliz e intimidado, el hombre solo explicó: “No fué difícil, su Alteza: sólo corté la rama, el pájaro se dió cuenta que tenía alas y comenzó a volar.”

Me imagino a Dios cortando nuestras “ramas de comodidad” para que aprendamos a volar en la circunferencia de nuestras vidas. Solamente Dios sabe por qué hace las cosas que hace con cada ser humano. Pero me pregunto si entre sus muchas razones se encuentran las siguientes: 1para que lleguenos a ser emocionalmente más estables con el propósito de soportar pruebas futuras más fuertes, 2para valorar las bendiciones presentes y futuras al contemplar nuestro pasado o quién sabe si parte de su propósito es 3ayudarnos para que no cometamos los mismos errores del pasado en un empleo futuro, 4para que podamos apreciar la gloria de Dios en los milagros y portentos con aquéllas cosas que para nosotros son imposibles de resolver por nuestras fuerzas; naturalmente, cada situación tiene su lugar y su momento, así como Dios obra de manera diferente con cada individuo. Como cristianos, puede tener el propósito de que podamos 5expandir el territorio de responsabilidades dentro de la iglesia. Pero como los pensamientos de Dios no son como nuestros pensamientos ni sus planes son como nuestros planes, las ideas anteriormente expuestas posiblemente se limitan a mi imaginación.

Frecuentemente somos cobardes para asumir responsabilidades, sabemos que consumirán tiempo y sacrificio y preferimos no participar. En un momento de mi vida me percaté de lo cobarde que he sido para asumir responsabilidades dentro de la comunidad cristiana, aunque amo los caminos de Dios. Tanto así que, me tomó unos 3 ó 4 años dar el simple paso de formar parte oficial del grupo de miembros de la iglesia.

Una de varias razones que me motivó a escribir fue precisamente el pensar que había disfrutado por demasiado tiempo los banquetes de bendiciones y aunque reciprocaba de labios y de corazón mi agradecimiento por todo lo que
Dios ha hecho en favor de mi vida, entendí que no era suficiente. Lo que hago no es mucho y continuo trabajando con mi cobardía, pero me alegra saber que he añadido una tarea de amor a mi vida como cristiana con el propósito de llevar las buenas nuevas de salvación y así compartir el “banquete espiritual” que he estado disfrutando en forma de las reflexiones semanales. Es una manera de evangelizar y hacer misiones a nivel local, porque nuestra gente en Puerto Rico todavía tiene mucha necesidad de buscar el rostro de Dios en sus vidas y al mismo tiempo, las personas van pasando las reflexiones de mano en mano, sin mencionar las ventajas de la tecnología de internet. ¡A Dios doy gracias que de esa manera están llegando hasta Cuba! Y creo que eso es precisamente lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, que nos desarrollemos dentro de sus caminos aunque sea poco a poco y en diferentes formas.

Cada parte del cuerpo humano tiene su función: los ojos para ver, los oídos para oir, las piernas para caminar, las manos para el tacto y así sucesivamente. Aunque expuesto de manera sencilla el punto es que cada parte deberá ejercer su función para que el cuerpo pueda funcionar como una unidad completa y así mismo debe ser nuestra vida en Dios.

La Biblia dice que no todos podemos ser ojos, no todos podemos ser oídos, etc, tampoco debemos pretender ser todos los receptores, sentados escuchando el mensaje a través del Predicador o disfrutando los dramas que otros hermanos preparan, o escuchar un hermoso concierto, sin dar absolutamente nada a cambio. Hay personas que pueden servir como maestros, directores de grupos musicales, ser parte de las voces del coro o algún ministerio musical, formar parte de la Junta de Oficiales, diáconos, dirigir el culto, ayudar en el centro de cuidos para bebés, etc. Una cosa muy importante es aportar en programas especiales para la comunidad con nuestras capacidades profesionales como: médicos, enfermeros, abogados y contadores, entre otros. O tal vez podemos aportar de manera diferente como: ayudar al vecino o a alguien que esté enfermo en la comunidad y necesita una mano amiga para la limpieza de la casa, el cuido de los niños algo de comer; como bien puede ser que su necesidad sea de oración por ellos o una ofrenda para suplir alguna necesidad económica. Creo que nuestras acciones son el “mejor testigo” para que la humanindad vea la diferencia en todo aquel que tiene a Dios en su corazón.

Dios nos ha dado talentos con el propósito de que los podamos invertir en su obra y no hay que negar que al mismo tiempo nos beneficiamos en nuestra vida personal. Creo que es hermoso ver a un grupo de hermanos haciendo “esto o aquello” dentro del cuerpo de la iglesia, pero también pienso que sería más hermoso presenciar mayor diversidad en la participación, mirándolo desde el punto de vista que eso nos puede unir más como el cuerpo de Cristo que somos.

Recuerdo haber invitado a un grupo de personas (muy necesitadas económicamente), a mi casa con el propósito de hacerlas sentirse como reinas. Recibí a cada una con un ramo de flores frescas, preparé la mesa con un mantel de hilo, velas, sus nombres aparecían escritos en una tarjeta frente a su silla correspondiente, y muchas cosas más.

Las tarjetas que tenían sus nombres, al abrirlas, tenían un texto de la Biblia diferente al de los demás. Con todo mi amor, les serví la cena y luego me senté a compartir con cada una de ellas. Al final de la cena, disfrutamos de un delicioso postre y frappé hecho de frutas frescas. Al lado de cada plato, había colocado un sobre sellado, pero les pedí que no lo abrieran hasta llegar a sus respectivas casas. Cada sobre contenía una ofrenda. No sé quién disfrutó más, si éllas por haber recibido o yo por el privilegio que Dios me concedió de servir a otros sin esperar nada a cambio. Sin duda alguna, Dios tiene infinitas formas de enseñarte a volar dentro de su reino!

Pensamiento: Dios siempre nos recompensa al ciento por uno en bendiciones!

OREMOS: Para que Dios nos abra puertas a fin de experimentar el gozo de dar mucho más que el de recibir!

Mis oraciones quedan, junto a las de ustedes,

Nancy García Casillas

Nancy2003@coqui.net

Ministerio Cristo es Vida

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